𝟢𝟤𝟧. Without masks

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— Mabe's pov ⸻ ( 🌷 ) —

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— Mabe's pov ( 🌷 ) —.

—Eli, por aquí no se va a mi casa —le dije a mi compatriota mientras caminábamos por callejones que ni yo conocía.

Había sido un día bastante intenso. Casi me peleo con Ruby, todo el mundo me ha preguntado a qué sabe la saliva de Walker (¿qué coño?) y para colmo, mi mejor amiga me metía por callejones por dónde la mafia se metía hace un siglo.

—Tú sígueme —es lo único que me ha dicho en los treinta minutos que llevamos caminando.

Después de toda la travesía (cuarenta y cinco minutos, más o menos), llegamos al portal de mi casa. Y después de casi morir en el ascensor de lo viejo que está, por fin podría...

—Quédate aquí —Eliza me empujó, literalmente. La puerta de mi apartamento se abrió y luego se cerró cuando Eli pasó.

Pues nada, no podía entrar en mi propia casa después de un día de mierda. No voy a mentir, quería llorar, solo un poquito. Es que también me había venido el periodo. Todo junto, ahí, un lunes. Qué mierda de día, de comienzo de semana, de... de todo.

Después de siete minutos (o siete años), la puerta se abrió.

Lo primero que vi tras pasar: el salón. Me encontré con un Walker nervioso apoyado en una de las paredes. Sin embargo, no fue su nerviosismo lo que me sorprendió, sino todo el ambiente que había en el salón. Todo estaba decorado de una forma que me dejó sin palabras. Luces de hadas (creo que así se llaman, ¿no? Las de navidad pero en amarillo) colgadas iluminando todo, flores que estaban puestas con tanto cuidado que parecía que cada una tenía un lugar especial.

—Mabe... —comenzó a decir, pero no pude escuchar el resto. Mi mirada se centró en los vinilos que estaban apoyados en el sofá. Los tres eran álbumes que amaba. Y la palabra se queda corta.

—¿Walker? —pregunté, casi en un susurro, mientras me acercaba a los vinilos con una expresión de incredulidad. Reconocía la carátula de RENAISSANCE (tengo que aprendérmelo todavía), Dangerously in Love y, por supuesto, Norman Fucking Rockwell!—. ¿Qué es... qué es esto?

Me sentí bien, sí. Pero también me sentí mal. O sea, si hago cálculos rápido... cincuenta por cada vinilo, las luces, las flores y el tocadiscos me daba unos trescientos y algo dólares.

—Walker —repetí, esta vez girándome a él—. Esto... no quiero —quejarme, ser una carga, rechazar el regalo—... no sé si puedo aceptar esto. No voy a poder devolvértelo con un regalo mejor.

Walker se acercó a mí, con una sonrisa que decía «sabía que ibas a decir eso». Me acercó a él, agarrándome por la cintura.

—Mabe, esto no se trata de aceptar o rechazar regalos —susurró con tono socarrón.

Ah.

Ah.

—¿Quieres que...? —no terminé la frase porque ambos sabíamos a qué me refería. Por eso él no respondió con palabras, respondió con un pequeño asentimiento.

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𝙍𝙤𝙢𝙖𝙣𝙘𝙚 𝙉𝙤𝙩 𝙍𝙤𝙢𝙖𝙣𝙘𝙚 // 𝙒𝙖𝙡𝙠𝙚𝙧 𝙎𝙘𝙤𝙗𝙚𝙡𝙡 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora