Cuando abrí los ojos ya no estaba en el castillo, estaba en el bosque pero no lograba distinguir de que parte del bosque se trataba, nunca había estado allí. Intenté levantarme pero se me hizo imposible, estaba atada de manos a un árbol. A pocos metros de mi pude ver a dos hombres cerca de una hoguera, uno de ellos se levantó y se acercó a mí, era rubio y tenía los ojos de una azul asombroso.
-Te has dado buena siesta, ¿eh?
¿A que estaba jugando?
-¿Que es lo que queréis? ¿dinero, joyas, tierras...? Mi padre podrá daros todo eso y más.
El chico empezó a reírse de tal manera que parecía que lo fingía.
-Si lo prefieres te soltamos, pero teniendo en cuenta que no sabes donde estás y los peligros de la noche, durarás menos tiempo viva que con nosotros.- dijo el otro, que no se había movido de la hoguera. Era el mismo que había enfrente mia cuando perdí el conocimiento, era su voz.
El rubio me desató y volvió con su compañero sin mirar atrás, estaban cocinando un conejo pero no tenían mucha idea de como hacerlo porque ni lo habían despellejado. No me acerqué a ellos, no me transmitían mucha confianza. Inspeccioné sin moverme cada arbol, arbusto o señal que pudiera darme una pista de donde me encontraba pero fue imposible, estaba muy lejos de casa. El inútil ese tenía razón, estaba más segura cerca de ellos. El pelinegro sonrió y, de repente, mi memoria se volvió a activar, era el que me había robado el caballo días atrás. Lo fulminé con la mirada, provocado que su sonrisa aumentará.
-Cervatillo, el conejo es para ti. - dijo el ladron de caballos sin quitar su estúpida sonrisa.
-No tengo hambre.
Puso los hojos en blanco y se puso de pie. Su compañero se puso de pie.
-¿Nos vamos, Vic? - dijo uno de mis secuestradores y empezaron a andar.
-Ey, ¿dónde vais? - pregunté, aún no había decidido que hiba a hacer.
-A casa. - dijo el tal Vic sin dejar de andar.
Siguieron andando sin preocuparse de si les seguía o no. A los pocos segundos, debido a los frondoso árboles ya no los veía. Estaba sola en un bosque que no conocía rodeada de peligros que desconocía.
-¡Esperad!- grité y corrí hasta situarme detrás de ellos.
Cuando recuperé el aliento me percaté de que caminaban en silencio, prestando atención a lo que nos rodeaba, por lo que decidí hacer lo mismo pero cuando el tiempo empezó a passar no pude resistirme a iniciar una conversación.
- ¿Dónde es casa exactamente? Conozco algun par de reinos cercanos al mio per...
-¿Siempre eres tan molesta?
-¿Perdón?
-Venga Evans, no seas tan duro con ella. -dijo el tal Vic a lo que su compañero asesinó con la mirada pero a él le importo poco - Vamos a Iztia.
-Eso no se donde se encuentra.
-Eso ya lo sabíamos cervatillo.
-No soy un cervatillo. ¿Donde está mi caballo? - yo solo quería saber como se encontraba un caballo pero para el tal Vicente, o asi deduje que se llamaba, parecía que le hubiese dicho que había muerto un ser querido.
- Oliver, ¿de que coño está hablando?- dijo parándose en seco. Oliver me miró con su mirada asesina.
-Yo que se, está deliriando.
-Oliver...- dijo con rabia, se giró hacía mi y me cogió del cuello - ¿que caballo? - me pregunto mirandome con sus ojos azules que me recordaban a las profundidades del océano.
-Me robó el caballo -dijo como pude y me soltó con la misma rapidez que me había cogido, por lo que caí al suelo.
-¡Joder Oliver! ¿Esque no puedes seguir ninguna puta norma?
-Solo me llevé el puto caballo.
-Si y ella te vió, ¿y si ha reportado el robo? ¿Que coño no entiendes de mantenernos al margen?
-Cállate.
-¿Que me calle? Como puedes ser tan sinvergüe....
-Víctor de veras, cállate y huele.
Yo seguía viendo el espectaculo des de el suelo, me daba miedo moverme y que el tal Víctor, que no era Vicente (fallo mio), me matara a mi en vez de al tal Oliver Evans. Pero con las últimas palabras del pelinegro se quedaro callados.
-Lo que faltaba...- dijo Víctor.
-Pero si son mis chuchos favoritos.- dijo Oliver hacia la sombra, donde aparecieron dos gemelas idénticas, con alguna que otra rama en el pelo.
-¿Es la flor?- dijo la de la derecha.
-Sí, sí lo es.- le contestó la otra y sonrió.
-Ni en vuestros mejores sueños.- dijo Oliver y luego hablo mas flojo- cervatillo, es tu momento de gloria. Corre, corre sin mirar atrás si aprecias un poco tu vida.
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El Secreto De Las Flores
Ficção HistóricaEl reino de Palidia no se plantan flores, y mucho menos flores pálidas. Todos las relacionan con la muerte, hasta las temen. Una vez al año, cuando el sol ya se ha marchado y las calles quedan alumbradas únicamente por los pequeños faroles, una flor...