† (1) ɪ ɴ ᴍ ᴏ ʀ ᴛ ᴀ ʟ ɪ ᴅ ᴀ ᴅ †

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Dicen que la inmortalidad es solo un sueño, una ilusión construida por aquellos que temen la muerte. Otros afirman que la inmortalidad existe, no en la carne, sino en las cosas que dejamos atrás: palabras, obras, recuerdos, imágenes. "El arte es inmortal", decían los antiguos, y quizá tuvieran razón. Pero para Félix, la inmortalidad siempre había sido algo más complejo, algo que todavía no podía definir con claridad.

Esa reflexión rondaba su mente mientras caminaba por las desoladas calles de Londres en una tarde nublada. El viento soplaba ligero, levantando hojas secas que crujían bajo sus zapatos. La idea de la inmortalidad había sido el tema central de su última clase de fotografía en la universidad. Su profesor, aquel hombre de cabellos grises y barba descuidada, les había dado un encargo ciertamente intrigante.

"Quiero que creen un collage que capture la esencia de lo inmortal", les había dicho, mientras el proyector parpadeaba en la sala semi-oscura. "No la inmortalidad en el sentido físico, sino algo más sutil. ¿Qué sobrevive al tiempo? ¿Qué permanece cuando ya no estamos? Eso es lo que quiero ver en sus fotos."

Félix había escuchado aquellas palabras, pero desde entonces no había dejado de darle vueltas al concepto. ¿Cómo capturar lo inmortal en una imagen? ¿Qué podría fotografiar que transmitiera la sensación de algo eterno? Las posibilidades eran infinitas, pero al mismo tiempo, sentía que ninguna opción era suficiente.

A medida que avanzaba por el bullicio de las calles, Londres le ofrecía un desfile de rostros, edificios y monumentos que habían sido testigos del paso del tiempo, pero nada de eso lo convencía.

—¿Qué es realmente inmortal? —murmuró para sí mismo mientras doblaba en dirección a la biblioteca central.

El peso de la cámara colgaba de su hombro, una extensión de su cuerpo que le permitía ver el mundo a través de un filtro diferente, casi mágico. Pero esa magia aún no le daba las respuestas que buscaba. Quizá los libros tendrían la clave. Quizá entre las páginas amarillentas de la biblioteca podría encontrar una pequeña chispa de inspiración, algo que lo ayudara a descifrar el enigma que su profesor había planteado.

Él se había destacado siempre por hacer mucho más de lo que le pedían, el lema con el que lo había criado su hermano mayor, había sido que siempre podía hacer cualquier cosa que se propusiera, y hacerlo mil veces mejor que cualquier otra persona. El talento de Félix toda su vida fue la fotografía, y nunca había siquiera pensado en decepcionar en eso.

Entró en la biblioteca y el silencio casi lo golpeó. A pesar del tamaño imponente del edificio, la quietud era tal que incluso el sonido de sus propios pasos le parecía invasivo. Los altos estantes llenos de libros antiguos parecían observarlo, como si tuvieran todas las respuestas, pero esperaran que él hiciera las preguntas correctas.

Avanzó por los pasillos, recorriendo las tapas de los libros con los dedos, sintiendo su textura bajo las yemas mientras su mente seguía divagando entre ideas.

Se detuvo en una de las secciones más oscuras y menos transitadas, buscando algo que lo atrapara. Entonces, casi como por instinto, levantó su cámara y comenzó a mirar a través del lente. No estaba buscando nada en particular, solo la extraña satisfacción que le daba ver el mundo encuadrado, limitado, casi como si al mirar así pudiera entenderlo mejor.

Y fue entonces cuando lo vio.

Al otro lado de la sala, una figura se movía entre las sombras. A simple vista no había nada inusual en él; un joven de piel pálida y cabello oscuro, vestido de manera simple pero elegante, parecía una imagen de un cuadro antiguo que reflejaba poder. Sin embargo, algo en él lo hizo detenerse.

Félix, intrigado, ajustó el enfoque y miró más de cerca. Al principio no podía precisar qué era lo que lo perturbaba. Quizá era la forma en que la luz golpeaba su piel, haciendo que se viera de manera extraña. O tal vez era el hecho de que a través de la cámara, aquel desconocido parecía estar más... definido, más nítido de lo que debería. Como si cada detalle de su rostro estuviera tallado en mármol.

Félix bajó la cámara, desconcertado. El chico seguía allí, aparentemente ajeno a que lo estaban observando. Pero cuando volvió a mirar a través del lente, el mundo a su alrededor se desvaneció, dejando solo esa figura, cada vez más extraña. La piel del chico tenía una calidad casi irreal, como si no perteneciera al mismo tiempo ni al mismo lugar que el resto del mundo.

Un escalofrío recorrió su columna. No era miedo, exactamente, pero algo en su instinto le decía que aquello que veía no era del todo natural.

De pronto, el joven levantó la vista y sus ojos se cruzaron. Unos ojos oscuros, penetrantes, que lo miraron de manera intensa, como si vieran más allá del lente y se adentraran directamente en su alma.

Félix retrocedió un paso, muy nervioso, aunque aún así y sin darse cuenta, apreto el botón para capturar el momento. Luego bajó la cámara y se restregó los ojos, pero cuando volvió a mirar, el joven ya no estaba. Había desaparecido entre las mismas sombras de la biblioteca por donde había llegado.

Félix se quedó un momento inmóvil, con la respiración agitada. ¿Lo había imaginado? ¿O acaso ese chico realmente había sido tan extraño como parecía? Sacudió la cabeza, tratando de quitarse la sensación de encima. Londres estaba llena de personas raras, eso no era nada nuevo. Pero algo en su pecho le decía que esto era diferente.

Con el corazón aún latiendo rápido, se dirigió a la sección de libros de fotografía. Quizá allí, entre las páginas polvorientas y las imágenes congeladas en el tiempo, encontraría algo que le ayudara a entender la inmortalidad. Pero en ese momento también tenía otra cosa en su mente: ¿quién era ese joven? ¿Y por qué, a través de la lente de su cámara, parecía ser algo más que humano?

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Me reporto con esta nueva aventura. No me aguante las ganas de traerles esta historia, sobre todo porque la idea llegó a mí hace apenas unos días. Ni siquiera yo misma sé que pasará después, y eso es tan intrigante y nuevo para mí.

Prometo no decepcionar, como con nada de lo que hago.

Espero y disfruten la lectura así como yo disfruto escribirla ;)

Besos sangrientos.

(9.27.4)

4)

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IMMORTAL¹ | ʜʏᴜɴʟɪxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora