Capítulo 11 - Detective.

25 2 3
                                    

Laura ya había pasado durmiendo toda la noche en el cómodo mueble al lado de la camilla. Sosteniendo la mano de Teobaldo. León estaba extendido sobre el verde sofá un poco más alejado de la camilla, pero más cerca de la puerta. Ambos tenían una posición ciertamente incómoda que probablemente traerán consigo unos dolores molestos.

Algunos amarillentos rayos de sol comenzaban a atravesar la ventana suavemente. Rebotando en las blancas baldosas del piso y reflejándose en la cara de León. La molestia causada por la luz hizo que abriera los ojos lentamente, sentía el peso del trasnocho encima de sus párpados y esto no le permitía abrirlos más rápido. Poco a poco se fue re-incorporando hasta encontrarse despierto. Con la mano se limpió un poco de baba que tenía en su definido mentón. Maldecía su costumbre de dormir con la boca abierta. Al principio no recordaba con claridad porque estaba allí, pero cuándo recorrió la habitación con su mirada se percató de la camilla y a la dulce muchacha que sostenía la mano del paciente. "Teobaldo!". Se paró rápido, energizado por la imagen de su amiga aún con vida.

Al acercarse notó la posición incómoda en la que se encontraba Laura, a pesar de que era tierna la imagen de ver como ella se había dormido aún sosteniendo la mano de su hermano. Decidió acomodarla en la silla para que pudiera continuar durmiendo mejor. Con suavidad y delicadeza separo su mano y la enderezó contra el espaldar de la silla. Pensando que esta se iba a despertar apenas la moviese. Ella ni se inmutó.

Al parecer también había heredado el sueño profundo como el de su hermano, pensó él.

Chequeó a su mejor amigo; la imagen era un tanto tétrica pero esperanzadora. Vio las gasas sobre las heridas, la respiración lenta y profunda, los catéteres que le suministraban un flujo continuo de suero. Notó como la luz de la mañana se reflejaba en el líquido, se distrajo detallando eso como una de esas pequeñas cosas que encuentran una forma de ser hermosas. A pesar de que nadie tenga el tiempo de notarlas, incluso en una situación como esta.

Luego se decidió a salir de la habitación a tomar un poco de aire fresco y comprar el desayuno para Laura. Él no tenía hambre, sólo quería un café.

En su camino a comprar la comida recordó su celular. Sacó para revisar que eran las 7:52 a.m. Había dormido casi 3 horas apenas, las ojeras se lo recordaban amablemente. Por curiosidad comenzó a revisar los mensajes que tenía en su bandeja; Sólo algunos de sus amigos, pero lo que lo extraño fue que ninguno procedente de David. Después de todas las llamadas perdidas y los mensajes enviados. Aún no había respuesta.

"Este maldito imbécil" Dijo entre dientes. Luego cuándo por fin salió del imponente hospital se dispuso a llamar.

Luego de 5 rings por fin escucho una voz.

- Aló?- dijo una voz grave, la voz de David se escuchaba un poco extraña, como si estuviera amanecido.

- Maldita sea hasta que por fin respondes. ¿Dónde coño has estado?-

- Eeeh.. . . . ¿Qué?-

León comenzaba a irritarse aún más.

- ¿Tienes alguna maldita idea de lo que tuvimos que pasar anoche?-

- .. ¿Que pasó con Teobaldo?-

- ¡Que casi muere hijo de puta!- No pudo evitar levantar la voz. Lo cuál dirigió muchas miradas hacia él... Sobretodo en el exterior del hospital.

David no pudo responder, se quedó sin palabras. Ahí fue cuando la culpa comenzó a adueñarse de él, pero aún no estaba del todo cierto.

León estaba a punto de perder los estribos ante el gélido silencio de David. Pero dado a que estaba en un lugar público y delicado empezó a respirar para calmarse.

Las caricias de TeobaldoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora