El peso del orgullo

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Desde la perspectiva de Sylus

Abrí los ojos lentamente, sintiendo el peso de mi cuerpo adolorido. La luz del día se filtraba suavemente por las cortinas, iluminando mi habitación. Me encontraba en mi cama, lo cual era extraño, pues lo último que recordaba era haber estado trabajando en mi oficina. Mi mente aún estaba nublada mientras trataba de comprender qué había sucedido.

El médico estaba terminando de administrarme algún tipo de medicina, sin decir mucho. Al parecer, ya había cumplido con su trabajo, y luego de unos minutos se retiró en silencio. Pero no pasó mucho tiempo antes de que Mephisto entrara en la habitación, listo para lanzarme uno de sus sermones, como solía hacer.

—¿Sabes, Sylus? —comenzó, con tono severo y la ceja levantada—. Solo porque seas el hombre más fuerte de este maldito imperio, no significa que seas indestructible. ¿Dónde está tu descanso? —su tono se intensificó, claramente molesto—. ¿Acaso quieres estar debilitado cuando ocurra un ataque inminente?

Me giré lentamente, dándole la espalda. Sabía que lo único que venía a continuación era una larga perorata sobre cómo debía cuidarme. Y francamente, no estaba de humor para escucharlo.

—Sylus, ¿me estás oyendo? —insistió—. A este ritmo, no llegarás ni siquiera a tu boda.

Sus palabras me hicieron detenerme por un momento, pero mis pensamientos estaban concentrados en otro asunto. Había una laguna en mis recuerdos. Algo importante había ocurrido, pero no podía recordar bien los detalles.

—¿Cómo llegué aquí? —pregunté, ignorando deliberadamente la advertencia sobre mi boda.

Mephisto hizo una pausa. Su expresión, que inicialmente había estado llena de frustración, se suavizó un poco.

—Artemisa te trajo —respondió después de unos segundos—. Me dijo que estaba caminando por los pasillos en la madrugada y escuchó un fuerte golpe en tu oficina. Se preocupó y entró para asegurarse de que estabas bien.

La sorpresa me invadió. ¿Artemisa me había traído aquí? ¿Por qué habría hecho algo así? No entendía por qué se preocuparía por mí. Si yo moría, ella se convertiría en emperatriz de inmediato. Todo el imperio sería suyo sin esfuerzo alguno.

—¿Ella me trajo? —murmuré, más para mí mismo que para Mephisto—. No lo entiendo... Si yo muriera, ella tendría todo lo que necesita.

Mephisto, claramente exasperado por mi comentario, perdió la poca paciencia que le quedaba. Se acercó a la cama rápidamente y, en un gesto inesperado, subió a la misma y me enfrentó con su rostro lleno de indignación.

—¡Eres un amargado, Sylus! —me espetó con furia—. ¿Cómo puedes decir algo tan vil? Artemisa pasó toda la noche cuidándote, sin esperar nada a cambio. Bajó tu fiebre, se quedó a tu lado, y lo único que puedes pensar es en cómo su situación mejoraría si murieras. ¡Eres un desconsiderado! No solo con ella, sino también con tu pueblo. ¿Es este el emperador que quiero para mi gente? ¿Acaso te crie así?

Su ira era palpable, y por una vez, me sentí incómodo ante sus palabras. ¿Artemisa había cuidado de mí toda la noche? La idea me descolocaba, pero no podía ignorar lo que Mephisto estaba diciendo. Giré mi cabeza ligeramente para mirarlo con escepticismo.

—Aún me siento enfermo, Mephisto —dije con voz ronca—. Lo último que necesito es más sermones. ¿Qué esperas de mí? ¿Que piense bien de ella de repente?

Mephisto me miró fijamente, su respiración agitada por la rabia, pero sus ojos mostraban una mezcla de decepción y frustración.

—Lo que espero es que dejes de ser tan frío e indiferente con alguien que claramente está intentando demostrar que no eres el monstruo que todos piensan que eres. Artemisa te ha mostrado más bondad en una sola noche de lo que tú has mostrado en meses. Dale una oportunidad. Y por favor, cuida tu salud. Si sigues así, ni siquiera llegarás a tu boda.

Sus últimas palabras tocaron un nervio, y supe que estaba a punto de mencionar el tema del matrimonio, algo sobre lo que no dejaba de insistir.

—¿Otra vez con el matrimonio? —pregunté con cansancio—. Ya te lo he dicho, no tenía otra opción. Todas las nobles que alguna vez pensé en tomar como esposa me rechazaron. Me temen demasiado como para siquiera considerar casarse conmigo. Artemisa es mi única oportunidad de evitar que el trono caiga en manos equivocadas y que el imperio se hunda en una guerra civil. —Mi voz se endureció—. ¿Qué otra opción tenía? Si no consigo una alianza a través de este matrimonio, nuestro pueblo sufrirá. No lo hago por mí, lo hago por ellos.

Mephisto se quedó en silencio, sus labios apretados. Sabía que no estaba del todo de acuerdo con mi arreglo con Artemisa, pero tampoco podía negar la realidad que enfrentábamos. El imperio era frágil, y una guerra interna sería devastadora.

—No me opongo al matrimonio en sí —dijo finalmente, su voz más calmada—, sino a la forma en que lo estás llevando. Tratas este matrimonio como un simple acuerdo político, pero Artemisa no es solo una pieza en tu juego. Es una persona que merece más respeto del que le estás dando.

Me quedé en silencio por un momento, sus palabras calando más profundo de lo que quería admitir.

—Pensaré mejor de ella —concedí, aunque a regañadientes—. ¿Puedo descansar ahora?

Mephisto me miró fijamente por unos segundos, sopesando mis palabras, antes de asentir.

—Bien —dijo finalmente—. Descansa. Pero recuerda lo que te he dicho. Dale una oportunidad.

Con esas palabras, se dio la vuelta y salió de la habitación, dejándome solo una vez más. Me recosté en la cama, cerrando los ojos, pero mis pensamientos seguían girando en torno a Artemisa. La idea de que alguien pudiera preocuparse por mí sin esperar algo a cambio era desconcertante. Y aún más desconcertante era la idea de que alguien, como ella, hubiera cuidado de mí toda la noche.

Quizás Mephisto tenía razón. Quizás estaba siendo demasiado duro con ella.

Dejé que el cansancio me arrastrara nuevamente al sueño, pero esta vez, mis pensamientos no se concentraban en mis deberes como emperador, sino en la mujer que, contra todo pronóstico, se había quedado a mi lado cuando más lo necesitaba.















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Estoy muy feliz de como va esta historia, y como hice la personalidad de sylus aqui, que les parece? con mucho gusto leo sus comentario y recomendaciones. 

𝐂𝐎𝐋𝐃 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃𝐄𝐃 | ꜱʏʟᴜꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora