10:25 p.m. La luna llena ilumina todos los recovecos de la ciudad, bañando con una suave luz plateada la ya iluminada metrópolis de Night Valley. Pocas almas rondan las calles, solo el incesante tráfico que vuelve a sus hogares es lo que está presente, mientras las aceras permanecen tranquilas.
David estaba en una noche de tragos y cigarro por si solo, dado que a ninguno de sus más cercanos amigos le agradaba fumar, prefería hacerlo por su cuenta con algunos que otros conocidos que rondaban por los mismos pasillos oscuros. Aunque también tenía un vicio más oscuro, las drogas, marihuana por sobre las demás, y, aunque no fuese tan fuerte. Era un vicio que dichos amigos desaprobaban rotundamente. Más razones para permanecer sólo en este tipo de noches.
Más de una vez recibió un buen regaño por parte de ellos dos, pero el ya se había convertido en un ávido consumidor, y drogadicto perenne. Simplemente no podía pasar mas de un día sin consumir. Claro, eso trajo una consecuencia de la cuál el no podía escapar. Y es que sus bolsillos cada vez estaban más ligeros, poco a poco empequeñecía la cantidad de noches solitarias, y la desesperación por conseguir un dinero rápido para saciar su inacabable vicio aumentaba constantemente. Más de una vez se le cruzó por la mente pedir dinero prestado a Teobaldo o a León, pero sabía muy bien el resultado agrio de eso.
Pero esta noche llegó al fondo del bolsillo. Aún así, decidió irse a uno de los típicos antros subterráneos de la ciudad, a los cuáles nada más se podía entrar si eras consumidor y eras conocido por la zona. Lugares sucios parecidos a ratoneras, ocultas bajo la fachada de una discoteca de mala muerte con luces de neón estridentes y música electrónica a altos decibeles. Prostitutas atendiendo a todos los clientes con los senos descubiertos. Ahí se reunía todo tipo de criminales también; tanto los peces gordos buscados por los autoridades, como ladrones y ratoneros cualquiera.
David tenía una pequeña fama por esos lugares, nunca le gustó la gente. Pero sabía que tenía que tener algún contacto adentro para que los guardias en la entrada no lo golpearan hasta matarlo. Hace unos meses conoció a Alejandro Jiménez, el cabeza de una pequeña mafia que empezaba a tomar poder dentro de los escalafones criminales de la ciudad. Y que actualmente controlaba algunas cuadras cerca del negocio de Teobaldo el 'Teobucks", alguna vez trató de conseguir un trato con él para 'proteger' su negocio de cualquier tipo de ataques a cambio de un pequeño corte en la quincena. Pero Teobaldo se negó a primeras y rechazo la oferta. Cabe destacar que una semana después se reportó un incendio accidental en el dicho negocio.
Ya de eso habían pasado meses, y afortunadamente gracias al seguro pudieron reponerse en muy poco tiempo.
Ya habían transcurrido un par de horas cuándo David llegó a la pseudo-discoteca "Montaña Blanca" Y se había tomado un par de tragos y fumado unos cuantos cigarros medicinales. Su camisa a cuadros roja ya estaba un poco manchada de las bebidas y las saltarinas luces a sus ojos parecían una mezcla de colores aleatorios que creaban paisajes y formas geométricas a su alrededor. Dejaban de ser meras luces para transformarse en diferentes objetos, lugares o incluso personas. Ya le costaba diferenciar entre la realidad y la fantasía. Pero lo que si pudo reconocer fue la imponente presencia de Alejandro Jiménez. Quién se postro frente a él con una sonrisa burlona al notar su estado.
-- ¡Pero si no es el compadre David al que tenemos aquí! -- Exclamó efusivamente.
David tartamudeo algo inentendible, Alejandro rió.
-- Vamos, vamos. Sal de ese viaje que tenemos que discutir unos negocios tu y yo. -- Su semblante y su voz cambiaron completamente y se torno serio. De pronto una fuerte tensión se sintió en el ambiente.
David reaccionó ante la seriedad de esto último y con pequeño temor creciendo dentro de él, se limpió los ojos con las manos y se tomó un rápido trago de tequila para centrarse un poco.
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Las caricias de Teobaldo
RomansaSeñorita Rebecca, ya puede pasar... Teobaldo White CEO de la panadería de la esquina, un romántico y mujeriego que está apunto de tener un cambio brusco en su vida una vez que conoce a la señorita Rebecca, una linda e inocente chica de dorados rizos...