En esta ocasión vamos a volver unos años en el pasado, hasta la tierna infancia de Brittany y Santana, ¡espero que les guste la idea!
***
Todo había ocurrido en cuestión de un abrir y cerrar de ojos. En apenas un segundo, Santana había pasado de correr feliz junto a sus compañeros por el patio del colegio, a estar tirada en el suelo después de tropezar con una piedra de manera fortuita. La caída había sido bastante estrepitosa, y el primer impulso de la morena fue el de quedarse en el suelo hasta que alguna profesora o algún adulto acudiese en su ayuda.
Sin embargo, y a pesar de que apenas tenía seis años, la pequeña latina se incorporó rápidamente hasta quedar sentada, haciendo todo lo posible para no llorar, ya que se encontraba lo suficientemente avergonzada por haberse caído de esa manera tan estúpida como para encima llorar como si fuese un bebé. A medida que iban pasando los segundos, las palmas de las manos comenzaron a arderle, al igual que la piel de las rodillas, ya que eran las zonas que habían recibido mayormente el impacto de la caída. La morena se mordió el labio inferior, haciendo un pequeño puchero.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que una niña rubia, algo más alta que ella, se estaba aproximando en su dirección. Automáticamente, Santana borró cualquier rastro de "debilidad" de su rostro y se puso inmediatamente en pie, mirando a la intrusa con cierta desconfianza.
- ¿Estás bien?-preguntó la niña rubia una vez estuvo enfrente de la latina.
-Sí-respondió con tono cortante. Ambas se quedaron en silencio durante unos segundos, durante los cuales, el labio inferior de Santana comenzó a temblar suavemente, indicando que la niña rompería en llanto en cualquier momento-Ya puedes irte-añadió, haciéndose la dura y tratando de controlar el tono de su voz.
La rubia negó un par de veces con la cabeza sin borrar la sonrisa amable de su rostro, ignorando por completo las palabras de Santana. Se acercó, y tras agacharse frente a ella, comenzó a subirle el pantalón, dejando la rodilla lesionada a la vista.
La latina dio un pequeño respingo al ver la sangre, no demasiada, que manaba de la herida, pero aún así no hizo nada para impedir que la otra niña siguiese "jugando" a los médicos con ella.
Dos lágrimas traicioneras escaparon de los ojos de Santana, pero la morena se restregó rápidamente la cara con las manos, impidiendo que la rubia pudiese ver que finalmente había llorado.
La niña sacó un paquete de kleenex de uno de sus bolsillos, y con cuidado, comenzó a limpiarle la herida a Santana, retirando la sangre a pequeños toquecitos con uno de los pañuelos de papel. Para ese momento, el rostro de la rubia tenía una expresión seria, con el ceño fruncido, completamente concentrada en su tarea. Finalmente, la niña depositó un pequeño beso en la piel sana que había al lado de la herida. A continuación volvió a ponerse en pie, y tras sacudir sus propias rodillas, una gran sonrisa apreció en su rostro.
-Mi mamá dice que los besos pueden curar cualquier herida-dijo simplemente la rubia.
Y aunque a Santana le pareció una reverenda estupidez (porque su padre era médico y nunca le había escuchado decir semejante cosa), lo cierto es que se sentía bastante mejor que unos minutos atrás. La latina asintió con la cabeza y su labio inferior dejó de temblar.
-Has sido muy valiente-felicitó la niña, sonriendo más, si es que eso era posible. Finalmente, y a pesar de que la rodilla aún le seguía doliendo, la morena sonrió levemente, orgullosa de sí misma por no haber llorado (aunque eso no era del todo cierto, pero bueno, nadie tenía por qué saberlo) -Me llamo Brittany.
-Yo soy Santana-respondió.
-San-ta-na... ¡Me gusta!-exclamó Brittany, dando un pequeño saltito. La latina sonrió tontamente, maravillada por la alegría de la otra niña-A partir de ahora seremos amigas, ¿vale, Santana?
-Me encantaría-aceptó sin dudar.
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