CAPÍTULO 1

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Luz y silencio. Un lugar tranquilo, pero a la vez inquietante, miraba a mi alrededor sin poder situarme. No conseguía ver nada más allá de aquella extraña bruma. Lo único que podía decir con certeza era que estaba en una desértica calle asfaltada. A mi izquierda unos silenciosos edificios y a mi derecha unos retorcidos árboles. Las farolas eran mi única fuente de luz.

Un destello procedente del cielo me llamó la atención y alzando la cabeza hacia arriba me encontré con una maravillosa luna llena. Su tamaño era inusualmente grande, pero eso no era lo más raro, sino el repentino cambio de color que transformó su plateada luz en una tonalidad rojiza. Aquel inesperado eclipse de sangre tiñó todo a mi alrededor con su inquietante brillo escarlata.

En ese momento un súbito escalofrío recorrió mi columna vertebral. Aquello se parecía demasiado a una escena propia de una película de terror y tenía claro que no me apetecía ser la victima del monstruo sediento de sangre. Deseaba con todas mis fuerzas que no fuera así.

Mi último recuerdo era estar en la cama leyendo uno de mis muchos e interminables libros pendientes. En algún momento el sueño debió de vencerme, transportándome a aquel siniestro lugar, pero por mucho que me esforzara no conseguía despertarme y eso me aterraba aún más.

"Al menos has tenido la sensatez de imaginarte vestida" se burló mi subconsciente. Desgraciadamente, ni los baqueros, ni la sudadera conseguían que entrara en calor. Por mucho que me frotara los brazos y soplara mi aliento, mi cuerpo seguía tiritando.

Sola, en medio de una fantasmagórica calle, me sentía como una presa a punto de ser devorada. El bello de mi nuca y brazos se había erizado, y no precisamente por el frío. Intenté agudizar todos mis sentidos desesperada por percibir algo o alguien en la impenetrable bruma nocturna, pero el castañeteo de mis dientes y el frenesí de mi corazón en mis oídos eran la única compañía que tenía.

Me debatí entre llamar y guardar silencio. El uno me permitiría pedir ayuda, pero el otro me condenaría a que cualquiera con intenciones no tan buenas pudiera localizarme y darme caza. Por otra parte, si me quedaba allí quieta mucho más tiempo sería el frío quien acabaría conmigo en vez de alguien más. Debía buscar un lugar seguro, preferiblemente caliente, para pensar una forma de salir de aquella pesadilla.

Pero en cuanto me decidí a dar un paso hacia la hilera de edificios uno ecos lejanos empezaron a sonar, repiqueteando sobre el humeo asfalto. Por el ritmo de los pasos, fuera quien fuera no estaba corriendo, más bien caminando con tranquilidad. Pero lo que me preocupaba era que se estaba acercado. Con cada paso que daba, empecé a vislumbrar una silueta femenina y cuanto más se acercaba más rasgos podía distinguir de ella. Vestida con un elegante vestido oscuro avanzaba con calma hacia mí. Por su figura esbelta deduje que debía de tratarse de una mujer joven.

"Al menos no es ningún monstruo" me susurró la vocecita de mi cabeza.

Se había detenido bajo la luz de una de las farolas a unos cincuenta metros de mi y tras un breve momento de incertidumbre, su voz rompió el silencio y cada fibra de mi cuerpo vibró.

- Hola - me saludó.

Aunque no se había abalanzado sobre mí, no quitaba que no fuera a hacerme daño. Mis músculos se tensaron listos para lo que fuera que pudiera pasar en los próximos minutos. La adrenalina palpitaba en mis oídos cada vez con mayor intensidad.

- Pareces desconcertada. - ladeó la cabeza ligeramente.

Aunque sus palabras parecían inofensivas, había algo en ella que no me gustaba. No podía explicarlo, pero sentía de ella algo parecido a la muerte. Una sensación gélida que me calaba hasta los huesos.

Levantó la cabeza hacia la luna sobre nosotras. Aún no sabía si era amiga o enemiga, mi cuerpo percibía peligro, pero ninguno de mis músculos parecía querer obedecer los gritos de mi cabeza que suplicaban huir. En su lugar, permanecí quieta, a la espera.

- Es hermosa, ¿no crees? Parece mentira que un pedazo de roca a millones de kilómetros de distancia tenga tanta influencia sobre nosotros. - rió levemente.

Extendió un brazo hacia el cielo, y de sus largos y finos dedos brotó un hilo ondulante de color violeta oscuro. Sus ojos también parecían brillar con una luz diferente.

- El eclipse está cerca. - suspiró. - Noto en ti algo... especial.

Sin previo aviso y en un parpadeo se había movido a una velocidad impensable. Tan cerca como estaba, demasiado para mi seguridad, me colocó un mano sobre mi pecho. Aquel gesto, provocó que cientos de haces de luz de tonalidades rojizas y doradas salieran de mi a borbotones. La presión que había estado sintiendo desde hacía un mes por fin, fluía libre, fluctuando como serpientes sobre nosotras.

Tan rápido como apartó su mano de mí, mi cuerpo las succionó nuevamente. Me tambaleé hacia atrás, con la respiración entrecortada y sin entender qué demonios había pasado.Que demonios me había hecho.

- ¿Qué ha sido eso? - jadeé atónita. Aterrada y sorprendida.

- Eso, mi niña, no ha sido más que una pequeña demostración de la fuerza de tu Seele.

- ¿Seele? - pregunté

- Tu identidad. Tu magia. Tu fuerza... - calló de golpe - pero por alguna razón ha estado confinado... hasta ahora. Un poderoso Sello lo ha mantenido... dormido.

- ¿Disculpa? - retrocedí un par de pasos más aún sin creer lo que había pasado.

- Estas asustada. - afirmó - y lo entiendo, pero lo que acabas de sentir... no es más que una pequeña parte de tu verdadero poder. Y ahora que el Sello se ha roto... eres libre.

Abrí los ojos de golpe bañada en un sudor frío y con el corazón martilleándome en el pecho. Una sensación que se había vuelto cada vez más frecuente durante el último mes. Me llevé las manos a la cabeza sintiendo la humedad del sudor empapar mi frente y manos. Tragué saliva en un desesperado intento de ahogar el grito que amenazaba con escapar de mi garganta y la cual la sentía seca como papel de lija.

Inmediatamente después la alarma sonó. Su estridente sonido sacó me sobresaltó tanto que el libro que había olvidado en mi regazo salió volando y cayó al suelo con pesadez. Con manos temblorosas y con el corazón en un puño conseguí apagar el despertador, pero no sin antes tirarlo al suelo y tirarme yo detrás.

Llevaba varios días teniendo sueños extraños. Bueno, más bien pesadillas. Escenas incompletas que no terminaban. Al principio no les di mucha importancia, pero a medida que las escenas se repetían un ay otra vez con una similitud escalofriante, no pude evitar empezar a preocuparme. Hablé con mi madre sobre ellas, se las describí con tantos detalles como podía recordar, pero tenían tan poco sentido para mí que no era capaz de explicárselo con la claridad con la que las había vivido. Aunque hablaba con serenidad, había algo en su voz que parecía diferente.

- Es muy difícil interpretar los sueños. - explicó con voz pausada. - No es una ciencia exacta, ni hay un manual para ello. Hay teorías y especulaciones, sí, pero no deben seguirse al pie de la letra. La mayoría reflejan deseos o miedos y forman historias mezclando lo conocido con lo ficticio. Otros pueden reflejar el pasado o el futuro, con algunas alteraciones. Algunos creen que el Déjà vu es el resultado de esos sueños, pero no son más que suposiciones.

Sin embargo, desde ese primer día, mis padres habían entablado conversaciones en secreto y en voz baja. Como si fuera de lo que fuera que estuvieran hablando no quisieran que lo supiera.

Amaba a mis padres, pero últimamente parecían reacios a dar respuestas o justificar sus acciones o decisiones de manera concisa. Cuanto más insistía más esquivos se volvían, en el caso de mi padre su actitud se había vuelto mucho más frío. Mi madre, en cambio, parecía estar más nerviosa y preocupada de lo normal. Todo se había vuelto tan raro en tan poco tiempo

HERENCIA DE SANGRE Y MAGIA (HEREDERA MALDITA I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora