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Narra Tessa.

—¡Una de comedia! —pidió Mike entre risas, justo cuando alguien tocó la puerta.

—¡Está bien! —respondí mientras iba a abrirla.

Cuando vi a Jack y Ryan en la entrada, algo dentro de mí se tensó. Sus expresiones eran serias, casi sombrías, y no encajaban en lo más mínimo con el ambiente ligero que habíamos tenido hace un segundo. Jess, notando el cambio, se acercó rápidamente y se colocó a mi lado. Casi por instinto, ambas dejamos de sonreír.
Salimos de la habitación, dejando la puerta entornada para hablar más cómodamente.

—Tenemos que hablar —dijo Jack, su tono firme y lleno de urgencia. En su mirada se reflejaba una preocupación que me inquietaba aún más.

Jess y yo nos miramos sin saber qué pensar.

—Mike no es quien dice ser —murmuró Ryan, su tono bajo pero lo suficientemente claro como para que entendiéramos la gravedad de lo que estaba por decir—. Es un Blackwood.

—¿Un Blackwood? —pregunté, frunciendo el ceño, sin tener ni idea de qué significaba ese nombre.

—¿Quiénes son los Blackwood? —intervino Jess, dejando claro que estábamos en la misma página: completamente desorientadas.

Jack intercambió una mirada con Ryan antes de explicarnos.

—Los Blackwood son una de las familias más poderosas de vampiros. Son antiguos, influyentes y… peligrosos. Hicimos negocios con ellos en los sesentas, pero todo cambió después de un enfrentamiento. Ahora, no podemos ni cruzarnos con ellos sin riesgo de que algo salga mal.

Sentí un nudo formarse en mi estómago. No entendía bien la magnitud de lo que Jack estaba diciendo, pero sabía que si estaba tan serio, no podía ser algo pequeño.

—Y Mike… quiero decir, Davian, es parte de esa familia —añadió Ryan, observándonos atentamente—. No pueden saber lo que son, ni que tienen vínculos con nosotros. Los Blackwood creen que tienen el poder de decidir sobre la vida de cualquiera, y no dudarían en eliminarlas si lo descubren.

Las palabras de Ryan cayeron sobre nosotras como una losa. Eliminarnos. Era difícil procesarlo. Mike, o Davian, siempre había sido amable. Pero ahora, de repente, nos encontrábamos en medio de una situación mucho más peligrosa de lo que habíamos imaginado.
Jess respiró hondo, intentando mantener la calma, pero pude ver el leve temblor en sus manos.

—¿Qué se supone que hagamos ahora? —pregunté finalmente, mi voz más firme de lo que me sentía por dentro.

Jack me miró directamente, su expresión llena de determinación.

—Manténganse alejadas de él —dijo con firmeza—. No importa cuán inofensivo pueda parecer Davian, no podemos correr el riesgo de que su familia descubra quiénes son ustedes.

Narra Silas.

Me encontraba en el balcón de mi despacho, contemplando la tranquila noche que caía sobre el campus. Después de una larga jornada de trabajo, lo único que deseaba era regresar a casa y descansar. Thalia, mi esposa, se acercó suavemente y tomó mi mano, ambos en silencio, disfrutando del paisaje que se extendía ante nosotros. El vasto campus parecía infinito, iluminado tenuemente por las farolas que delineaban los caminos.
De repente, Zyran apareció detrás de nosotros. Como siempre, su semblante era serio, imperturbable, cargado con esa aura de responsabilidad que rara vez abandonaba.

—¿Esos no son... —comenzó a decir mientras señalaba hacia la distancia.

Dirigí mi mirada hacia el punto que indicaba, y lo que vi me hizo fruncir el ceño ligeramente. Jack y Ryan Bloodworth. Salían del edificio de los dormitorios femeninos, caminando con paso rápido pero seguro.

Elegida [4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora