La Fortaleza del Corazón
Los días que siguieron fueron un torbellino de emociones. La rabia, la tristeza, la confusión, la desesperación... todas se mezclaban en un cóctel amargo que Lisa no podía dejar de beber. La imagen de Jennie con Taehyung se había grabado en su mente, una mancha oscura que la perseguía sin descanso.
Rosé, su amiga incondicional, se convirtió en su refugio. La acompañó a través de las noches de insomnio, las mañanas de desolación y las tardes de silencio. Le preparaba su café favorito, la abrazaba con fuerza y le susurraba palabras de aliento.
"Ella no te merece, Lisa," repetía Rosé con voz suave, mientras le acariciaba el cabello. "Tú eres fuerte, eres hermosa, eres inteligente. Mereces ser amada de verdad."
Lisa asentía con la cabeza, pero el dolor seguía ahí, latente en su corazón. No podía dejar de pensar en Jennie, en los momentos felices que habían compartido, en las promesas que se habían hecho.
"No entiendo," susurraba Lisa, con la voz quebrada. "No entiendo cómo pudo hacerme esto después de todo lo que hemos pasado."
Rosé la miraba con compasión, sintiendo el dolor de su amiga como si fuera el suyo propio.
"A veces, Lisa, la gente cambia," decía Rosé con dulzura. "No siempre somos las mismas personas que éramos hace tiempo. Y a veces, las personas que amamos, dejan de amarnos."
Las palabras de Rosé eran como un cuchillo en el alma de Lisa por qué era verdad. Le recordaban que no estaba sola,pero que tenía a alguien que la amaba y la apoyaba.
Un día, mientras Lisa y Rosé paseaban por el parque, se encontraron con un grupo de jóvenes que estaban haciendo un taller de pintura. Lisa, inspirada por la energía creativa que emanaba del grupo, decidió unirse.
"Ven, Lisa," dijo Rosé con una sonrisa. "No hay nada mejor que la pintura para liberar las emociones."
Lisa dudó un momento, pero luego aceptó. Se sentó junto a los demás, tomó un pincel y comenzó a pintar. No tenía idea de qué hacer, pero dejó que sus emociones guiaran su mano.
En el lienzo blanco, comenzaron a surgir formas abstractas, colores vibrantes y líneas sinuosas. Lisa no estaba pintando una imagen, estaba pintando su dolor, su rabia, su tristeza, su confusión.
Mientras pintaba, sintió que una fuerza poderosa la recorría, una fuerza que la llenaba de energía. Era como si la pintura le permitiera liberar todos los sentimientos que había estado guardando dentro.
Cuando terminó, se quedó mirando su obra con asombro. Era un caos de colores, una explosión de emociones. Pero también era algo hermoso, algo que la llenaba de orgullo.
"Es increíble, Lisa," dijo Rosé con admiración. "Has capturado tu dolor de una manera tan hermosa."
Lisa sonrió, sintiendo una sensación de alivio. Había encontrado una forma de expresar su dolor, una forma de liberarlo.
"Creo que estoy empezando a sanar," dijo Lisa con una sonrisa.
Rosé la abrazó con fuerza, sintiendo la energía que emanaba de su amiga.
"Lo sé, Lisa," dijo Rosé con una sonrisa. "Eres fuerte, y vas a salir adelante."
Lisa asintió con la cabeza, sintiendo una nueva esperanza en su corazón. Había pasado por un momento difícil, pero había encontrado la fuerza para seguir adelante. Había aprendido que el dolor, aunque intenso, no era eterno. Y que la vida, a pesar de las cicatrices que deja, seguía siendo hermosa.
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