Fina
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Fina 🌥️ ha compartido una nota:
alto ahí • Alex Wall, MARLENA
Había adquirido el hábito de abrir el correo electrónico nada más despertarme en busca de una respuesta del paradero de mi enésima candidatura en una empresa de teatro. Y, cuando veía que todavía no se dignaba a aparecer, esperaba al día siguiente con nerviosismo. Ese nerviosismo no nacía de una pequeña —y muy lejana— esperanza de ser aceptada por primera vez —al menos en el trabajo que realmente deseaba—; sino del inherente pesimismo que se vuelve inevitable cuando llevas cien correos rechazándote después de agradecer «tu interés» o «tu tiempo».
Y al leer las primeras palabras de este supe que no iba a ser —y quizá nunca habría— una excepción.
Estimado/a Fina Valero:
Agradecemos su interés en nuestra empresa y su participación en el proceso de selección para el puesto de Maquillaje y Caracterización. Le informamos que, finalmente, su candidatura no ha sido seleccionada para el puesto de trabajo ofertado, aunque guardaremos su historial profesional en nuestras bases de datos para futuras vacantes acordes con su perfil.
Un saludo,
Asociación de teatro Tucumán 7
Podía entender que mi currículum resultara insuficiente en un puesto, en dos, en tres o en cuatro —y hasta ahí porque luego se me complican las cuentas—, pero esto era ya excesivo y deprimente. Muy deprimente. Tenía claro que en mi supuesta carta de suicidio adjuntaría este correo —y otros tantos enterrados en la papelera digital— como razón de mis actos, y luego la enviaría a todas las empresas que me rechazaron para hacerles sentir mal. Y también —en mi infinita bondad, siempre regalando conocimiento inofensivo— para mostrarles lo que provoca no contratar a una empleada tan increíble y tan preparada como yo.
O las empresas se creen más importantes de lo que son y piden demasiado, o hay un maquillador profesional escondido por Toledo que por alguna razón me odia y decide quitarme todos los puestos a los que me presento. Veo más razonable la primera, porque no creo que haya tantas personas que se hayan sacado el grado superior —y si eran como los de mi clase, la mitad no valían ni para pintacaras de fiesta infantil—.
A ver, no seré la persona con la experiencia laboral más extensa y remarcable —tendría más si me aceptaran en algún trabajo, no sé—, pero con unas prácticas en una empresa después del grado, donde habría seguido no fuera porque cerró meses después —el mundo no podía concebirme trabajando en lo que me gustaba y tuvo que arreglarlo—, y llevando casi tres años trabajando en el Primor creo yo que tengo la suficiente para trabajar con gente que hace obras de teatros para colegios; y lo digo desde el respeto y la admiración profunda —esto es para que no me veten de la empresa de por vida—.
Con los ánimos por el subsuelo, fui hacia la cocina para ayudar a mis amigas con el desayuno, aunque probablemente ya estaría hecho después de haber tardado por el maravilloso y alentador correo.
—¿Y esa cara, chiquilla? —dijo Carmen al verme entrar.
—Me ha llegado un correo de la empresa que contacté hace unas semanas.
—¿Y qué te han dicho? —preguntó Claudia mientras sacaba las últimas tostadas y las colocaba en un plato.
—Pues que no, qué me van a decir.
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Olas de tinta
RomanceSe podía decir que Marta había cumplido su sueño. Había fundado su propia editorial e, incluso, se había convertido en una escritora reconocida, a pesar de la inicial reticencia de su padre. Su vida personal, por otro lado, estaba bastante lejos de...