G de Gato

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Una pelota de algodón mojada bajo la lluvia, eso fue lo que pensó Santana la primera vez que vio a Lord Tubbington, abandonado en el interior de una caja de cartón húmeda y maloliente.

Era un jueves por la tarde, y como era usual, la latina estaba de camino a casa de Brittany. Había estado diluviando durante toda la semana, por lo que Santana se había vuelto íntima amiga de su paraguas y de las chaquetas y sudaderas con capucha. Iba caminando distraída por el ruido de la lluvia, hasta que un débil maullido entre unos arbustos llamó su atención.

Y como si el pequeño felino tuviese un sexto sentido, empezó a maullar con más fuerza a medida que la morena se iba acercando hasta su posición, pidiendo, a su manera, ayuda desesperadamente. Cuando por fin Santana hizo contacto visual con el gato experimentó de manera inmediata un sentimiento de calidez y proteccionismo al que no estaba demasiado acostumbrada. Pero, ¿quién podría culparla? El pequeño cachorro era simplemente adorable.

—Parece que hoy es tu día de suerte, amiguito—murmuró la latina mientras que tomaba al gato entre sus brazos, sacándolo de la caja. Metió al pequeño animal en uno de los bolsillos de su sudadera, sabiendo que ahí estaría caliente y a salvo de la lluvia.

El felino continuó maullando y ronroneando el resto del camino, hasta que finalmente Santana se plantó frente a la puerta de la casa de la Brittany. Lo cierto era que la latina no tenía ni idea de lo que iba a hacer con el animal, ya que para su mala suerte, dudaba mucho que su madre fuese a permitir que el gato se quedase a vivir en casa. Por otro lado, la opción de volverle a dejar abandonado en la calle estaba completamente descartada, ya que un ser tan pequeño e indefenso moriría rápidamente por ahí solo. Sin embargo, la respuesta a todas sus cavilaciones llegó en el momento en el que Brittany abrió la puerta.

El gesto generalmente alegre de la rubia tomó un nuevo nivel en cuanto sus ojos azules se toparon con los del gatito, que se asomaba tímidamente desde el bolsillo de la sudadera de la latina.

— ¡San!—exclamó Brittany, utilizando un tono de voz extremadamente agudo—¡Un gatito! ¿Es tuyo?

La morena no tuvo tiempo ni de contestar cuando la rubia ya había tomado al felino entre sus brazos, abrazándolo de manera cariñosa. Y en ese momento Santana lo vio todo muy claro.

—No. Es tuyo.

Los ojos de Brittany se abrieron con sorpresa, intercalando miradas entre el gato y su mejor amiga, que la observaba con una sonrisa radiante dibujada en el rostro.

—Pero si no es mi cumpleaños...—murmuró sin comprender el por qué del regalo.

—¡Da igual! Eres mi mejor amiga, y eso me da derecho a hacerte regalos siempre que quiera—sentenció la morena con tono convencido.

Brittany asintió un par de veces con la cabeza, y después de depositar un beso en la mejilla de Santana volvió a centrar toda su atención en su nuevo amigo felino, que no había dejado de maullar en todo momento.

—Hola Lord Tubbington, ¡voy a enseñarte mi habitación! Bueno, aunque a partir de ahora también será tu habitación... Da igual, ¡te va a encantar!—Santana fue siguiendo a la rubia por los pasillos de la casa mientras que ella mantenía una interesante conversación con... ¿Lord Tubbington? ¿Qué clase de nombre era ese? La latina negó un par de veces con la cabeza mientras que una carcajada suave escapaba de sus labios.

Lo que Santana nunca habría imaginado, es que con los años, el pequeño gatito esquelético e indefenso se acabaría convirtiendo en un gato obeso, drogadicto, fumador compulsivo y lector de diarios. O por lo menos Brittany juraba y perjuraba que era así, y la latina nunca se había molestado en llevarle la contraria.

Y aunque le parecía una auténtica tontería y un producto más de la desbordante imaginación de Brittany, Santana no podía evitar sentir cierta inquietud cada vez que se quedaba en la misma habitación a solas con Lord Tubbington. Una guerra de miradas con el felino. Hasta que un ¡miau! conseguía ponerle los pelos de punta.

 Hasta que un ¡miau! conseguía ponerle los pelos de punta

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Brittana One-ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora