Las Joyas para la Boda

58 11 0
                                    

El vestido estaba listo. Después de días de ajustes y retoques, por fin había llegado el momento de elegir las joyas que usaría en mi boda. La boda que, aunque era más una alianza que una unión por amor, marcaría un antes y un después en mi vida. A pesar de todo, quería estar presentable, pero la realidad era que no poseía joyas de gran valor. El único tesoro que había conservado a lo largo de los años era el collar que me dio mi hermano antes de irse a otro reino, un simple colgante con una pequeña piedra que representaba nuestra familia.

Miré el collar entre mis dedos y sentí una punzada de nostalgia. En otras circunstancias, habría usado esa joya sin pensarlo, pero ahora, siendo la prometida de Sylus, sabía que no sería apropiado. No podía presentarme en mi propia boda con un simple collar, no cuando todo Santoru estaría observando. Además, Sylus me había dicho que no escatimáramos en detalles. Me preparé mentalmente para lo que sería un proceso tedioso de selección de joyas.

Desde la perspectiva de Sylus:

El joyero llegó puntual, como esperaba. Era un hombre delgado, de mediana edad, con un aire refinado y formalidad en cada uno de sus movimientos. Lo había mandado llamar con la instrucción de traer las mejores piezas de su colección, algo acorde a la posición que mi futura esposa tendría en el imperio. Aunque, para ser honesto, no me importaba demasiado en qué joyas envolviera Artemisa. Tenía cosas más importantes en las que pensar.

—Mi señor, he traído las más finas joyas de nuestra colección —dijo el joyero, inclinándose levemente mientras abría una elegante caja frente a mí.

Las joyas brillaban bajo la luz, cada una más deslumbrante que la anterior. Había collares de diamantes, zafiros y rubíes, anillos con piedras preciosas que reflejaban los colores más profundos, y brazaletes finamente trabajados.

—Su prometida se verá radiante con cualquiera de estas piezas. He seleccionado lo mejor para que pueda elegir a su gusto —continuó el joyero, sonriendo con la confianza de alguien que sabía que tenía lo mejor de lo mejor.

Lo miré brevemente, sintiéndome algo impaciente.

—Que ella escoja las joyas —le dije sin rodeos—. No tengo interés en perder el tiempo con esto.

El joyero parpadeó, sorprendido por mi falta de interés. No era común que el emperador delegara decisiones de esta magnitud, pero estaba demasiado ocupado para preocuparme por algo tan trivial.

—Como usted desee, mi señor —respondió con una leve inclinación, cerrando la caja y retirándose para dirigirse a Artemisa.

No había duda de que mi prometida elegiría algo adecuado, pero en el fondo me intrigaba saber qué escogería. Las joyas podían decir mucho sobre una persona: ostentación, humildad, codicia o elegancia. Quería ver cómo Artemisa se presentaría ante el imperio, qué imagen proyectaría con las joyas que seleccionara. No podía negarlo: me interesaba ver hasta qué punto tenía buen juicio y buen gusto.

Desde la perspectiva de Artemisa:

El joyero llegó con la misma elegancia que esperaba de un profesional de su calibre. Era un hombre alto y delgado, vestido con ropas finamente elaboradas, y traía consigo varias cajas pequeñas de terciopelo. Al abrirlas frente a mí, quedé deslumbrada. No sabía mucho de joyas, pero era imposible no apreciar el valor y la artesanía de cada pieza que me mostró. Diamantes, rubíes, zafiros, cada piedra era más brillante y lujosa que la anterior.

—Debe escoger las piezas que llevará en la ceremonia, joven duquesa —dijo el joyero con una sonrisa cordial—. Cada una de estas joyas ha sido seleccionada pensando en su elegancia y posición.

𝐂𝐎𝐋𝐃 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃𝐄𝐃 | ꜱʏʟᴜꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora