Capítulo 10

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Ryder



Al llegar, ella se queda desconcertada por unos segundos, lo suficiente como para que yo pueda rodear el auto y tomar su mano para ayudarla a bajar. No es un club ni un bar, sino un lugar exclusivo, un secreto bien guardado donde la diversión no termina hasta el amanecer.

No suelto su mano mientras la llevo por el pasillo, entre personas que beben, gritan y bailan al ritmo de la música que resuena por toda la calle. Ella se acerca a mí, pegándose a mi brazo, y observa a su alrededor con curiosidad, sorprendida por el ambiente tan distinto al que está acostumbrada.

Autos aparcados en las orillas, hombres asando carne en improvisados fogones, y casas con balcones abiertos, uniéndose a la fiesta que se desborda en la calle. La energía es contagiosa, y puedo sentir cómo ella se deja llevar por la emoción, su mano apretándose en la mía.

La música latina es conocida para mí, pero no sé qué tanto lo es para ella, quien sigue paseando su mirada por las chicas que se mueven al ritmo de la melodía.

—¿Te gusta?

Sonríe dando un último vistazo a su alrededor.

—Me encanta.

Se suelta las coletas dejando caer su cabello y observa las chicas a su alrededor, uno de ellas se acerca tomando su mano y le indica cómo mover las caderas al ritmo de «Limbo»

—¡Suéltate, guapa! —la animan.

Ella sonríe emocionada y comienza a imitarla, hasta sacar sus propios pasos, acercándose a mí para bailarme. La minifalda le luce espectacular y el trasero firme lo menea con un movimiento de cadera que acaba de aprender.

Mis manos se deslizan por su cintura cuando se gira para estar de frente a mi y me muevo con ella acompañandola en el baile. Sigo bajando hasta tocar sus glúteos y es entonces que la beso metiéndole la lengua hasta la garganta logrando que la temperatura suba

Antes de alejarse deja varios besos en mi rostro y mandíbula, para seguir brincando y bailando ahora al ritmo de «Danza Kuduro »

—¡Ven, pelirroja! —una de las chicas la llama indicando que suba a la parte trasera de una camioneta. —¡Ven!

La tomo con facilidad de la cintura y la ayudo a su subir, pero antes le planto un beso en la boca.

—Diviértete, muñeca.

Me alejo un poco para observarla mejor y las chicas la animan a bajar y subir como si tuviera un tubo invisible del cual agarrarse. Continúa moviendo sus caderas y a dar vueltas hasta hacer un paso juntas.

—Toma.

Un chico me pasa una cerveza y se coloca a mi lado.

—Gracias.

—Tienen mucha batería, ¿Cierto? —comenta observando a las chicas. —La mía es la castaña, el amor de mi vida, ¿La tuya?

Bebo un sorbo antes de responder.

—La pelirroja.

—Guapa, con todo respeto. —adelanta. —Soy Bruno.

—Ryder.

Estrecho su mano mientras las chicas continúan bailando ahora al ritmo de otra canción.

—Beth ya le echó el ojo a tu chica, amigo. —dice. —Ella dónde sea ve amigas, tiene un corazón enorme.

Sonrío.

—Bueno, mi muñeca también.

Ahora mismo, no me preocupa aclarar que en realidad no somos nada. No necesito etiquetas ni explicaciones. No quiero pensar en lo que los demás podrían pensar o decir. Solo quiero dejar que la noche sea nuestra, sin preguntas ni respuestas.

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