El Silencio
La semana se extendió como un desierto infinito. Cada día era una lucha contra la tristeza, la culpa y el miedo. Lisa se movía como un fantasma por su casa, evitando el contacto con sus padres, con sus amigas.
Rosé y Jisoo la llamaban, le enviaban mensajes, pero Lisa los ignoraba. No estaba preparada para enfrentar sus preguntas, sus miradas de preocupación.
Se encerraba en su habitación, rodeada de la oscuridad que la envolvía. Las paredes parecían estrecharse, oprimiéndola, reflejando la soledad que la consumía.
Las noches eran las peores. El silencio de la casa la ahogaba, el vacío de su cama la hacía sentir aún más sola. Las pesadillas la perseguían, reviviendo la noche oscura, el miedo, el dolor.
Un día, Rosé la llamó por teléfono. Lisa dudó por un momento, pero finalmente contestó.
"Lisa, ¿estás bien? Te he llamado varias veces, pero no contestas." La voz de Rosé era llena de preocupación.
"Estoy bien, Rosé. Solo... necesito un poco de espacio." Lisa intentó que su voz sonara tranquila, pero la voz le temblaba.
"Lisa, ¿qué te pasa? ¿Te ha pasado algo?" Rosé insistió, su tono se había vuelto más serio.
"No, nada. Solo estoy un poco cansada, necesito descansar." Lisa mintió, su conciencia la carcomía.
"Lisa, sé que algo te pasa. ¿Puedes contarme?" Rosé insistió, su voz llena de cariño.
"No, Rosé. No te preocupes, estoy bien." Lisa colgó el teléfono, sintiendo un nudo en la garganta.
Se acurrucó en la cama, envuelta en la oscuridad que la envolvía. No podía contarle a nadie lo que había pasado. El miedo la paralizaba, la vergüenza la ahogaba.
Se sentía sola, abandonada, incomprendida.
La única persona que podía entenderla, Jennie, la había rechazado. Sus amigas, Rosé y Jisoo, la estaban buscando, pero ella no podía enfrentarse a sus preguntas.
Lisa se quedó en la cama, con el corazón roto, con la mente llena de dudas. ¿Cómo iba a superar esto? ¿Cómo iba a volver a ser la misma?