C de Celos

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Santana conocía a Artie desde el primer curso del instituto, cuando ambos coincidieron por primera vez en clase de Matemáticas. Sin embargo, la latina no llegó a percatarse de su existencia hasta que ella, Brittany y Quinn ingresaron en New Directions, y aún entonces, no le dirigía la palabra a menos que fuera para insultarle.

Artie nunca le había caído mejor o peor que cualquiera de los miembros de Glee, solo era un perdedor más al que ignorar para que su popularidad no se viese afectada de manera negativa. Era ley de vida en el instituto; las chicas como ella no se acercaban a los chicos como él. Lo que la latina no sabía cuando entró al coro era que, en un futuro no muy lejano, Artie terminaría por meterse en el corazón de Brittany, arrebatándole a la rubia de sus brazos. De esta manera, el chico se puso el primero en su lista de "gente a la que destruir".

Santana se sentía estúpida, amargada, impotente, furiosa, ya que los celos se la comían por dentro cada vez que pensaba en la pareja, sin que pudiera hacer nada por evitarlo. Simplemente no soportaba ver que Brittany era feliz con alguien que no fuese ella.

Pero, ¿por qué estaba celosa? No tenía ningún motivo para estarlo, porque tener sexo no era tener una relación, y eso era todo lo que Brittany y ella tenían además de su amistad. O por lo menos era lo que Santana se seguía diciendo así misma cada vez que se acostaban, cada vez que se besaban o cada vez que recorrían los pasillos del instituto tomadas de los meñiques. Entonces, ¿por qué le dolía tanto verla con otra persona?

La latina trató de engañarse a si misma, luchando por autoconvencerse de que lo que sentía no eran celos, si no que lo único que quería era proteger a Brittany, asegurarse de que la rubia solo tuviese lo mejor, y definitivamente, Artie no era el mejor chico al que ella podía aspirar. Brittany necesitaba más.

Semanas más tarde, Santana llegaría a la conclusión de que tal chico no existía, y que lo mejor para la rubia era ella. Ella era la mejor opción, la única opción. Ella era la que podía hacer feliz a Brittany. Ella. Ni Artie ni ningún otro.

Sin embargo, justo cuando parecía que había reunido el valor necesario para encarar sus sentimientos, la realidad la golpeaba duramente en toda la cara, derrumbando su autoestima, su confianza y sus esperanzas.

Y es que la latina había comprobado perfectamente lo que pasaba en Lima con la gente como ella. No había nada más que ver a Kurt y el calvario que había atravesado desde el instante en el que decidió compartir su homosexualidad con el mundo.

Ella no estaba preparada para soportar algo así. Las burlas, las miradas, los comentarios. Era demasiado.

Por esa razón no le quedaba otra que apartar la mirada cada vez que veía a Brittany con Artie por los pasillos, apretar los puños hasta sentir que las uñas se le clavaban en la piel y tensar la mandíbula para reprimir su furia y su dolor, mientras que para el resto del mundo fingía estar perfectamente. Nadie podía darse cuenta de sus sentimientos, no si quería seguir siendo popular y querida. No si no reunía el coraje para enfrentarse a todo y a todos por Brittany.

Y es que la C es de celos, pero también de cobarde.

Y es que la C es de celos, pero también de cobarde

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