Esa misma tarde, Melisa llegó al cine con Adrien caminando de cerca.
Al llegar, notaron a Rouse y Lucas que estaban de pie frente a una rokola, ambos distraídos, eligiendo una canción entre el listado de la pantalla digital.
Caminaron en dirección a ellos.
Lucas los vio acercarse y presionó el botón para reproducir una canción al azar, por impulso, ni siquiera pudo encontrar una que le gustase. Se dirigió inmediatamente hacia ambos, cargado con ligera irritación— ¿Es que siempre tienen que estar los dos pegados? —Melisa eligió no responder— ¿Se mudaron juntos o qué?
— ¿Qué te pasa?, ¿estás celoso? —cuestionó
Adrien, con seriedad más que con burla.La pregunta tomó a Lucas por sorpresa, haciendo que reaccione de golpe— ¿Qué? —Obviamente no se esperaba eso y no pudo disimular el desconcierto. La pregunta le desacomodó.
— Tu respuesta ya lo dice todo —Adrien estaba leyendo en su mente cómo le había incomodado que alguien mencionara eso, específicamente frente a la misma Melisa.
— Dejen de discutir —Rouse le entregó las entradas respectivas a Adrien y Mel antes de que la situación escalara—. Empieza como en —miró la hora en la pantalla de su teléfono— quince minutos, aún tenemos tiempo de comprar algo en el patio de comida.
Adrien recibió el papel, analizando la canción de Cavetown que estaba de fondo. Pero unas voces tras de sí llamaron más su interés.
Giró para ver discretamente de dónde se originaba el ruido y divisó a un grupo de chicos de aproximadamente quince años que estaban molestando a uno de los suyos, quitándole cosas y arrojándolas entre ellos.
«Son imbéciles»
Melisa se dió cuenta de su mirada y se quedó quieta, intentando adivinar qué pasaba por su cabeza. Rouse caminó hacia la barra de comida para comprar, sacándola del transe al pasar por su costado.
Todos la siguieron, incluso Adrien que trataba de no perder de vista del grupo anterior.
— ¿Se te antoja alguna otra cosa más que palomitas? —preguntó Lucas a Mel mientras subían las escaleras—. Yo te invito.
Mel estaba más concentrada en no tropezar, parecía que las habían limpiado recientemente y se sentían lisas bajo sus pies— Creo que estoy bien —intentó ser educada, le incomodaba cuando se centraba solo en ella e hiciera ese tipo de ofrecimientos cuando había más personas con ellos—. Gracias.
Pero Lucas insistió— Solo dime, no me molesta, de verdad.
Mel no respondió.
Lucas se acercó más a ella cuando llegaron a la barra de pedidos, provocando que se alejara un poco en respuesta, casi siempre esperaba a que él notara su incomoidad, pero nunca funcionaba, y no quería decírselo directamente, le hacía sentir rara.
— Sé que a veces tienes un poco de pena, pero va en serio mi oferta. Puedes pedir lo que quieras —persistió. Tenía un tono suave pero no dejaba de ser molesto.
— En serio, Luc, no tengo mucha hambre ahora.
— Mel —ignoraba por completo su negativa—. No me molesta.
Había pensado erróneamente que Lucas no tendría ese comportamiento con Adrien cerca, pensó que tal vez simplemente se cohibiría de hacerlo. Pero ahora temía que los dos empezaran una discusión de nuevo, porque siendo honestos, le daba vergüenza ajena.
— Creo que ya te dijo que no, Lucas —y no se equivocó—. Déjala en paz, ¿quieres? —había tosquedad en su tono.
El chico cerró los ojos unos segundos, harto, y lo miró con desdén— ¿Podrías dejar de entrometerte como si la conocieras de toda la vida? Apenas llevas como un par de meses aquí —y le enojaba pensar que en esos meses, había conseguido acercarse a ella más de lo que él había podido hacer en años.
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Almas Carmesí
RomanceEl sufrimiento ha sido parte de su vida, y ha creado inmunidad para ello. Por eso, cuando el hijo de Lucifer, un seductor demonio, se le aparece y elige su alma para arrastrarla a la condena eterna, a ella no parece importarle. Ambos están atrapados...