38 : Final

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Satanás observaba la escena con una ira desatada. Su último aliado, Balcebu, había caído ante la furia de Belial. La traición de Azazel y la muerte de sus más fieles seguidores lo habían dejado al borde de la locura. En ese momento, Lilith, aprovechando su fragilidad, se lanzó sobre él.

La batalla que siguió fue una danza macabra de poder y odio. Satanás, en su furia, desataba ataques devastadores, mientras que Lilith, ágil y evasiva, aprovechaba cualquier oportunidad para asestarle un golpe certero. El inframundo se convulsionó bajo el peso de su enfrentamiento, las tierras se agrietaron y el aire se llenó de un calor abrasador.

Satanás, con sus garras afiladas como dagas, rasgó el aire, dejando surcos profundos en el suelo. Lilith, con una agilidad felina, esquivaba sus ataques y respondía con una precisión mortal. Sus ojos brillaban con una intensidad que reflejaba su determinación.

— Maldita zorra mira todo lo que has causado — siseó el con furia

— Mira todo lo que has provocado por tu avaricia maldito, todo esto es tu maldita culpa muere de una puta vez — grito lanzándose sobre el clavando sus garras en su pecho

Belial, testigo de la brutal contienda, se acercó lentamente. Su figura imponente, envuelta en sombras, intimidaba incluso a Satanás. El Señor de las Tinieblas, sintiendo la presencia de su antiguo rival, se giró para enfrentarlo.

—Tú también, Belial ¿Te atreviste a desafiarme? — rugió Satanás, su voz resonando como el trueno.

Belial respondió con una sonrisa fría. —Tú has causado demasiado daño, Satanás. Es hora de que pagues por tus crímenes maldito bastardo.

Satanás, al ver que estaba acorralado, tomó una decisión desesperada. Sabía que no podía vencer a Lilith y a Belial juntos. Con una mirada de odio hacia Lilith, la agarró con fuerza y la arrastró hacia las profundidades del inframundo.

Lilith, sorprendida por su acción, luchó por liberarse.

—Satanás, suéltame — gritó, pero fue en vano. El Señor de las Tinieblas la arrastraba cada vez más profundo, hacia un abismo sin fondo.

— Suéltame maldito — ella hizo un ademán de sujetarse de una raíz pero fue en vano

Mientras descendían, Lilith lanzó una última mirada a Belial. En sus ojos, había tristeza por la pérdida de su aliado y admiración por la valentía de Belial al enfrentarse a Satanás y antes de caer al abismo gritó

— Es tu turno Belial...

Al llegar al fondo del abismo, Satanás arrojó a Lilith a una celda oscura y solitaria, una idéntica a dónde estaba hace años atrás. Luego, se volvió hacia las sombras y pronunció una oscura invocación. Un portal se abrió, y Satanás se adentró en él, arrastrando consigo a Lilith.

Con la desaparición de Satanás y Lilith, el inframundo quedó sumido en el caos. Belial, aunque había vencido a Balcebu, sabía que su trabajo aún no había terminado. La bestia primigenia seguía al acecho, y los demonios restantes se habían vuelto más salvajes y peligrosos.

Lilith, encerrada en su celda, se preguntaba qué le depararía el futuro. Sabía que Satanás no la dejaría escapar fácilmente. Pero también sabía que no se rendiría. Con una fuerza de voluntad inquebrantable, juró escapar y poner fin al reinado de terror de Satanás.

***

Belial

La victoria sobre Balcebu había sido pírrica. La euforia inicial se desvaneció ante la sombría realidad que se cernía sobre el inframundo. El caos reinaba, la bestia primigenia desataba su furia, y Satanás, en un acto de cobardía y desesperación, había arrastrado a Lilith a las profundidades.

Lilith Donde viven las historias. Descúbrelo ahora