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Hyeyoon despertó apenas un rayo de sol se asomó por su ventana, le dolía la cabeza y sus mejillas se sentían secas por las lágrimas, suspiró cansada y se levantó, necesitaba un vaso de agua.
Luego de servirse y beberla, observó su alrededor, sintiendo la misma dolencia desde la noche anterior. Miró la mesa que estaba en el centro del lugar y observó un pequeño ramo de margaritas, quiso acercarse para verlas y olerlas, pero no pudo dar ni un paso.
Su cuerpo no podía ir más allá de la cocina y su corazón presenciaba un leve pinchazo.
Volvió a su habitación, colocando una sábana oscura que estaba guardada en el armario sobre la ventana y así dormir otro rato más, evitando cualquier pensamiento negativo y también los recuerdos que compartía con Jungwon o en los que esté él.
Su trance de sueño fue interrumpido por el galopeo de un caballo, sintió el aire atorarse en pleno camino hacia sus pulmones. Se asomó lentamente por la puerta para ver de quién se trataba y soltó un suspiro de alivio al ver la cabellera rubia de Yuna.
Su sirvienta pasó luego de dos toques y dejó un canasto de frutas sobre la mesada de la pequeña cocina, se acercó a la habitación y vió a la pelinegra acostada en forma de bolita.
- Su majestad, ¿tiene hambre? - cuestionó alegre de verla allí.
- ¿Qué haces aquí? - preguntó sin vueltas.
- No ha comido nada desde ayer, le traje un poco de fruta - respondió con su tono amable y dulce.
- No tengo hambre - refutó.
- ¿Quiere que le traiga algún platillo del castillo? -
- No tengo hambre - repitió frustrada.
- ¡Oh, ya entendí!, tiene antojo del príncipe Yang Jungwon - habló y la princesa se sentó con las mejillas sonrojadas y le dedicó una mirada de mala gana - ¿Tampoco? -
- ¿Qué quieres, Yuna?, estoy cansada y quiero dormir, ve al punto - dijo frustrada.
- Su majestad, le aseguro que primero querrá comer antes de que le diga lo que le tengo que decir - dijo con un tono más serio y Hyeyoon elevó una ceja - No será para nada de su agrado -
- ¿Qué trajiste? - preguntó y la rubia sonrió.
- Naranjas, manzanas, moras y frutillas - respondió.
- Moras y frutillas, por favor -
Yuna preparó en un pequeño bowl de madera las frutas que pidió la menor, quién no tardó en devorar todo lo que este tenía. Relamió sus labios al finalizar su desayuno y posó sus ojos llenos de curiosidad sobre la mayor.
