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Salinas: El Pueblo del Mojo Isleño
Día 1

No sabía cuánto tiempo había pasado, sus ojos se abrieron y en la ventana nada más vio un amanecer con un hermoso mar, se volteo a ver al conductor, que por cierto. Se veía hermoso.

-Ya llegamos?...-Pregunto Daniel, acomodándose en el asiento.

-Si, solo falta encontrar un hotel.

-Vamos a un hotel que tenga piscina, desayuno y todo!—Dijo, emocionado

-Eh? No, no, sobre que te traigo a gratis a la playa quieres un hotel cinco estrellas.

-Ya, entonces cuál.

-Ya veremos.

Jan se dirigió al hotel, cuando llegaron se estacionaron para pedir recepción.

Los dos bajaron, estaban cansados, más Jan, no había dormido casi nada.

-Buenos días amigo, en que les puedo ayudar?-Dijo la costeña, sonriente.

-Buenos días, tiene una habitación de una cama para dos con vista al mar?-Jan estaba ya sacando su tarjeta de crédito.

-Por supuesto, por cuántos días se van a quedar?

-Tres.

-Si, amigo, son 20 las tres noches.

Jan le entrego su tarjeta, luego la chica les dio las llaves.

-Es la habitación 34

-Si, gracias.

Jan agarro la mano de Daniel y fueron al auto para sacar las maletas.

-Que calor...-murmuro Daniel, tirándose viento con su mano.

-Concuerdo.-Jan saco las dos maletas, subiendo las escaleras, Daniel fue tras el.

Ya dentro de la habitación, Jan se tiró en la cama, cansado.

Daniel sacaba la ropa que se pondría.

-Levantate, hay que ir al mar!-Dijo Daniel, mientras se sacaba la ropa.?

-Y eso que tiene que ver para que te desnudes enfrente mío.-Los dos soltaron carcajadas.

-Tu ya me viste todo.-El azabache se terminaba de poner la camiseta, para luego echarse bloqueador solar.

Jan se levantó de la cama, cambiándose de ropa también.

Después de unos momentos, podíamos ver salir a los dos enamorados del hotel.

En su mente, Daniel sabía que Jan no lo llevaba a la playa así por qué si. Más si estaban en campañas.

Entre si presentía que algo iba a suceder, porque el mayor estaba más cariñoso de lo normal.

[...]

Era la tarde, el calor era insoportable pero la brisa del mar lo calmaba.

Y que mejor que comer un buen arroz marinero en la playa.

Los dos compartían un plato, pues era bastante grande, ninguno de los dos hablaban, solo veían el mar nada más.

Hasta que una chica se acercó riendo, al parecer atrás estaban sus amigas.

La chica tocó el hombro de Daniel, el azabache se volteo a ver, con una sonrisa.

-Que más ve.—Dijo el azabache, sonriendo.

La chica pego el grito de su vida, estaba seguro que se había escuchado hasta Quito.

-Ay, no lo puedo creer! ¡El guapísimo Daniel Noboa!

El Militar del Portón 2-ToboaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora