𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 1

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🎶 Si tu te sales al bosque hoy
Tendrás que llevar un manjar.
Si tú caminas en el bosque hoy
Aprenderás a escuchar
Los ruidos que la noche trae
Y verás las sombras que hay.
Si tu te sales al bosque hoy
Deberás respetar
La tierra que habitan esas criaturas
Que son celosas y posesivas.
Si ves al líder, la cabeza deberás agachar.
Si ves al líder tu respeto mostraras🎶
....
Esa canción sonaba en mi cabeza una y otra vez cada noche, cada vez que el silencio reinaba en la oscuridad.
Es lo único que puedo recordar, no recuerdo el rostro de mi padre ni el de mi madre... Intento verlos, pero todo es borroso.
Lo único que puedo recordar de ellos fue ese accidente.
Solo sé que íbamos en carretera, mi madre iba en el asiento del copiloto  mi padre iba conduciendo, yo con tan solo cinco años de edad iba en el asiento de atrás.
Mi madre se giraba para verme y comenzaba a cantar esa canción, tenia una sonrisa enorme o eso creo porque su voz sonaba muy feliz.
Ella era feliz, papá era feliz, yo era feliz hasta que todo cambió. Algo golpeó el coche provocando que mi padre perdiera el control, el auto giro y giro, íbamos cayendo por un pequeño barranco, caímos cinco metros lo suficiente para que los fierros del coche se incrustaran en el cuello de mi padre y en el pecho de mi madre, yo solo recibí cortadas de los vidrios que salieron volando y algunos golpes, los cuerpos de mis padres sirvieron de escudo para protegerme.
Lo último que me dijo mi madre sigo sin entenderlo.
- Esto no debió pasar Meg... Cuánto lo siento mi bebé, perdón por qué no podremos estar contigo... - Su voz se escuchaba apagada, realmente le dolía lo que estaba sucediendo. - Debes ser fuerte, debes ser valiente, algunas cosas serán difíciles, pero podrás superarlas... ojalá algún día puedas encontrar al maestro Ciro, el te explicará todo... Pero mientras eso pasa estaras en peligro... Debo... Protegerte... Perdón por hacer esto... Perdóname... Pero es necesario... Crece fuerte mi pequeña... La grandeza es para ti... Busca a Ciro...
No sé que hizo mi madre, no se que pasó después, desperté una semana más tarde en una cabaña en el bosque.
Una mujer mayor me cuido, trato mis heridas, me dió ropa usada que reparo para mí, me dio un lugar donde dormir y me alimento.
Pase una semana encerrada en su pequeña cabaña, no salí para nada pues todo mi cuerpo me dolía.
Aquella anciana era la mujer de mayor edad en ese lugar, era muy  respetada por todos los que habitaban esa extraña aldea.
- Como te sientes pequeña?
- Un poco mejor.
- Me alegro. Hoy debemos ir a ver al líder de este lugar.
- No quiero...
- Debes hacerlo, de ello depende que te puedas quedar o no.
- Quiero ir con mis papis. - El rostro de la anciana se entristeció.
- Lo siento pequeña, eso no será posible.
- Por qué? Dónde están? Quiero a mi mami, quiero a mi papi.
- Tienes a tus abuelos, tíos?
- No.
- Tienes algún otro familiar?
- No, solo eramos mis papis y yo y mi nuevo hermanito que iba estar con nosotros, mi mamá me decía que era una semilla que estaba creciendo en su estómago.
- Oh pequeña lo siento tanto.
- En dónde están mis papis?
- Escúchame pequeña Meghan. Tus papis tuvieron un accidente, lo recuerdas?
Mis ojos se pusieron cristalinos, por un momento había pensado que todo era una pesadilla.
- Entonces si ocurrió?
- Si. Tuvieron un accidente y tus papis murieron, tu fuiste la única que sobrevivió.
Comencé a llorar, la anciana me abrazo fuertemente, tanto que me dolió mi cuerpo.
- Perdón, perdón, escúchame Meghan. Estuvimos investigando y no encontramos a ningún familiar tuyo además de tus padres, y debido al accidente solo hay dos opciones. Puedes ir a un orfanato o puedes quedarte aquí conmigo. Tu decides, sin embargo debes saber que si vas a un orfanato pueden pasar muchos años antes de que puedas tener una familia. Pero si te quedas conmigo yo te cuidare como mi hija, llevarás mi apellido y te enseñaré todo lo que sé. Tu decides.
- Me quedo con usted.
- Muchas gracias por elegirme. Soy Margaret, pero puedes decir Nana Magy.
- Nana Magy.
- Escucha debes saber algo muy importante de este lugar. Las personas aquí son especiales, no les gustan los extraños y el que decide si puedes quedarte o no es nuestro líder, aquí lo llamamos Alfa. Se que aún no lo entenderás pero con el tiempo lo harás. Lo único que debes hacer es agachar la cabeza cuando estés frente a él y ser muy respetuosa.
En ese momento recordé la canción de mi madre pero no dije nada.
- Es hora de ir con él.
- Pero si no me deja quedarme contigo Nana?
- Yo me encargaré, solo no digas ni una sola palabra.
La Nana me llevo afuera, la luz de la mañana me cegaba, solo caminaba porque me tenía de la mano dirigiendome. Llegamos a la cabaña más grande de ese lugar, al entrar había una sala enorme con varios libreros, al fondo un escritorio y más libros. Nos dirigimos al escritorio en dónde había un señor sentado, firmando unos papeles, llevaba una camisa blanca desabotonada y un pantalón de vestir gris, su cabello y ojos de color negro como la noche, tenia tres cicatrices en el cuello como si fueran garras; al ver a la nana dejo los papeles
- Alfa aquí estoy.
- Magaly, sigues con esa humana?
- Si, y me la voy a quedar.
- Que?
- Lo he decidió y ella está de acuerdo.
- Esa niña no sustituirá a tu nieta.
- Lo sé, pero ella no tiene a nadie y se lo debemos. Fue culpa de la manada que sus padres tuvieran ese accidente.
El hombre suspiro, se masajeo la cien y me miró, yo baje la mirada rápidamente.
- Al menos sabe su lugar.
- Yo me encargaré de enseñarle todo de nosotros.
- Estará bajo tu cuidado, que no se meta en nuestros asuntos o podrá salir herida, enséñale que debe respetarnos y cuando esté delante de su alfa debe bajar la mirada.
- Si.
- Y Magaly.
- Si, alfa?
- Ella jamás será Sofía.
- Lo sé, pero fue culpa de nosotros que sus padres murieran.
- Enséñale todo sobre plantas, que sirva de algo.
- Si.
- Escúchame niñita, este nunca será tu hogar, tu nunca serás uno de nosotros pues eres solo una humana, tu solo limitante a no alejarte de la cabaña de Magaly y hacer todo lo que ella te diga. Si desobedeces, si nos faltas el respeto, si cometes un error recibirás un severo castigo que puede ser expulsión o muerte.
Yo solo moví la cabeza para afirmar, estaba muerta de miedo delante de él.
- Retirense.
Al salir la Nana me sonrió y me dijo.
- Bienvenida a la manada Colmillo Negro.
- Manada?
- Si... Desde hoy serás Meghan Blackhood.
Fue hasta que cumplí siete años que entendí exactamente todo sobre ese lugar.
Me encontraba en la aldea de los lobos Colmillo Negros, su alfa era aquel hombre que desde el principio me vio como un insecto, su nombre era Emilio Blackhell todos ellos eran hombres y mujeres con cuerpos atléticos, fuertes, ágiles y feroces. En definitiva no era lugar para una humana como yo, era la más baja de estatura, mi cuerpo no tenía los músculos marcados, era un cuerpo normal para un humano promedio, carecía de fuerza, agilidad, destreza, era la más débil y en cada oportunidad me lo recordaban con burlas, humillaciones, malos tratos. La única que me trata bien era mi nana Magy, era muy amable, al menos conmigo porque a los ojos de los demás era una bruja muy sabia, pues conocía los secretos de las plantas, secretos y conocimientos que me transmitió.
Ella siempre salia a defenderme cuando los otros chicos me molestaban, en especial el grupo de los descendientes, asi los nombraban pues eran los hijos de los que controlaban la manada, en primer lugar Gabriel el hijo del alfa y futuro alfa, Joan el hijo de Félix, beta de la manada y los hijos de los soldados mas fuertes Olga, Claudia, César y por último Jaime. Ese grupo de elite, me hacía la vida imposible.
Cuando regresaba llorando a la cabaña mi Nana me regañaba, me decía que aunque no fuera un lobo debía mostrar carácter, pero cuando lo hacía me iba peor, terminaba en el suelo con raspones, mi cuerpo no se regeneraba como el de ellos.
- Ellos jamás te aceptarán Meg, por ello tienes que hacer que dependan de ti, como dependen de mí. Aprende, se inteligente, observa, escucha y calla. Obten lo más que puedas de información y usala cuando creas conveniente. Ahora vamos a seguir estudiando sobre las plantas. Aprende a usarlas, crea medicina para ellos y aprende para ti.
Así viví como humana rodeada de lobos, siendo como una sirvienta para todos, tratada como basura, odiada por mi debilidad. Lo único bueno de todo era lo que nana me enseñó, aprendí a usar cada hierba, raíz, hongo y corteza; incluso ayude en varios partos, aprendí a tratar heridas desde simples raspones hasta fracturas, aprendí a escuchar y recopilar información.
Con ello supe que la Luna Gricelda estaba enferma y era llevada a la ciudad para su cuidado; también escuché que Gabriel esperaba su mayoría de edad para declarar a Nancy como su mate, todos lo sabían pues ellos dos se volvieron inseparables desde que tuvieron doce años. También había escuchado que el alfa Emilio iba a dejar la manada a cargo de su hijo mucho antes del tiempo esperado, pues quería estar al pendiente de su esposa Gricelda.
Así fue como me adapte; habían pasado doce años, ahora era una joven de 17 años, era la más llenita de la aldea y con ello más burlas por mi cuerpo pues no tenía los músculos definidos a diferencia de las otras chicas.
Aprendí a soportar todo ello gracias a mi Nana ella era todo para mí, se convirtió en mi única familia, ya ni siquiera recordaba la voz de mi madre.
Una mañana estábamos ayudando con el festín que se llevaría a cabo en la primera luna llena de primavera de ese año; aquella luna significaba mucho, pues era cuando Nancy junto con las otras chicas despertarían a su lobo interior y con ello Gabriel y ella se volviera mates, se volverían compañeros de por vida.
Ese día cambiaría todo para todos y sería el inicio de mi fin en esa manada.

Continuará...

ꜱɪ ᴛᴇ ɢᴜꜱᴛᴏ ᴇꜱᴛÁ ʜɪꜱᴛᴏʀɪᴀ ᴛᴇ ɪɴᴠɪᴛᴏ ᴀ ʟᴇᴇʀ ᴍÁꜱ ᴇɴ ᴍɪ ᴘÁɢɪɴᴀ:

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La Meiga y el Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora