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El mayor temor de la princesa Hyeyoon era cumplir sus 18 años, por la suma de responsabilidades que se iban a agregar en su ya atareada agenda que la iba a tener ocupada de lunes a domingos sin posibilidad de descanso que dure más de seis horas en la hora de dormir.

Y tal como estaba planeado, luego del fin de semana en el que se festejó la mayoría de edad de la princesa, sus tareas comenzaron a ser numerosas, tenía que organizar bailes, visitas al pueblo, reorganizar los espacios y, lo más importante, compartir una semana completa con cada príncipe que la visite para tomar su mano.

Pero justamente en esa última actividad ella lo evitaba a toda costa, generando excusas como que se encontraba en mal estado o a veces lograba escaparse al pueblo para adelantar sus mandatos.

Logró evadir sus pretendientes por dos largos años, aunque su padre, el rey Lee Félix, dejó de insistirle con que lo haga al menos una vez apenas pasó un año desde que ella empezó a rechazarlos. Pero este año no iba a pasar y ordenó a sus sirvientes y su secretario supremo que suspendan todas las actividades habidas por haber en determinadas fechas, ya que esta familia ajena era una de las más poderosas del país y su hijo mayor era el pretendiente perfecto, no se podía permitir la evacion ni la ignorancia de su llegada.

La última actividad que le fue otorgada a la princesa fue decorar el castillo y la calle principal que dirigía a este para su bienvenida, aunque su padre generosamente le mintió diciendo que venía un rey que gobernaba un pequeño reino para ayudarlo económicamente para que este no caiga en la pobreza sobre los plebeyos ni en los nobles.

Hyeyoon tuvo sus dudas cuando su prójimo no le quiso decir el nombre de aquel pequeño reino, ya que a ella le encantaba la geografía y la historia de cada gobierno que había en su país natal y en el mundo. Aún así decoró todo detalladamente para que la bienvenida sea la más cálida y sorprendente que alguna vez pudiera haber presenciado el rey visitante.

- Hija, esta vez debes acompañarme, tus sirvientas ya eligieron tu aspecto para este atardecer, por favor, no me falles - rogó el rey Félix mientras su hija disponía de su atención sobre el libro de historia que estaba leyendo desde hace una semana.

- Lo haré, padre - respondió con tranquilidad, sin quitar la vista de la hoja llena de palabras redactando una de las guerras más sangrientas del pasado.

Su padre se retiró y Hyeyoon cerró el libro luego de anotar con su pluma el número de página donde detuvo su lectura, soltó un suspiro y aplaudió dos veces, dejando entrar a sus sirvientas encargadas de preparar un exquisito baño para relajar la tensión y el estrés.

Cuando terminaron de enjabonar su cuerpo y lavar cuidadosamente su cabello lacio y negro, prosiguieron con su peinado y maquillaje; a petición de la princesa le hicieron una trenza adornada de flores rosadas que caiga sobre su hombro izquierdo para que combinara con su pequeña corona de oro rosado. El maquillaje fue lo menos luminoso posible, usando tonos anaranjados.

Al momento de vestirla, le colocaron un hermoso vestido del mismo color de las flores que decoraban su brilloso cabello con detalles dorados, junto a una cola de tul y guantes blancos. Le pusieron unos zapatos de tacón bajo y Hyeyoon finalmente estaba lista.

- ¿Algo que deba esperar de hoy? - consultó a la sirvienta con quién tenía más confianza, Yuna.

- Nada que me haya enterado, su majestad -

La pelinegra soltó un suspiro para relajar los nervios y salió de su habitación, siendo seguida por dos guardias detrás de ella, con destino al salón de bienvenida, el cual estaba decorado tal cual como la princesa ordenó.

it's you or you ლ jungwonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora