{Capítulo 100}

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|| Narra ___||

Nunca tuve buena suerte. Eso es todo lo que tengo que aclarar. La suerte no está hecha para mí. Me parece que tiene miedo de que la disfrute al máximo y la exprima. No lo sé. Siempre termino doblando en la calle equivocada o me voy hacia el lado contrario.

- ¿___?

Jorge me sigue fotografiando. Hoy estoy despistada. Demasiado despistada. Suspiro y hago a un lado todas mis ideas mientras él sigue haciendo su trabajo. Hoy estoy posando para el nuevo calendario de verano, para una importante revista.
- Hazte el pelo hacia allá. Así, muy bien. Ahora mira levemente hacia un lado.
Sigo todas sus instrucciones. Y entre flash y flash, me tengo que cambiar de vestuario. Ahora me atrevo con algo más sexy. Marta es la que se encarga de esto. Al principio me parecía una ropa demasiado atrevida, pero ahora ya me atrevo contigo. Al fin y al cabo este es mi trabajo. Me subo sobre los tacones de casi 13 centímetros y me coloco en una pared, con un vinilo de leopardo.
- Apóyate en la pared y ponme una cara algo más sensual. Genial, así.
Jorge se acerca un poco y me toma fotos desde todas las perspectivas posibles. Izquierda, derecha, arriba, abajo, de frente y de todas las formas que os podáis llegar a imaginar. Una hora más tarde, hemos terminado. Estoy súper cansada. Hoy se casa mamá. Son las 12:45 del mediodía y estoy muy nerviosa. Coloco mis cosas en la mochila y me pongo una ropa cómoda. Salgo del estudio y bajo las escaleras con rapidez. Cojo el primer taxi que veo y me quedo en casa. Tras pagarle al taxista, entro corriendo en casa. Mamá no está. Se ha ido a casa de mi tía. Y Rick se ha ido con el esposo de mi tía a una casa que tiene cerca de aquí. Suelto la mochila encima de mi cama y entro en mi cuarto de baño. Me desnudo y me lavo el cuerpo. Marta me maquilló antes de salir del estudio y Lizz me alisó el pelo, ahora tan solo tengo que hacerme unas ondulaciones. Salgo de la ducha, me envuelvo en una toalla y vuelvo a mi habitación. Me pongo la ropa interior y me estoy un rato así. Total, estoy sola. Pongo un poco de música y me tiro en la cama. Cierro los ojos un instante y miles de recuerdos y nostalgia me atraviesan el estómago. Ya estaba harta de fingir que estaba bien, ahora que no estaba tu atenta mirada rondándome, podía llorar todo lo que me apeteciese. Y lloro, lloro tanto que pienso que mi habitación se va a inundar, tal y como pasó en aquella imagen de Alicia en el país de las Maravillas. Trago saliva y pienso en lo bonito que sería casarte con la persona a la que amas. Me deslizo hacia a un lado y saco de mi pequeña cajita el libro que me regalaste antes de irte. "A tres metros sobre el cielo", porque aún cerca de las nubes, "tengo ganas de ti". Siempre las tendré. Un suspiro se desliza entre mis labios y me cojo el teléfono que está encima de mi mesa de noche. Lo abro. Aún tengo mi fondo junto a él, en la playa. Hace demasiado que no voy allí. Me estoy unos segundos en silencio. Escuchando el rebotar de mis pensamientos por encima de la propia música. Curvo mis labios. Sólo tengo un mensaje. Es Anahí. Está a punto de llegar. Dejo el móvil sobre mi cama y me pongo en pie. Cojo el vestido. Es negro, ajustado a mi cuerpo con un escote que según Anahí, "Si te llega a ver Justin te lo quita con los dientes". Ella y sus exageraciones. Se me escapa una leve risa al recordarlo. Y, la verdad es que esa idea era bastante tentadora. Lástima que ahora no esté aquí ni para comerme la sonrisa.
Me coloco el traje y los complementos. Luego me hago las ondulaciones y más tarde me echo un poco de mi perfume favorito. Su favorito. Me subo sobre mis tacones y reviso el móvil por última vez. Bajo las escaleras y tomo un poco de agua, luego me retoco los labios. Me exalto con el timbre de mi casa. Corro hasta la puerta.

- ¡Waou amiga, preciosa!
- Tú sí Any, estás guapísima.
- Ya quisiera. – murmura. Le doy un golpe en el hombro y ella ríe mientras cierra la puerta.
- ¿Nos vamos ya? – pregunta.
- Sí. Voy a coger una cosa, espera.
Voy hasta mi habitación y cojo el móvil. Busco en mi lista de contactos. Tiene que cogerlo joder. Suspiro dos veces y pulso en el botón verde. Me comienzo a poner nerviosa. No lo va a coger. No lo va a coger. Me rind...

- ¿Sí?
- ¿Justin?
- No, soy Scooter. ¿Con quién hablo?
- Escúcheme por favor. No me cuelgue.
- ¿Con quién hablo? – repite nuevamente.
- Soy la nov...

Y corta. Otra vez. Se puede ir a la mismísima mierda. Tiro el móvil encima de la cama y doy un portazo al salir de mi habitación. Sólo quiero que me digas si estoy perdiendo mi tiempo en vano. Y es que, sé que cuando te vea en apenas media hora, todo lo que necesito oír ni siquiera voy a escucharlo.

- ¿Qué te pasa?
- Nada.
- Uf, que mal humor de repente. ¿Qué pasó?
- Que estoy harta.
Cojo las llaves y salgo de mi casa, dejando a Anahí dentro. Ella cierra la puerta y me sigue. Me subo en su coche. Ella lo bordea y se sube.
- ¿Me vas a contar?
- Justin. Que lo llamo y me sale su maldito manager cada vez que me lo cogen y cuando le voy a decir quién soy, siempre me cuelgan. Me toman como una loca. ¿No puede tener un puto móvil privado?
- Es famoso ___.
- Pues se puede ir a la mierda.
- Sabes que no lo dices en serio.
- Ya. Pero...
- Estás enfadada. Relájate anda. Mira, ya se nos hace tarde.

Anahí pone el coche en marcha y salimos hacia la iglesia. Tardamos una media hora en llegar. Nos bajamos del coche, ya hay muchos familiares. Mi familia no es tan grande. Sólo tengo tres tías. Peo en cambio, la familia de Rick si es algo más grande que la nuestra. Entre besos y abrazos, entramos en la iglesia. Después de una media hora la famosa melodía comienza a sonar. Mamá, aparece, preciosa como es ella. Mereciéndose lo mejor. Rick es lo mejor. Lo mejor para ella. Un gran hombre. Un hombre que nunca le hará sentir toda la mierda que le hizo sentir un día mi padre. "Entonces, os declaro, marido, y mujer". Y no puedo describir lo que siento ahora mismo, las lágrimas lo hacen mejor que yo. No lloro de pena, no estoy triste. Sonrío entre lágrimas. Estoy feliz por mamá. Los ojos me brillan, mi corazón late deprisa. Se besan. Todos aplaudimos. Miro a mi lado, Anahí me abraza, aportándome cercanía. Sabe perfectamente que este día era muy importante para mí y quería que en él, estuviera Justin conmigo. Pero las cosas no son siempre fáciles. Beso a mamá y le doy un fuerte abrazo a Rick. Salen de la iglesia tomados de la mano mientras el arroz y los pétalos rojos sobrevuelan por encima de ellos. Luego entran en el BMV blanco y se dirigen hacia la fiesta.

- Corre, vamos. – me grita Anahí mientras corre hacia su coche.
- ¡Espérame!

Corro hasta el coche y salimos disparadas hacia la celebración. En la playa. Espero que todo salga bien. Lo he organizado yo. Siempre soñé con casarme en una playa. En nuestra playa. Borro mis pensamientos y pongo la radio. Be alright de Justin Bieber. Miro a Anahí. Ella al segundo me mira y dirige de nuevo la mirada hacia la carretera. Sonríe levemente escuchando la letra de la canción. Me hundo esta vez yo observando la carretera mientras escucho la letra. Es preciosa. Me siento muy identificada con ella. Me pongo a pensar en todo. En cómo me ha cambiado la vida. Por todo lo que he pasado. Dirijo mi mirada hacia mis muñecas, ya casi no se ven las marcas. Suspiro. Los mil millones de baches que he superado. Sin duda mi vida es como una montaña rusa. He hecho ya esta comparación varias veces. Pero es la comparación más exacta que se asimila a mi vida. Estoy en los topes y caigo de golpe, llevándome tal hostia. Y otras veces estoy por los suelos y subo de golpe rozando las nubes.

- Llegamos.

Miro a mi alrededor. Aparcamos y nos bajamos del coche, caminamos por un camino de madera con cuidado de que la arena no se nos pegue en los tacones. Llegamos. Está todo perfecto. Es precioso. Pensaba que los globos no iban a durar toda la noche. Los invitados comienzan a servirse sus bebidas y a picar. Mamá y Rick no tardan mucho en llegar. La famosa canción de Celine Dion anuncia su llegada. Y se me vuelve a caer una lágrima. Rápidamente me la quito. Mi tía Samantha se ríe y me abraza contra ella riendo. No sabéis lo feliz que soy de ver a mi madre por fin sonreír. Es decir, lo lleva haciendo desde que está con él. Pero ella siempre soñó con esto. Con casarse con el amor de su vida. Y no sufrir nunca más. Nunca.

- ¡____!
- ¡Hola tío Ben! – sonreí dándole un cálido abrazo.
- ¡Pero qué guapa estás! – reí.
- Tú tampoco estás nada mal eh. – bromeé tocándole la barriga. Él dio una carcajada.
- ¿Y qué? ¿Tienes novio? – bingo. Típica pregunta. Tragué saliva.
- Mira, te llama mamá. – contesté sonriendo algo más rígida señalando hacia atrás. Él se volteó y corrió hacia mi madre que le brindaba una copa de champagne.

Dos horas más tarde y con los pies ya muertos camino hasta la orilla de la playa. Alejándome del bullicio. Me apetece estar sola aquí. Un rato. Respiro profundamente. Soltando el aire poco a poco. Una brisa me acompaña de vez en cuando. Esta parte de la playa no es la nuestra. La nuestra está más lejos. Me siento en la arena seca y me quedo observando el horizonte. Me siento estúpida al pensar que utilicé desde las redes sociales, a la llamada y al mensaje de texto para intentar simplemente oírte. Y es que incluso teniendo miedo de que de repente vuelvas de tu mundo y me digas "___, lo siento, aquí se acaba todo" y te vayas con una chica de tu ahora escala, necesito oír tu voz. Cada segundo que pasa la desesperación es aún mayor, y es que incluso los sentimientos que tengo aquí dentro me asustan. Porque esto me ha servido para reconfirmar que te quiero demasiado. Y es que te extraño más demasiado todavía. Aún yendo a contracorriente, yo sé lo que quiero y parte de ello es saber lo que quieres tú. No pido nada más. Te necesito. Dime que te quedas con tu nueva vida y yo me marcho. Intento reconstruir mi vida de nuevo. No lo sé. Pero intento echarle escombros a todo esto y me intento olvidar de alguna forma. Bueno, olvidar no. Pero si, intentaré no pensar tanto en ti. Inspiro y me pongo en pie. Me quito los tacones y camino por la orilla de la playa. Me apetece ir a nuestro lugar mágico. Comienzo a caminar. Miro hacia atrás y no veo nada. Ya he dejado atrás la fiesta, sólo escucho algo de música a lo lejos.
Ando rápido por la playa. Avanzo cabizbaja, el pelo me tapa la cara, así que nadie que esté por aquí podrá notar que estoy llorando. Oigo la música a lo lejos, el jaleo, los gritos de mis primos, de los niños que juegan en el agua. Pero no veo nada, lo único que hago es caminar. Me siento tonta. Como no me atrevo a correr, camino deprisa. A ratos, las olas me mojan los pies. La música ya suena lejana. La orilla se ensancha, desaparecen las piedras y llego a una zona de arena blanca. Es blanca y fina y se me queda pegada en los pies. Camino más despacio, respirando hondo y cogiendo caladas de aire. Me seco las lágrimas y me asiento en una piedra, observando el mar. Espero que Justin ya esté bien después del accidente. Debo reconocer que estuve a punto de mandarle a...bueno, ya sabéis a donde, cuando vi las fotos. Pero justo después me llamó aquella chica explicándomelo todo entre lágrimas. Cuando me enteré que había sufrido un accidente y yo no estaba ni podía ir allí para hacer nada, me sentí como una mierda. Espero que no me guarde rencor por eso. Me pregunto si estoy haciendo las cosas bien, es decir, eso de esperarle. Yo se lo prometí. Y él me lo prometió. ¿Pero cuánto tendré que esperar? Ya ha pasado un año y medio desde que le vi por última vez. Y a mí esto me está matando por dentro.
Cierro los ojos un segundo y me imagino que viene por detrás, cómo él solía hacer, me besa en el cuello y luego me susurra algo en el oído. Su "Hola gatita" o ese simple, "fea" que aunque él no lo sepa, tantos recuerdos me trae. Sonrío instintivamente y luego abro los ojos. Me siento estúpida, pero sin saber por qué suelto una carcajada. Me pongo en pie y me acerco a la orilla de nuevo. Todo tiene solución, y cuando esto se solucione yo seguiré aquí para abrazarte y besarte todas las veces que no pude hacerlo en este tiempo. Eres el único que me hacía grande, y ahora que soy tan pequeñita como esta gota de agua que me acaba de saltar, te digo que ánimo, que te esperaré. Porque te quiero. No espera, te amo. Sí, eso. Porque te amo.
Lanzo una piedra al agua y esta se hunde rápidamente. Me acerco un poco más a la orilla, el agua me llega por los tobillos. Cierro los ojos un segundo y de repente siento unas manos sobre mis ojos. Mi corazón comienza a ir a una velocidad no permitida. El pulso me comienza a ir demasiado rápido. Los sentidos se me comienzan a colapsar. Los verbos ya no tienen sentido. Me echa el pelo hacia a un lado, me da un beso mojado en el cuello, cierro los ojos y como si antes me hubiera leído el pensamiento...

- Hola, gatita.

Tu voz ha cambiado, la tienes más grave. Algo ronca. Me giro rápido. Se me aguan los ojos. Estás diferente. Más hombre. Tienes el pelo distinto. Pero tus ojos son los de siempre.

- Te extrañé demasiado. – murmuro nerviosa. Me regalas una sonrisa.
- ¿Qué haces aquí? – pregunto al ver que no me dices nada. Tú sin embargo no dejas de mirarme. Luego te acercas un poco y elevas una ceja.
- ¿Cómo que qué hago aquí? – me respondes otra vez con esa voz que hace casi que me derrita. Luego sueltas una pequeña risa que me hace vibrar y me acaricias la mejilla con tu dedo pulgar. – Pues he venido porque no aguantaba ni un puto día más sin verte.
- Porque...- me interrumpes.
- ¡Shh! – me dices con tu dedo índice en mis labios. Acercándome a ti.
- Estás preciosa.
- Y tú sigues siendo igual de mentiroso. – te digo curvando mis labios. Tú te ríes y te atreves a romper la distancia entre nosotros.
- ¿Me has olvidado? – me preguntas, y aunque optas por tu facha de chico duro, sé que te mueres de miedo por la respuesta.
- ¿Tú que crees? – te respondo.
- Yo creo que te sigues poniendo igual de nerviosa cada vez que rompo los centímetros y te quedas más cerca de mí.
- Lo que crees es cierto. ¿Y tú? ¿Te has olvidado de mí?

Sueltas una carcajada que me despista y luego te vuelves a poner serio. Me miras a los ojos y tu mirada se desvía hacia mis labios por un segundo, luego me miras a los ojos de nuevo y mojas tu labio inferior. Tú y tu costumbre que me vuelve loca.

- Eso es imposible.
- Nada es imposible. – te corrijo. Tú miras un segundo al cielo, y luego asientes. Supongo que pensando en todo lo que te ha sucedido.
- Tienes razón. Lo que es imposible es intentar olvidarte.

Durante un rato nos quedamos callados. El silencio habla por nosotros. Pero yo me atrevo a romperlo con un claro y conciso te amo. Te pilla de improviso. Las ganas pudieron a todo lo demás. Me apetece besarte y tú, ansioso también de un beso, te adelantas con uno en la mejilla. Los dos sabemos que nos apetece algo más, tu mano en mi espalda es un claro ejemplo. Te miro fijamente con los ojos brillantes. Por unos instantes no sé qué decirte. Puedo notar como se me acelera el corazón conforme los centímetros entre nosotros se reducen. Te beso. Te beso y te digo que te quiero muchas veces. Me besas, me besas y me dices que me amas muchas veces. Besas mi labio inferior como si la vida se te fuera en ello y luego me muerdes. Con ganas. Con las mismas ganas que te tengo yo. Te muerdo. Te ríes sobre mi boca y me coges en brazos. Me elevas y haces que mis piernas se enganchen en tu cintura. Nos besamos frenéticamente. Deseosos. El tiempo nos censuró demasiados besos. Te extrañaba. Extrañaba lo que vuelvo a sentir dentro de mí. En mi barriga. No sé describirlo. Me sacas de mis pensamientos mordiéndome esta vez en el cuello. Suelto una carcajada, te ríes tú también y me vuelves a besar en los labios. Poco a poco dejo caer mis piernas al suelo, tocando la arena tibia. Y me separo de tus labios. Con mis brazos alrededor de tu cuello, mirándote a los ojos. Y te digo que extrañé tus besos. Y tú me respondes con una sonrisa y otro beso fugaz en los labios.

- Quiero que leas algo. – me dices y te llevas la mano al bolsillo.
- ¿El qué?
- Espera. – te ríes nervioso y sacas un folio de tu bolsillo trasero.
- ¿Qué es eso? – te pregunto y suelto una pequeña risa nerviosa.
- Toma. – me lo das y me miras a los ojos. Yo dudosa te miro y hago una mueca con la cara. Tú me dices que la lea y la abro por los bordes.

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Hola gatita.

No sé cómo se empiezan estas cosas, nunca he hecho una carta. Pero hoy tengo ganas de decirte algo. Bueno, la realidad es que tengo ganas de decírtelo desde hace mucho tiempo. Nuestra historia no fue fácil. Lo cierto es que al principio nuestros caminos no eran del todo claros. Lo único que sé, es que un día llegaste, y cambiaste mi vida de golpe. Te echo de menos. Es imposible negar lo inevitable. Me apasiona pensar lo rápido que ha pasado todo, recordar los momentos que hemos vivido, las sensaciones que me transmites cada día, la nube en la que me quedo después de verte. Puede que muchos no crean en eso de, "Los polos opuestos se atraen". Pero nosotros éramos unos entre muchos. Éramos como la locura que me caracterizaba y tu misterio. Como la naranja y el limón. Teníamos sueños diferentes. Aparecimos inesperadamente en la vida de cada uno y ahora mi vida no tiene sentido sin la tuya. Puede que en lo único en lo que coincidíamos era esa sensación al vernos. O simplemente al mirarnos. El tiempo vuela, y el jueves hacemos dos años y quince días desde aquel día que me diste ese primer beso. Por eso te voy a hacer una lista. Está mi plan A y mi plan B. El plan A es el siguiente:

- Renuncio al plan B.

Y el plan B, es este:

- Te desafío a abrazarme, a que me regales una mirada. Te desafió a que me robes una sonrisa. Te reto a que claves tus pupilas en mis ojos, te reto a decírmelo todo sin palabras, te reto a ponerme nervioso, te reto a que te acerques a mí a que respires a menos de dos milímetros de mi cara y a ponerme la piel de gallina. A que pongas tu mano encima de la mía para que después te mire a los ojos y se me pare hasta el alma. ¿Qué tal si me robas un beso en la mejilla y te vas corriendo sintiéndote la persona más traviesa del mundo? Frente a frente, mirándonos fijamente mientras nuestro alrededor se emborrona y empieza a girar y a girar. Te reto a que hagamos una locura, que no nos importe nadie, que este momento solo sea nuestro, que todo vaya a cámara lenta a nuestro alrededor, que un millón de mariposas revoloteen bruscamente dentro de mí. Te propongo que me dejes admirar cada lunar de tu cuerpo, cada rasgo, que me dejes analizar cada risa, cada carcajada, te reto a que me dejes abrazarte cuando te sientas mal y cuando te sientas bien también. Te propongo a que juguemos a un juego eterno, un juego absurdo con ningún fin, en el que nadie pierde, en el que mi mayor trofeo sea levantarme, voltearme y ver que sigues dormida, despeinada y desprendiendo tranquilidad. Que de repente abras los ojos y sonrías al ver que te observo y me des un beso en los labios. Que te quedes aquí y que recibas todo el cariño que aún me queda por darte. ¿Aceptas? Sólo quiero que sepas que tu mente y tu corazón ya lo desafié un día. Creo que este plan B, puede funcionar.

Tú eliges. Pero antes de que elijas algo, quiero que sepas que mi vida ahora es diferente. Y no siempre podremos hacer todo lo que queramos cuando vayamos por la calle o cuando estemos en algún sitio público. No te voy a decir que siempre te gustará mi mundo, lo que me rodea, pero lo que te prometo es que te voy a hacer la mujer más feliz del universo.

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Termino de leer y lo miro a los ojos. Mi corazón se acelera en el momento en el que tú respiras lenta y profundamente en mi oído, haciendo que mi cuerpo se mueva al ritmo de un escalofrió.

- ¿Entonces? ¿Con qué plan te quedas? – me susurras.
- Con el plan B. Me quedo con el puto plan B.

Ríes y me vuelves a coger en brazos y me besas de nuevo. No sé cuánto tiempo. No me importa el tiempo ahora mismo. Paseamos por la playa, de la mano. Estaba nerviosa e ilusionada. Me besas. Te beso. Nos miramos y nos regalamos palabras sinceras. El sol nos ilumina, hace que tus ojos brillen de una forma preciosa. Te acaricio las manos mientras los últimos rastros de ola nos mojan los pies. Nos reímos, nos miramos cómplices, disfrutando de cada momento, cada pequeño gesto. Me tiras de la mano, caemos sobre la arena. Me dices que te gusta mi vestido. Y me miras con picardía. Me acuerdo de Anahí, me río. Te conozco. Te voy a dar una pequeña cachetada, pero me paras la mano y me acercas, volviendo a devorar mi boca. Tu mano navega por mi espalda y luego paras de besarme, me das otro beso y nos ponemos en pie. No estoy segura si esto es un sueño, pero lo único que sé ahora mismo es que estamos tú, yo, y nuestra playa. Que vuelvo a ser la chica más feliz del mundo y que te amo demasiado. Seguimos caminando y de repente, te paras en seco. Sacas una venda de tu bolsillo, me das un candado, me dices que lo guarde y luego me miras.

- En plan B empieza ya.
- ¿Y qué tengo que hacer?
- Ahora tienes que seguir mis indicaciones.

|| Narra Justin ||

Me miras dudosa y sé que te mueres por saber lo que va a pasar a continuación. No te digo ni una sola palabra. Ni una pista. Nada. Te coloco la venda y cojo tus tacones mientras te dirijo a donde tenemos que ir. No tienes ni una idea de lo que va a pasar ahora en nuestras vidas gatita. Una hora y media. Una hora y media es lo que tardamos en llegar. Te quito la cinta y te asombras al ver que estamos en el aeropuerto. Te explico que nos vamos a Moscú. Que el candado es para ponerlo junto a todos los demás candados del famoso puente. Que todo esto lo hago porque me encanta estar contigo, porque nunca hemos hecho el amor en Rusia, porque te amo muchísimo y porque es aquí dónde comienza realmente nuestra historia. Por cierto, antes de irnos de Rusia quiero que veas como he pintado en ese puente "Atrévete a desafiar su corazón". Como en tu película favorita. Creo que es así como se define nuestra historia. Y no te preocupes, que quizás Step y Babi no volverán a sentir esa sensación de estar a tres metros sobre el cielo, pero que tú y yo, alcanzaremos la decimocuarta estrella.

Desafío al corazón .{Justin y ___}.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora