Su muerte cambio

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Los dos capítulos que publico hoy es por @Seminare025 quien me comento bastante en los anteriores capítulos, de verdad lo aprecio porque así no me siento sola en esta plataforma jaja

El caos reinaba en los pasillos del castillo mientras el amanecer se acercaba. Laena estaba en pleno trabajo de parto, y la situación era cada vez más desesperada. El dolor era tan intenso que sus gritos resonaban por los corredores, cargados de angustia y desesperación.

—¡AHHH! ¡Carajo! —Laena gritaba con una intensidad que hacía temblar las paredes. Cada oleada de dolor parecía arrastrarla más hacia un abismo de sufrimiento.

Daemon, con una expresión de pánico y angustia, se movía de un lado a otro. Su preocupación por su esposa y su hijo era palpable, y el desconcierto de no poder hacer nada se reflejaba en cada uno de sus movimientos.

—¡Hagan algo! —exigió Daemon, su voz temblando con una mezcla de desesperación y furia. Su preocupación por el bienestar de su hijo lo impulsaba más que su angustia por Laena, pero no podía ignorar la agonía de su esposa.

El maestre, visiblemente nervioso y con el rostro pálido, se acercó con una expresión grave.

—Mi príncipe, la única opción viable es abrir el vientre de la princesa. —dijo con un tono temeroso, la seriedad de la situación clara en sus palabras. La propuesta era aterradora, pero parecía ser el único camino posible para salvar a ambos.

—¡¿Qué?! ¡No! —Laena respondió con una furia que desmentía el dolor que sentía—. Si voy a morir, me voy a llevar a este engendro conmigo. ¡Es injusto que él viva mientras yo estoy aquí sufriendo! ¡Haz algo, es una orden! No olvides en presencia de quién estás —dijo con una voz que mezclaba enfado y desesperación, manteniendo su actitud de superioridad incluso en su estado crítico.

Daemon miró al maestre con una mezcla de desesperanza y frustración, la decisión de Laena era clara y no dejaba lugar a alternativas. Mientras tanto, la angustia se reflejaba en cada uno de los presentes, el futuro de Laena y su hijo pendiendo de un hilo.

El maestre, comprendiendo la firmeza de la orden y la desesperación en la voz de la princesa, asintió con tristeza y se preparó para llevar a cabo el procedimiento, con el corazón pesado por el dolor que se avecinaba. Daemon, con un rostro sombrío y lágrimas en los ojos, se aferraba a la esperanza de que el sacrificio valiera la pena, mientras Laena continuaba su lucha, su grito de agonía resonando en el castillo como un lamento de desesperación y pérdida.

Cuando el maestre finalmente sacó al bebé, el pequeño cuerpo sin vida fue colocado en las manos temblorosas de Daemon. La escena era devastadora: la tristeza en los ojos de Daemon era un reflejo de la profunda pérdida que sentía. Laena, a pesar de su dolor, encontró una manera de mirar a su esposo con una mezcla de rabia y desdén. Su actitud era una cruel combinación de resignación y satisfacción amarga.

—Si voy a morir, moriré feliz —murmuró Laena con un tono que destilaba desprecio. Sus palabras, frías y calculadoras, revelaban la verdad oculta detrás de su postura dura. Laena nunca había deseado ser madre realmente; para ella, los hijos eran simplemente un medio para asegurar su posición y aumentar su poder. Su vida estaba construida sobre los lujos y el poder que le proporcionaba ser la esposa del hermano del rey, y la idea de un hijo no era más que una carga inesperada.

La mirada de Daemon, llena de tristeza y pena, contrastaba profundamente con la sonrisa sardónica de Laena. Ella encontró una cruel satisfacción en la agonía de su esposo, sabiendo que sus aspiraciones de usar a sus hijos para fortalecer su influencia y asegurar su futuro se habían desmoronado. En su mente, el sueño de casar a sus hijas con poderosos aliados y aumentar su propio poderío se había convertido en polvo, arrastrado por la tragedia de su tercer hijo.

Segunda vida.  JACEGONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora