Alexia.
No debería importarme, no debería afectarme ni molestarme pensar en él. Pero es como si mi cerebro estuviera conspirando en contra mía, repitiendo su nombre una y otra vez como un mantra obsesivo. La imagen de su presencia en el lugar se graba en mi mente como una fotografía que no puedo borrar: él al lado de su familia, sonriendo y mirándome fijamente, mientras yo oculto mi mirada detrás de mis lentes, intentando escapar de la intensidad de su gaze.
Me siento confundida y enfadada conmigo misma por permitir que esto me afecte. ¿Por qué debería importarme? Apenas lo conozco ¿Por qué debería sentir este vacío en el pecho cada vez que lo veo? No sé qué me pasa, pero a la vez siento un enojo creciente al saber que he sido ignorada por él durante todos estos días, como si nada de lo que pasó hubiera sucedido.
¿Su plan era utilizarme?
Es como si hubiera una guerra interna en mi interior, una lucha entre la razón y la emoción. Mi mente me dice que me debería cuidar, que debería olvidarlo y seguir adelante. Pero mi corazón me grita que no puedo, que no puedo dejar de pensar en él, en la forma en que me miró, en la forma en que me hizo sentir.
La ignorancia es como un veneno que corre por mis venas, haciéndome sentir invisible y no deseada por momentos.
La rabia y la tristeza se entrelazan en mi pecho, formando un nudo que no puedo deshacer. No sé cómo librarme de esto, cómo dejar de pensar en él y seguir adelante. Pero sé que debo intentarlo, porque esto no puede seguir así.
Repito, ni siquiera lo conozco.
La mano de Theo toca mi hombro con ligereza y yo me giro al verlo, recibiendo la bebida que se ofreció a buscar para mí. Siempre ha sido un caballero y es algo que debo reconocer ya que desde el día uno en que lo conocí en Australia, me cayó bien.
—Debo admitir que aunque esté no es mi ambiente, me está gustando. —comenta observando alrededor. —No es como las fiestas Vip de Sidney, pero tienen estilo.
Sonrío.
—Miami tiene una vibra muy distinta a Sidney, al principio no me quedaba claro, pero ahora sí.
Me apoyo en el capó del auto que tenemos detrás y él hace lo mismo cruzando un pie y hundiendo una de sus manos en los bolsillos de su pantalón de vestir. Tiene mucha clase y aunque estamos en un lugar demasiado alejado de eso, él no pierde la compostura.
—¿Piensas quedarte mucho?
Mi mirada se centra por un momento en el lado contrario, dónde el revoltijo de personas me impiden ver a una en específico
—No creo, tal vez hasta que termine el verano, pero no más.
—Bueno, si no es así, estaba pensado que cuando volvieras a Australia deberíamos de tomarnos unas vacaciones juntos. —propone. —Mi padre tiene una propiedad en Italia, podríamos disfrutar de los mejores vinos y terminar en París.
Respiro hondo jugando con la pajilla de la bebida.
—¿Puedo pensarlo?
Asiente besando mi hombro.
—Claro que sí.
La primera ronda de carreras termina y los Reed se quedan con la victoria, dándome cuenta que quien corrió fue el hermano de Rita, Freddy, quien nos atendió en el restaurante la otra mañana.
El recuerdo del desayuno y de la noche anterior me golpean con la fuerza de un tsunami, acelerando mi pecho y trayendo las imágenes como si se trataran de una película que no puedo pausar. Cada detalle está grabado en mi memoria como si hubiera sido ayer: la forma en que sonreía, la manera en que me miraba, el sonido de su risa.
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Amor Al Límite
RomansaEn un mundo donde las familias Marshall y Reed han sido rivales durante generaciones, Alexia Marshall y Ryder Reed han crecido bajo la orden de odiarse. Pero cuando se cruzan en una ola de pasión y velocidad, descubren que su enemistad escondía un d...