—Alexa, por favor, déjame entrar —supliqué golpeando la puerta de la habitación.
—¡No, vete de aquí! —dijo ella desde lejos, debió haber estado gritando desde la cama.
Suspiré frustrado.
—Bien, pero por lo menos dime que fue lo que hice para que estés así conmigo —apoyé mi frente sobre la puerta mientras jugaba con el picaporte.
—¡Déjame en paz! —gritó nuevamente.
—Pero Alexa..
—¡Largo! —exigió sin dejarme terminar lo que iba a decir.
Me di un segundo para tomar aire y tratar de relajar esta impotencia que corría sobre mis venas, una situación de mierda, detestaba pelear con Alexa, cuando discutía con ella, yo podía estar irritable todo el jodido día, toda una semana entera.
—Sea lo que sea —dije en voz alta—. Perdón ¿De acuerdo? Siquiera sé el maldito motivo, pero te amo y estoy aquí, podemos arreglarlo y te pones de esa manera.
—Quiero estar sola, adiós.
—Bien —dije molesto presionando mis labios y me fui.
La música seguía retumbando en la casa y hacía que mi cabeza quiera explotar. Me acerqué al barandal y observé la fiesta desde lo alto, aun estaban bailando, caminé hasta la habitación que se encontraba girando el pasillo e ingresé a éste. La casa constaba de muchas habitaciones, era enorme, recuerdo haberme perdido muchas veces aquí cuando era pequeño, yo era un corredor de autos profesional en ese tiempo.
Me dirigí hacia la puerta corrediza que era como un gran ventanal, lo abrí y crucé hacia el otro lado, me quedé contemplando el paisaje ya que estaba en la plataforma saliente de la habitación, me asomé y descansé mis manos sobre el barandal de la azotea mientras el viento puro y fresco golpeaba mi cara.
Allí había dos de estos sillones largos que usualmente se usaba para tomar sol, me senté y recosté mi espalda por el espaldar, subí los pies y me quité la corbata, yo todavía estaba de traje pero mi cabello al igual que mi rostro, daban pena.
Mi mente no me dejaba en paz, me quede allí y cerré los ojos, este viento estaba haciendo que el alcohol que había consumido en la fiesta, empezara a disminuir considerablemente su efecto.
Poco a poco y sin darme cuenta perdí la conciencia.
Sentí algo cálido que cubría mi cuerpo y cuando reaccioné abrí los ojos de forma lenta, me había quedado dormido.
Cuando la vista se me hizo aun más clara, pude observar que tenía una manta sobre mí y que la persona que me lo había puesto encima, estaba marchándose en puntas de pie para no generar ningún tipo de ruido y así yo no pudiera despertar. Su cabello despeinado le caía por los hombros, estaba descalza y aun seguía con el vestido de la fiesta.—Kiara —dije soñoliento y ella giró.
—Pensé que estabas dormido —la escuché a unos cuatro pasos de donde yo estaba.
—Lo estaba —tomé fuerza y me senté frotando mis ojos con las manos—. ¿Como supiste que yo estaba aquí? Hay muchas habitaciones.
—Soy mágica —contestó ella con su peculiar tono de voz.
Sonreí porque no esperaba una respuesta como esa.
—Claro y apareciste mágicamente aquí, sólo para..
—Ya me voy —interrumpe volviendo a girar sobre sus talones para cruzar por la habitación y marcharse, pero yo no estaba listo para dejarla ir.
—¿Tienes que irte? —dije antes de que pueda llegar hasta la puerta y Kiara giró nuevamente para mirarme.
—¿Quieres que me quede?
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Culpables | Dylan O'brien
Fiksi PenggemarDylan tenía una vida tranquila hasta que su tio de 37 años volvió a la ciudad para casarse con Kiara de 22. Desde entonces intenta comprender por qué tiene una atracción fuerte por ésta chica y pierde el rumbo de su vida. No elegimos de quién enamor...