Capítulo 3 1/2 - Una luna radiante y vino derramado.

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La hora ya había llegado, Teobaldo elegante y casualmente vestido se encontraba ya en el estacionamiento del restaurante acordado para el dichoso evento. La noche acogedora lo recibió bien al bajarse de su sedán y al acercarse al lugar sonrió para sí mismo ya que un asombroso aire de familiaridad lo envolvió y nubló su mente de tantas historias y recuerdos... La mayoría con finales muy felices, al menos para él.

Confiado caminó hacia la entrada y miró sonriendo levemente al encargado de manejar las reservaciones, aquél hombre con corte y ceño recto portando vestimenta de corte refinado le devolvió la mirada, con cierto disgusto, no tanto por la persona (o tal vez había un poco de ello en la mezcla pero su expresión no daba para más) sino por la frecuencia de su presencia. Volteó su rostro hacia Teobaldo y dijo en tono neutral aunque canson.

- Sr. White, su dama está en la mesa de siempre.- Continuó - El vino está servido y su carro lo mantendremos preparado en caso de... Emergencia.- Suspiró.

- Gracias compadre.- Respondió jovial y alegre Teobaldo, con una pizca de burla y un guiño de ojo al final de la oración.

El "compadre" sólo exhaló exasperado mientras veía al piso, guardando sus comentarios y cometiendo un gesto de etiqueta indicándole que pase al interior.

Teobaldo solo siguió camino y siguió su ruta pre-definida hasta su mesa mientras escaneaba con la vista alguna persona no deseada en el local. A.K.A. Alguna "Ex". Pero su mirada se detuvo al ver rápidamente por su mesa, siendo deslumbrado por el eléctrico azul en el vestido de Rebbeca mientras ella estaba sentada chequeando su celular.

- "Jooooder hermano"- Se dijo mentalmente Teobaldo.

Se detuvo en seco, con la boca semi abierta viendo desde la distancia a su cita, su belleza deslumbraba a todos, más de uno no evitaba quedarse mirando mientras sus esposas preparaban las manos para lanzar alguna que otra cachetada para endulzar la noche. Salió de aquel trance que parecía ser infinito y acomodó rápidamente su cabello y la ropa, sentía que su camisa lo asfixiaba de la nada pero acomodó sus pensamientos y retomó su confianza.

- "Aún no ha llegado, me siento un poco nerviosa ya, carajo que ladilla."- Rebecca envió un mensaje hacia Antonieta.

- "Relaja tus caderas verga, ese ya llega, pero tú como andas con tu estrés"- Le respondió Antonieta.

Rebecca frunció el ceño y guardo su teléfono, levantó su rostro y volteo a ver por la ventana que estaba directamente detrás de su mesa, se quedó viendo a la brillante luna llena que por los momentos era su única acompañante y logro relajarse un poco. Un sonido la sacó de su hipnosis, era el movimiento de la silla que tenía en frente.

- Hola señorita.- Dijo Teobaldo a la vez que se sentaba y esbozaba una sonrisa. - Espero que no te haya dejado esperando por mucho.- se disculpó por su retraso.

Rebbeca estando un poco fuera de foco alcanzó a tartamudear un poco - Ho-hola.- Sonríe y se sonroja apenada mientras mira hacia otro lado y afloja su garganta. - Tranquilo.- dijo riendo un poco nerviosa.

- "¡¿Maldita sea acaso eres un simio que nada más sabe usar una sola palabra?!"- Pensó para si misma.

Teobaldo con su experiencia sabía que sucedía perfectamente, aunque por alguna extraña razón se encontraba un poco distraído y fuera de juego. - ¿Cómo estuvo tu día?- Preguntó calmado y mirando directo a sus ojos. La leve sonrisa aún no desaparecía de su rostro, eso lo ayudaba después de todo.

- Ah, un poco pesado.. Pero ya me siento mas relajada- Respondió con un poco más de compostura aunque sin poder evadir esa risita nerviosa al final.

Las caricias de TeobaldoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora