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Era un martes por la mañana, los estudiantes estaban adormilados en sus asientos mientras el profesor impartía su clase como de costumbre.
Zee era un año mayor que Nunew, esto significaba que el chico tenía muy poco tiempo para ver a su interés romántico. Por esta razón Pruk comenzó a regalarle cosas y se las dejaba en su lugar antes de que él llegara, o mejor dicho, antes de que todos llegarán ya que no quería ser visto por los demás.
"Te compré estas flores porque noté que te gustan mucho, eres un chico muy lindo... espero te gusten"
"De: Anónimo"
—Zee ya di la verdad —mencionó su amigo sentado a un lado de él —Nunca te le vas a declarar, ¿verdad?
—Claro que lo haré, es solo que aún no es tiempo.
—Entonces... ¿Cuándo será el tiempo?
El mayor pensó en aquello y reconoció que su amigo tenía razón, es decir, no es que no quisiera pero tenía miedo de declararse, miedo al rechazo y al no ser correspondido.
Su madre siempre le dijo que debía tener una linda novia y casarse con ella, pero al creer, Zee se dio cuenta que no se veía compartiendo su vida con una mujer.
—¡Zee! —aquel grito lo saco de sus pensamientos.
—Max... ¿Qué sucede?
—Debería ser yo quien te haga esa pregunta —suspiro —¿Por qué no pusiste tu nombre en la carta?
—Me da vergüenza.
Su amigo coloco su mano en el hombro del chico —Si continuas enviando cartas sin nombre, nunca descubrirá quien eres.
—Eso ya lo sé, es solo que... —pauso su habla para tragar saliva nerviosamente —Todavía no es el momento.
Su amigo hizo un gesto de negación sin decir nada y volvió a escribir en su cuaderno, mientras Zee se concentraba en pensar en que otras cosas regalarle al chico que le gusta.
《¿Flores?》
《¿Postres?》
《¿Una poema?》
《¿Joyería?》
Pruk ha sido criado en un ambiente amoroso por una familia que lo ha enseñado a tener un corazón bondadoso. A pesar de que sus padres puedan llegar a ser demasiado exigentes, él sabe que lo quieren mucho.
Saliendo de clases el mayor se encargaba de ver desde la distancia al chico con el que había bailado, aquel chico del que se estaba enamorando poco a poco.
—¿Debería regalarle macarrones?
—¿Macarrones? —preguntó su amigo confundido.
—La noche de la fiesta lo vi comer muchos de esos postres —sonrío —Supongo que son sus favoritos.
