Jhanila

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Jhanila poseía una flota de naves que surcaban los cielos permitiéndoles comerciar en casi todos los puertos aéreos que poseían las ciudades mas grandes de los cinco reinos, sin embargo, el gremio de comerciantes de era un acérrimo seguidor del camino del viendo, que les impedía utilizar su flotilla para fines bélicos y, por tanto, defenderse ante los ataques de los guerreros Shieek de Mayaktha.

Aunque el transporte no era muy rapido, las naves zenitsu cruzaban todo el imperio de norte a sur y oriente a occidente, llevando toda clase de pasajeros y mercancías a través de las nubes. El pueblo de Jhanila permaneció neutral en casi todas las guerras ocurridas en el imperio, salvo al rededor del 3.237 en los inicios la guerra contra la miasma. Siglos antes, en el Alto de las Campanas, donde el pueblo de Jhanila poseía su capital, un refugio montañoso solo accesible mediante las especializadas naves zenitsu. El consejo mayor de Jhanila tomo la decisión, con el apoyo del la división transparente de los Oletier enviados de Coxilos, de empezar un desarrollo secreto de naves de guerra equipadas con armas ligeras, para apoyar en la guerra que se avecinaba.

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El Camino del Viento les impedía participar en conflictos con los demás pueblos sin embargo, con las diferentes observaciones recolectadas a lo largo y ancho del imperio por los comerciantes Jhanili, donde cada nave zenitsu de cada familia, registraba en una campana de hierro todos sus viajes, se tomó la decisión de participar a raíz de los avistamientos iniciales de la miasma y se tomo partido para evitar un mal que, para ese instante, era desconocido

En el salón de las campanas, donde el viento soplaba con las estaciones, cada historia del pueblo Jhanili resonaba a lo largo de generaciones. La memoria del pueblo de Jhanili residía en las notas que emitían, cultura, relatos, rutas de comercio y decisiones del consejo mayor, eran grabadas por los resonantes de campanas, como caracteres que envolvían las campanas, hasta llenarlas por completo. Cada campana adquiría un tono único teniendo en cuenta la información que registrara haciendo que, cuando el viendo soplara, diera como resultado una sinfonía exquisita que armonizaba los puertos aéreos de la capital.

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Son estrechos y alargados. Largos cables sostienen las alerones que le dan sustento a un armazón liviano pero resistente. Blancos como una nube en el cielo del segundo verano, y silenciosos como la brisa que acaricia los campos. Las naves del reino de Jhanila siguen el camino del viento, aquí leemos el viento como si las palabras flotaran a través de las nubes, guiando la mejor ruta en un cielo tormentoso.

Revisar la tensión de cada una de las cuerdas. Recorrerlas de principio a fin, verificar si cuentan con pequeños desgastes. Si existen, sellarlos con fibra de las barbas de montaña. Las telas deben ser protegidas de la lluvia con aceite de las minas del norte. Cada puerto roca es una oportunidad de revisar la nave. Recorrer los puestos en busca de carga que necesite nuevos aires y cargar un poco de suministros para los trayectos donde la única compañía son los compañeros del viento.No debemos forzar el viento. Seguir el viento nos permite llegar donde otros no pueden. Llevar lo que otros no pueden. Oto Kaze Nitzu me registraron al final de la tercera campana de mi familia. Significa "el sonido del viento sobre las hojas de los arboles" y pertenezco a la flota comercial Aesfiros del reino del viento de Jhanila.

El próximo destino trazado en la carta correspondía al puesto del centro del desierto occidental. Hacia el oasis de Suosaa, donde se podía comerciar con algunas especias raras del desierto junto con el famoso cuero de camellos Ramlaq. Mas tarde que temprano, salimos con la primera luz del día que logro filtrarse a través de las nubes. Abel tomó su puesto como encargado de la mercancía y termino de subir unas cajas de miel de la aldea de jinal. Yo era el encargado de pilotar el altroz junto con Cora. Primero trazaríamos la ruta a través del desierto utilizando las corrientes de viento y ella, hábilmente con su aguda mirada, intentaría sortear las tormentas del polvo del camino. El equipo del altroz contaba de un esqueleto de metales aéreos y forrado con telas por todas partes. Una entrada principal era posible de ver de un costado cuando el Altroz estaba anclado en las torres de comercio dispersadas por todo Ranlad. No tenían mucha capacidad de carga, solo 10 costales grandes y el peso de 3 hombres adultos mas piloto, navegante y bodeguero. Pero su alcance era sorprendente dada la poca velocidad que desarrollaban y la enorme destreza que requería leer el viento para pilotarlos.

El viento susurrando suavemente la superficie, al acariciar las curvas alargadas del altroz. Eran la única compañía en las jornadas de viaje. Las tormentas eran frecuentes, pero la habilidad de Cora para sortearlas era legendaria. Lejos en el horizonte, podía ver las montañas que separaban el desierto de Ramlaq. Cora viro bruscamente el Altroz hacia la izquierda y, segundos después, se escucho -!Carajo- desde la parte trasera. -Creo que estaba tomando aguardiente de cereza de nuevo- solto Cora mientras giraba algunas manivelas de los controles. - Estas al mano Oto- acto seguido se dirigió hacia la parte trasera. Cora poseía una figura altiva rematada con un cabello risado y rojo como las ascuas aun ardiendo de una hoguera, una sonrisa lista para el primer comentario mordaz que pudiera encontrarse. La chaqueta de piloto de Altroz distintiva le daba un aire anticuado pero no dejaba de lado su imponente figura.- Al llegar al pasillo que separaba la bodega de carga de la entrada principal, se podia ver a Abel limpiando a toda prisa su camisa verde con un trapo mugriento de aceite mineral. - Seras idiota Cora, puedes ser la mejor piloto de Altroz que existe, pero avisar antes de voltear toda la nave, es una destreza que aun no posees- escupió Abel. Sin moverse de su lugar, Cora comprendía que los viajes comerciales de Jhanila y los seguidores del camino del viento, no eran muy emocionantes, y el intentar ahogar el aburrimiento diario si no tienes un propósito claro. -Si alguna vez se pierde algo de esa bodeda Abel, lo ultimo que veras sera la arena del desierto de Ramlaq acercándose a toda velocidad hacia ti- contra ataco Cora.


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