XV

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Al día siguiente, Touya salió temprano de su departamento, dejando a Eimi dormida y enroscada con sus sábanas.
La noche anterior fue la mejor de su vida. Y no solo haber tenido relaciones sexuales sin descanso. Sino porque había tenido la fortuna de haber estado con su hermosa princesa, no con cualquiera.

Estaba decidido, le iba a pedir a Eimi formalizar, tener una relación, ser novios. Y quería hacerlo de una manera especial. Por eso, salió temprano y compró varias cosas para prepararle un rico desayuno. También un ramo de flores y una caja de chocolates.

Hizo lo más rápido que pudo, para que al llegar la rubia siga estando durmiendo y el pueda preparar todo.
Y tuvo éxito, al llegar Eimi seguía durmiendo como un bebé. Estaba exhausta, nunca tuvo tanto desgaste físico y se notaba en la forma tan plácida y profunda en que dormía.

En completo silencio, Touya preparó unos cuantos panqueques esponjosos, con dulce de leche y crema. Cortó frutillas en pedacitos y también lo agrego al plato.

También preparó dos cafés con leche, y al de Eimi le hizo el dibujito de un corazón en la espuma, como le había enseñado Keigo en un momento que el rubio trabajaba en una cafetería.

Cuando todo estuvo listo, intentó memorizar algunas palabras para decirle, porque aparecer con la comida y decir "quiero que seas mi novia" era muy... simple.

Touya había acomodado todo el desayuno en la barra, dejó escondidas las flores y el chocolate para el momento que haga la proposición. Mientras se devanaba los sesos pensado que lindas palabras decirle.

El olfato de Eimi terminó por despertarla, ya que todo el departamento de Touya olía a café recién hecho y algo dulce. Su estómago rugió, y al no sentir a su albino al otro lado de la cama terminó por levantarse.
Más dormida que despierta, se puso una remera que encontró en el suelo, era de Touya. Y solo con eso puesto, salió de la habitación.

— ¿Touya? ¿Qué huele tan rico? — murmuró Eimi, frotando sus ojos y caminando lentamente hacia donde estaba el albino.

El se sobresaltó al escucharla, aún no sabía que decirle exactamente.

— Yo... hice el desayuno... — se limitó a decir. Eimi abrió un poco más sus ojos y observó lo que había sobre la barra.

— ¡Hiciste panqueques! ¡Qué rico! — Eimi se miró con más cuidado todo lo que había preparado Touya. Incluso el café que tenía ese dibujito. — ¡Es muy lindo! —

— Para ti, mi amor. — sonrió el albino, satisfecho de que le haya gustado.

Los dos se sentaron juntos y degustaron lo que había preparado el Todoroki. Eimi bebió su café con lástima, porque no quería borrar ese lindo corazón que había sobre la bebida.
Dejaron los platos bien limpios.

— Fue el desayuno más rico que alguna vez comí, y a las dos de la tarde. — se rió al final.

— Me alegro que te haya gustado, preciosa. — murmuró Touya, se notaba que estaba algo nervioso.

— ¿Qué ocurre? — Eimi lo notó, y no dudó en preguntar.

— Nada... — farfulló el albino. Aún en su mente buscaba las palabras adecuadas.

— Estás raro. ¿Tenés sueño? ¿Querés que volvamos a dormir? — insistía la rubia, ajena a todo lo que ocurría en la mente de su príncipe.

— No, estoy bien. — aseguró Touya.

— Bueno, como digas, voy a juntar y limpiar todo, ya que cocinaste yo limpio. — comentó ella, cuando él quiera decirle que le pasa, le dirá.

Eimi estaba por ponerse de pie cuando Touya se lo impidió. Lo miró sorprendida, esperando una explicación.

Lost in those eyes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora