4| Ciertos Temas

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—¿Hinata? —El grito de Shino hizo girar su mirada por encima del hombro para ver la carrera mortal en la habitación, pisándole los talones un poco más rápido, Boruto, Sasuke, y Naruto

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—¿Hinata? —El grito de Shino hizo girar su mirada por encima del hombro para ver la carrera mortal en la habitación, pisándole los talones un poco más rápido, Boruto, Sasuke, y Naruto.

—Había alguien en la terraza, —explicó. 

Hinata apenas había comenzado a abrir la puerta cuando unas manos fuertes la agarraron por los brazos y la levantaron. Era Naruto Uzumaki, vio como la depositaba fuera del camino.

—Quédate con ella, —gritó.

Hinata parpadeó confusa por la orden cuando él se dio la vuelta para seguir a los otros tres hombres a la terraza. Fue una reproducción aleatoria del sonido de la puerta lo que hizo girar su mirada alrededor para ver a Dante Uzumaki y su gemelo Ren cruzando la habitación hacia ella.

Al parecer, había tardado tanto tiempo en el baño que todos los hombres se habían preparado y reunido en la sala de estar para esperarla.

Hinata no se quedó a preguntar sin embargo, en vez de eso se apresuró a salir a la terraza detrás de los demás.

—No hay nadie aquí, —dijo Boruto mientras se les unió en la noche de aire caliente.

Hinata miró a su alrededor, haciendo caso omiso de las dos montañas, Dante y Ren, cuando la atraparon y se apostaron a ambos lados de ella.

—¿Segura que no viste solo una sombra? —Preguntó Naruto en voz baja.

Hinata chasqueó la lengua con irritación. Shino había pensado que se había imaginado un atacante por la mañana hasta que vio el corte y la sangre en su cuello. 

Y ahora Naruto estaba cuestionando lo que había visto también. ¡En serio! ¿Por qué los hombres parecían pensar que todas las mujeres eran idiotas histéricas? ¿O era sólo ella?

—Tiró la silla cuando abrí la cortina y le sorprendí, —dijo impaciente, señalando la silla a su lado. —No me imagino nada.

Los cinco hombres miraron la silla entonces, pero fue Shino, quien se acercó y la puso de nuevo sobre sus patas. Cuando se enderezó de la tarea, dijo:—Esto no estaba fuera de sitio cuando vine aquí después del ataque a Hinata esta mañana.

Los hombres de inmediato se desplegaron, mirando por encima de la barandilla a lo largo del borde de la terraza así como mirando hacia el techo del edificio en busca de algún rastro del hombre que había visto o donde podría haber ido. 

Sabiendo que no iba a encontrar nada, Hinata sacudió la cabeza y volvió a su habitación. Estaba muy molesta ya que habían creído a Shino diciendo que la silla había sido alterada antes de creer que ella había visto a alguien. Ella no era de la clase de las que imaginaban cosas.

Con movimientos rígidos y espasmódicos, Hinata recogió su bolso y se lo metió por encima del hombro. A continuación, giró su maleta en la sala, dejando en la puerta de la sala las otras maletas. 

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