-IX-

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Capítulo 9: Encuentro con la Realeza

El amanecer comenzaba a iluminar los paisajes de Egipto cuando Leon, Bo y sus soldados se dispusieron a abandonar el albergue donde habían pasado la noche. Las primeras luces del día filtraban un resplandor dorado sobre los edificios de piedra y la brisa matutina suavizaba la promesa de un calor abrasador que vendría más tarde.

Mientras avanzaban por las tranquilas calles de la ciudad, Leon no pudo evitar expresar su descontento. —No sé cómo lograste dormir —murmuró, su tono cansado y algo irritado—. Esa cama era un tormento. No pude descansar ni un poco.

Bo, siempre sereno, soltó una risa ligera mientras ajustaba su cinturón. —Tienes que acostumbrarte, Leon. Ya no estamos en Roma, y aquí el lujo es un privilegio para unos pocos.

Leon frunció el ceño, sin dejar de caminar a paso firme. —No pido lujos, Bo, solo algo que no se sienta como dormir sobre piedras.

Bo, sin apartar la vista del camino, añadio: —En tiempos como estos, debes adaptarte. No podemos permitirnos quejar tanto por cosas pequeñas.

Leon suspiró, sabiendo que su compañero tenía razón. No era el momento de esperar comodidades, no cuando su país estaba bajo amenaza y ellos eran fugitivos en una tierra extranjera. Aun así, el cansancio acumulado y la tensión lo hacían sentir más vulnerable de lo que le gustaba admitir.





























 Aun así, el cansancio acumulado y la tensión lo hacían sentir más vulnerable de lo que le gustaba admitir

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Véu De Isis - Nomad

Mientras caminaban, el silencio profundo que envolvía las calles empezó a desintegrarse, al principio con un murmullo distante, casi como si el viento susurrara entre las piedras ancestrales. Gradualmente, ese sonido se transformó, tomando forma, convirtiéndose en una melodía que parecía surgir de las entrañas de la misma ciudad. Las primeras notas eran las suaves cuerdas de una lira, vibrando con una delicadeza que envolvía el ambiente en una sensación de paz y antigüedad.

Sus notas ondulantes se extendían por las calles, creando un telón de fondo de calma que se mezclaba con el viento del desierto. Pronto, el laúd se unió, sus notas más profundas añadían gravedad, mientras los sistros – (como maracas) – añadían un ritmo leve y vibrante, similar al tintineo de joyas preciosas.

A medida que los instrumentos tejían una conversación musical entre ellos, una flauta comenzó a elevarse, primero tímida, pero rápidamente creciendo en intensidad. Su sonido era agudo y fluido, como un lamento que se alzaba hacia el cielo, entrelazándose con las notas graves de los otros instrumentos. Las notas de la flauta flotaban en el aire, envolviendo el espacio con una ligereza que parecía invitar a lo místico, como si la misma melodía llamara a los dioses a descender y presenciar lo que estaba a punto de suceder.

El Último Emperador [Leondy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora