El Entierro del Dolor
El tiempo de terapia había sido un viaje difícil, pero transformador. Lisa había aprendido a mirar hacia adentro, a entender las heridas que llevaba dentro y a encontrar la fuerza para sanar.
El amor que alguna vez sintió por Jennie se había convertido en una mezcla de resentimiento y dolor. Cada publicación de Jennie en las redes sociales, cada foto de ella con otros, la llenaba de una amargura que se le clavaba en el corazón.
"No puedo seguir así," pensó Lisa, mirando la foto de Jennie en su perfil de Instagram. Era una imagen de ella con una nueva pareja, sonriendo radiante.
"No puedo seguir alimentando este odio, este resentimiento. Jennie me hizo daño, pero no voy a dejar que me controle."
Con un profundo suspiro, Lisa tomó la decisión. Eliminó a Jennie de todas sus redes sociales. Bloqueó su número de teléfono. Era un acto simbólico, un entierro del dolor que le había causado Jennie.
Al principio, sintió un vacío, una sensación de pérdida. Pero poco a poco, ese vacío se fue llenando de un nuevo sentimiento: libertad.
Lisa se centró en sí misma. Se dedicó a sus estudios, a sus amigas, a sus pasatiempos. Se apuntó a un gimnasio, comenzó a cuidarse más, a comer mejor.
"Soy fuerte, soy valiente, soy hermosa," se repetía cada mañana frente al espejo.
Las palabras se volvieron un mantra, una afirmación que le ayudó a recuperar la autoestima que había perdido.
Cada día, Lisa se esforzaba por amarse a sí misma, por aceptar sus errores, por celebrar sus logros.
El recuerdo de Jennie seguía presente, pero ya no la controlaba. Lisa había aprendido a superarla, a vivir con el dolor, pero sin dejar que la definiera.
"Jennie me hizo daño, pero no voy a dejar que me destruya. Voy a seguir adelante, voy a ser feliz."
Lisa se miraba al espejo, sonriendo por primera vez en mucho tiempo. El camino había sido largo y difícil, pero había encontrado la fuerza para seguir adelante. Y ahora, se sentía más fuerte, más valiente, más feliz que nunca.