CELOS DESENFRENADOS

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OMNISCIENTE

Viserra caminaba por toda la habitación de su madre de un lado a otro, sus manos en la cintura y una mirada molesta en el rostro. Dos días habían pasado desde la llegada de aquella intrusa a su vida, y sentía que su mundo iba en declive. ¡Ya no podía dormir con su hermano! Aegon le había prohibido aquello y había dispuesto vigilancia a la hora de dormir para evitar las costumbres de ambos hermanos.

Maegor había sido trasladado a una habitación cercana a la de su prometida, algo que a Viserra no le gustaba en absoluto. No encontraba sentido en dormir lejos de él. No podía dormir bien, y esas dos noches había tenido que dormir con su madre.

—Ñuho glaeso hurūs (Luna de mi vida). Te saldrán arrugas en la frente y aún eres una niña —dijo Visenya, dejando el libro a un lado para mirar a su hija—. Olvídate de esa mujer.

—No lo entiendes, mamá —respondió Viserra con dramatismo—. Ella se pasea por la fortaleza como si fuera suya. ¡Caminando así, mira!

Viserra imitó la manera de caminar de Ceryse, con pasos seguros y una postura erguida, alzando la barbilla y moviendo las manos con una elegancia forzada. Su imitación era un reflejo de su frustración y celos hacia la nueva llegada que, a sus ojos, ocupaba un lugar que ella sentía debía ser suyo.

Visenya no pudo evitar reír ante la imitación de su hija. Entendía los celos de Viserra; Maegor siempre había sido suyo y nunca se había alejado de ella. La idea de tener que compartirlo con otra mujer era inconcebible para su hija.

—Amor mío —dijo Visenya, buscando llamar la atención de su hija—. ¿Quién es la más hermosa de todo el reino? ¿Quién tiene un dragón magnífico y es princesa?

—Yo, madre. —Viserra respondió con un susurro desesperado—. Pero ¿qué tiene eso que ver con ella? No es fea, es bonita, aunque yo soy más bonita que ella. Ciertamente, ella no es fea, pero aun así, no entiendo por qué tiene que estar aquí.

—Porque tu padre así lo decidió, pero eso no significa que Maegor corresponda a Ceryse. Aunque él esté prometido, los sentimientos pueden ser complicados. Tu hermano y tú tienen una conexión especial, y eso no se pierde tan fácilmente. Solo debes ser paciente y mostrarte fuerte, como siempre lo has hecho.

La joven princesa miró a su madre con un atisbo de tristeza.

—Me prometiste que Maegor se iba a casar conmigo —puntualizó, cruzando los brazos frente a su pecho—. Esa promesa ya no existe, madre.

—Debes ser paciente, la paciencia puede ser insoportable para ti, pero pronto rendirá sus frutos.

Visenya se levantó de su asiento y se acercó a Viserra, colocándole una mano suave en la mejilla para que la mirara a los ojos.

—Escúchame bien, mi pequeña luna —dijo con ternura—. Las promesas de la corte son frágiles, cambiantes como el viento. Pero lo que realmente importa es la voluntad y el corazón de cada uno. Maegor te ama, es tu compañero en todo, y eso no se puede romper.

Viserra bajó la mirada, mordiéndose el labio con frustración.

—Pero si él se casa con Ceryse, ¿qué será de mí?

Visenya la abrazó con fuerza, acariciándole el cabello.

—Siempre tendrás un lugar en su vida, Viserra. No importa quién esté a su lado, tú siempre serás especial para él. Y recuerda, querida, el destino tiene formas curiosas de cumplirse.

Viserra suspiró cansada, su mente buscando una manera de asegurar su posición junto a Maegor. Con una mano en el mentón, continuaba caminando de un lado a otro. Visenya, que conocía a su hija mejor que nadie, sabía que algo estaba tramando y solo suspiró, sonriendo con diversión.

OUR LOVE ── 𝐦𝐚𝐞𝐠𝐨𝐫 𝐭𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐲𝐞𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora