El Último Emperador [Leondy]

-XIV-

Capítulo 14: Planes de Guerra

Leon caminaba tranquilamente hacia las casas de los trabajadores, el calor del desierto egipcio envolviendo todo a su alrededor. El sol inclemente hacía que el aire vibrara, distorsionando las figuras distantes y creando un ambiente casi irreal. Las pequeñas casas de piedra, construidas para resistir las altas temperaturas, apenas dejaban pasar la luz a través de sus grietas, ofreciendo un respiro de la sofocante atmósfera exterior. A medida que se acercaba a una de ellas, asomó la cabeza y vio a algunos de sus soldados descansando en su interior, buscando alivio del implacable calor.

—¡Príncipe Leon! —exclamó uno de los soldados al verlo entrar, levantándose rápidamente y acercándose con una mezcla de urgencia y alivio—. Justo estábamos a punto de ir a buscarlo, hay algo que queremos discutir con usted.

Leon arqueó una ceja, curioso por la repentina necesidad de hablar. —Claro, ¿qué sucede? —preguntó, su tono relajado pero atento.

—Venga adentro, será mejor que lo hablemos en privado —respondió el soldado, haciéndole un gesto para que lo siguiera.

La casa a la que lo llevaron era pequeña, pero cumplía su propósito de refugio. Las paredes de piedra gruesa mantenían el interior fresco, y en el centro de la estancia se erigía una mesa simple de piedra, con algunas vasijas de agua y frutas dispuestas alrededor. No había adornos ni lujos, solo lo esencial para sobrevivir en un lugar tan inhóspito. En uno de los extremos, Bo estaba sentado, su rostro serio mientras apoyaba los codos sobre la mesa, mirando pensativamente el mapa extendido frente a él.

Leon se acercó y, al verlo, Bo levantó la cabeza con una expresión solemne. —¿Qué sucede? —preguntó Leon, percibiendo el peso de la conversación que estaba por venir.

Bo respiró profundamente antes de comenzar. —Ahora que estás a salvo aquí en Egipto, es hora de que pongamos en marcha nuestro plan. He decidido que partiré con algunos de nuestros hombres —anunció.

Leon se cruzó de brazos, intrigado. —¿A dónde planean ir? —inquirió, observando el mapa extendido sobre la mesa.

Bo enderezó su postura, sus ojos recorriendo los contornos del mapa. —Vamos a buscar apoyo en los reinos de Armenia, Comagene y Nabatea. Con algo de suerte, podríamos encontrar a algunos compatriotas dispersos en esas tierras —explicó, su dedo señalando los territorios en cuestión.

Leon frunció el ceño, pensando en la complejidad de la misión. —Es un plan ambicioso —murmuró—. ¿Cuándo planean partir?

—Hoy mismo —contestó Bo, sin titubear. La firmeza en su voz era inquebrantable, como si cada segundo contara.

Leon dejó escapar una risa breve, intentando aligerar la seriedad de la situación. —Ya sé que el calor aquí es insoportable, pero no creí que fuera tan malo como para hacerte huir de inmediato —bromeó.

Bo esbozó una sonrisa leve, pero su rostro pronto recuperó la gravedad. —No se trata del calor, Leon. Cada día que pasa es un día perdido en nuestra lucha por recuperar Roma. Debemos actuar ahora, mientras tenemos tiempo —dijo con determinación.

Leon asintió lentamente, comprendiendo la urgencia. —Reunir las tropas no será tarea fácil. ¿Dónde crees que deberíamos encontrarnos una vez hayas conseguido el apoyo que necesitas? Recuerda que yo también tengo que luchar por mi imperio—preguntó, buscando un punto de encuentro estratégico.

Bo se inclinó sobre el mapa una vez más, señalando varios lugares clave. —Nos dividiremos en grupos pequeños. Somos 35 en total. Si nos separamos en tres grupos de ocho hombres, podremos cubrir más terreno y acelerar el proceso de reclutamiento. Mi preocupación principal son las aguas del océano. Una tormenta o un ataque podría costarnos muy caro —explicó. -... Y recuerda que si algo te pasa, estaremos en graves problemas, En este tiempo será mejor que te prepares.-