10

38 3 0
                                    

Mitsuya observaba a Inui, quien yacía inconsciente en el suelo, mientras su hermanita Chifuyu aún en su forma de lobo lloraba sin parar. La escena lo abrumaba, pero decidió que no podía dejar a Inui ahí tirado, así que intentó ayudarlo a levantarse. Sin embargo, Inui era demasiado grande para sus pequeños brazos.

Desesperado, Mitsuya corrió en busca de sus hermanos.

—Mitsuya, ¿qué estás haciendo aquí? ¿Dónde está Yuyu? —preguntó Izana con seriedad. Draken, al escuchar el apodo cariñoso que él mismo había inventado para su hermanita, lanzó una mirada fulminante a Izana, que no parecía importarle en lo más mínimo.

—Inui-san vio a Yuyu transformarse en un lobo y se desmayó. Chifuyu no deja de llorar, ¡necesito ayuda! —explicó Mitsuya rápidamente.

Sin más, los tres hermanos corrieron hacia donde estaba Inui. Izana y Draken ayudaron a Mitsuya a llevarlo hasta el sofá, mientras Draken intentaba calmar a Chifuyu, que seguía sollozando en su forma lobuna.

Poco después, Takemichi llegó a casa, acompañada de Keisuke y Kazutora, quienes le habían traído varios sacos de arroz y papas en agradecimiento por haber cuidado de la señora Baji, que había estado enferma.

Sin embargo, al ver a Inui desmayado en el sofá, el tema del arroz quedó en segundo plano.

—Mitsuya, ¿qué pasó aquí? —preguntó Takemichi, visiblemente preocupada.

Antes de que Mitsuya pudiera responder, Izana intervino con calma.

—No sabemos, mamá. Estábamos jugando cuando escuchamos un golpe y vimos a Yuyu llorando.

Era una mentira piadosa, pero Izana sabía que no podía preocupar a su madre más de lo necesario.

Una hora después, Inui finalmente despertó, exaltado. Se sentó de golpe, gritando que había visto a un hombre lobo. Antes de que pudiera decir más, Keisuke lo calló rápidamente, ya que sus gritos habían despertado a la pequeña Chifuyu, quien finalmente había logrado dormirse.

—¡Inui-san, cálmate! —susurró Keisuke, molesto.

Takemichi, por otro lado, se quedó pálida al escuchar lo que Inui decía. Sus ojos se dirigieron nerviosamente hacia sus hijos, tratando de ocultar su preocupación. Sin embargo, tras un breve intercambio de miradas con Izana, entendió que su hijo mayor ya había ideado una solución.

Izana habló con seriedad, explicando que Inui probablemente había soñado lo del hombre lobo. Takemichi, con rápida astucia, aprovechó para decirle a Inui que tal vez había comido algunas galletas que accidentalmente contenían pastillas para el estrés, lo que podría haberle causado esas alucinaciones. Era una mentira a medias, pero suficiente para que Inui se relajara y no dudara de lo sucedido.

Después de que todo se calmó, Keisuke y Kazutora se retiraron. Kazutora, en su estilo usual, intentaba coquetear con Takemichi, pero fue rápidamente arrastrado por un impaciente Keisuke, quien no estaba dispuesto a cederle terreno en su propio juego.

A lo lejos, escondido entre los árboles, Manjiro observaba todo. A pesar de la distancia, una sonrisa se formaba en sus labios al ver cómo su pequeña Chifuyu se había transformado por primera vez en un lobo. Los recuerdos de la primera vez que sus hijos se transformaron lo golpearon con fuerza, y por un instante, volvió a revivir los momentos felices que había compartido con Takemichi.

Sin embargo, Manjiro se dio cuenta de que ya había pasado demasiado tiempo observando. Tenía que irse. Mientras se giraba para marcharse, una figura blanca apareció detrás de él.

Era Izana, quien lo miraba con desdén.

—Oye, tú, lobo de pacotilla. Deja de acercarte a mi casa. No sé quién eres ni qué pretendes, pero si vuelves a aparecer por aquí, se lo diré a mi madre, y ella te golpeará —amenazó Izana con frialdad.

El miedo se apoderó de Manjiro. Que uno de sus hijos lo hubiera notado era peligroso. Si Izana le decía a Takemichi que había visto a un lobo rondando la casa, ella sabría inmediatamente quién era. Manjiro no estaba preparado para enfrentarse a ella ni a sus hijos.

¿Cómo podría volver a verlos? ¿Cómo podría observar a Takemichi y a su familia sin ser descubierto?

Manjiro tragó saliva, se desvaneció entre las sombras, preguntándose si algún día tendría el valor para acercarse a ellos de nuevo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 26 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Los Niños Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora