-Aléjate de mi caballo.
El muchacho, el cual como mucho tendría 5 años más qué yo, se giró lentamente con las manos levantadas en son de paz. Pero al verme dejó caer sus brazos y empezó a reirse.
-Oh venga. ¿Crees que me das miedo con el arco?- volvió a reírse- si no le das ni a la mitad.
-Yo de tu no me arriesgaría a comprobarlo.- la voz me tembló un poco más de lo que quise.
-Pero si pareces un cervatillo asustado. Que ricura.
-Cállate y márchate.
-Yo me voy encantado... con tu caballo.
-¿Qué? ¡Ni hablar!
-Venga, que más te da un caballo más que uno menos.
-¿Y tú que sabes si tengo más caballos? A lo mejor mi familia solo tiene este.- dije y volvió a reir. Al parecer me había convertido en una chica graciosa porque no entendía de que se reía tanto.
-¿A quién quieres engañar? Solo con la seda de tu capa te podrías comprar una casa en las afueras del reino.
-Eso no te da derecho a robarme el caballo.
-No estaba pidiendo tu opinión.- dijo y luego de una reverencia se subió al caballo.
- ¡Oye! Te he dicho que no.- dije acercandome a él sin bajar el arco.
-Y yo te dije que no me interesa tu opinión. - justo cuando terminó la frase una de mis flechas paso a milimetros de su brazo- Fallaste, quizás la próxima vez que nos encontremos tengas más suerte.- dijo y empezó a trotar con mi caballo. Empecé a dispararle con más flechas pero ninguna le alcanzó a él, al contrario, una golpeó a Noche y empezó a correr, perdiéndolos de vista en pocos segundos.
-AHHHGGG- solté un grito de frustación.
Cuando encontré algunas de las flechas lanzadas, puse rumbo a casa. Cuando llegué ya había amanecido y en la puerta me esperaba mi padre junto al mozo de escuadra.
-¿Se puede saber donde estabas, jovencita? ¿Y el caballo?- por la cara de Armando supe que mi padre lo sabía todo.
-Se me escapó al oir unos ruidos.- no le admitiría que me lo habían robado.
-Por dios Catalina. ¿Tú sabes las de cosas que tu hubieran podido pasar? ¿Cómo te atreves a salir sola? ¿Es que te has vuelto loca?
-Solo fui a dar un paseo.
-Un paseo que hubiera podido terminar en una tragedia: comida por los lobos, secuestrada... Tienes prohibida la salida de tu habitación hasta nuevo aviso. -Genial, justo lo que más deseaba, ser una prisionera.- Bajaras a cenar con nosotros, Sebastián viene de visita y no queremos que se lleve ningún disgusto ¿verdad?
-Si padre.- al menos tendría un poco de libertad.
Mi padre había hecho llamar a Carlota, sería la encargada de controlar que no escapase de la habitación. Lo primero que hice al entrar en ella fue darme un largo baño, tenía todo los pies llenos de barro, barro que no hubiese pisado si no me hubiesen robado el caballo, claro está. Después me puse el camisón y me acosté a dormir. Me despertó la dulce voz de Carlota:
-Mi señora, la cocinera le ha traido su comida.
Comí por comer, porque la verdad no tenía mucha hambre. Luego me pasé el resto de la tarde leyendo y bordando, para contentar a mi madre, hasta que llegó la hora de la cena. Me puse un vestido que reservaba para las visitas especiales. No era nada del otro mundo, pero a mi me encantaba. Después de ayudarme a vestirme, Carlota me peinó y recogió el pelo y cuando estuve lista bajé al salón. Cuando llegué solo faltaban mis padres y la visita, mi hermano junto a su mujer y su adorable hijo. Me senté en mi sitio relajada hasta que mi hermano menor, Diego me molestó.
-¿Que has hecho?
-Diego, no he hecho nada malo.
-Padre dice que fuiste sola al bosque.
-Nada malo, como te he dicho ya.
-¿Y porqué fuiste sola?
-¿Tu crees que si hubiese ido con cualquier soldado me hubieran dejado practicar con el arco?- ya no contestó porque entraron los que faltaban y se unieron a la mesa.
La cena estubo bastante animada. Sebastián nos contó su último viaje y nosotros le pusimos al día de lo que había sucedido en el reino.
-Sebastián, querido. ¿Quándo te marchas?
-No estaremos para la próxima cena, la familia de Elisabeth viene de visita en unas semanas y ya sabéis como es mi mujer, lo tiene que organizar todo ella.- dijo mi hermano y compartió una mirada cómplice con su mujer.
-Si es asi, te pediría hijo, que nos acompañases a tu hermana y a mi a Baeroanis a finales de mes.
-¿A Beroanis? ¿Que se os ha perdido alli?- dijo aún con una sonrisa en el rostro, desde que lo había visto llegar no paraba de sonreir.
-Tu hermana se casa.
-Eso es una gran noticia. -dijo levantandose y me dio un abrazo- tenemos que hablar. - dijo susurrando mientras nos abrazabamos.
-Bueno hijo- dijo mi padre soltado una carcajada. Aun no está nada claro, por eso iremos, a concretar detalles.
Estaba en shock, ¿desde cuando mi padre decidia tanto por mi? Siempre había decidido varias cosas pero solía pedirme opinión, ya que era mi vida. Terminé la cena en silencio y sin mirar a nadie, perdida en mis pensamientos.
-Catalina, acompañame un momento a la biblioteca.- me dijo mi padre.
-¿Ahora? ¿Para que?
-Tú solo hazlo.
Lo seguí en silencio. No solía pasar tiempo asolas con mi padre, él preferia dedicarle tiempo a mi hermano y yo prefería mantener las distancias. Cuando entramos a la sala cerró la puerta, se sentó en uno de los sofas en silencio y empezó a hablar.
-Catalina, ya se que tu mayor sueño no es casarte. Y que, a tus 18 años solo te apetece comerte el mundo pero si no te casas terminarás viviendo bajo el techo y las normas de alguno de tus hermanos. ¿No es preferible que te cases con ese muchacho? No es un mal muchacho, seguro que, con el tiempo, podrás hacer tus escapadas, esas que yo considero suicidas, junto a él. Al principio no se amaran, pero como todos Cata, ¿o a caso crees que yo me case con tu madre por amor? Claro que no, pero ahora daría mi vida por ella. Se que, a tu edad es difícil de entender, yo solo te pido que me perdones algun día.
No sabía que contestar. Tampoco sabía que quería que le contestara. Me sentía un poco una oveja que iba a ser cambiada por cuatro monedas. El pánico se apoderó de mi. Sentía que un gran elefante se subía encima de mi y no me dejaba respirar. Quise gritar pero, al igual que las palabras, no me salían los gritos. Sin pensarlo salí de la biblioteca corriendo hacía mi habitación.
-¿Catalina!- oí gritar a mi padre, pero los dos sabíamos que no iba a volver marcha atrás.
Abrí la puerta de la habitación aun agitada, cerré y, antes de darme la vuelta, me percaté de que no estaba sola. Ahí estaba mi hermano, con una flor en la mano. Una flor pálida.
~~~
Hey! Primero que todo gracias por llegar hasta aquí. Espero que estés disfrutando de la lectura. Quería avisarles que puede que apartir de ahora solo suba un capítulo por semana (o incluso en algunas no pueda) a causa de que han iniciado mis exámenes💀. Intentaré subirlos lo más pronto que pueda. Como reompensa tienen este capítulo que es más largo de lo habitual.
Lu~
ESTÁS LEYENDO
El Secreto De Las Flores
Ficção HistóricaEl reino de Palidia no se plantan flores, y mucho menos flores pálidas. Todos las relacionan con la muerte, hasta las temen. Una vez al año, cuando el sol ya se ha marchado y las calles quedan alumbradas únicamente por los pequeños faroles, una flor...