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Las lágrimas fluían sin querer detenerse, como si hubieran estado contenidas demasiado tiempo. Todo lo que llevaba reprimiendo parecía desbordarse, y por más que lo intentaba, no lograba detenerlo.
Me sentía sumamente avergonzado de que Akamatsu estuviera presenciando éste momento de debilidad, pero al mismo tiempo, su abrazo cálido y su suave fragancia de vainilla y canela me daban una extraña sensación de calma. Me sorprendía, de hecho, que estuviera aquí consolándome. No éramos cercanos, apenas había hablado con ella fuera de clases.

Pero ahí estaba, y eso significaba mucho más de lo que quería admitir.

Deshice el abrazo lentamente, intentando recomponerme. Pasé las mangas de mi camisa por mi rostro de manera torpe, tratando de borrar cualquier rastro de las lágrimas, pero sabía que mi cara hinchada delataba lo que había pasado.

–.Sé que debes estar pasando por un mal momento.– Su voz fue suave, como si temiera que un tono más alto me rompiera de nuevo.– ¿Quieres hablar de ello?

Su pregunta me tomó por sorpresa, y por un momento no supe qué decir. Mi mente estaba desordenada, reviviendo cada momento de la conversación con Saihara, ¿Qué había hecho mal? Había sido tan directo conmigo, tan implacable.
Pero sabía que de cierta manera tenía razón.

Tal vez lo había presionado demasiado. Tal vez todo era mi culpa.

Mi reputación era un desastre, todos lo sabían. Soy una persona en quién nadie puede creer, el mentiroso de la clase. Había jugado ese papel durante tanto tiempo que hasta yo había comenzado a creerlo. ¿Cómo podía esperar que alguien como Saihara confiara en mí?

Aún así... no quería que él pensara lo mismo que el resto. No quería que me viera de esa forma. Quería que entendiera que, más allá de todas las historias, me importaba de verdad y le hablaba con una sinceridad que nadie podría creer. Lo necesitaba en mi vida más tiempo.

Pero no podía decirle todo eso a Akamatsu. Intenté esbozar una sonrisa, aunque sabía que era más una mueca rota que cualquier otra cosa.

–. No es nada, en serio. Solo… no esperaba que pasara nada de ésto. Me tomó por sorpresa.

Akamatsu me miró con una mezcla de compasión e incredulidad, claramente no creyendo ni una palabra, pero no insistió. En lugar de eso, suavizó su mirada y habló con calma.

–. Seguro que es un malentendido. ¿Te gustaría que hable con Saihara? Quizá podría ayudar.

La oferta me tentó, pero sacudí la cabeza en modo de negación, no quería que nadie más se interpusiera. Tenía que ser yo quien hablara con él, quien arreglara ésto.

–. Lo entiendo .– dijo ella, resignada. – Pero recuerda, Ouma, no estás solo. Puedes hablar conmigo si lo necesitas.

Antes de irse, acarició mi cabello con suavidad y me dio otro abrazo, cálido y sincero. No era lástima lo que sentía, lo sabía, era genuina amabilidad, y de alguna manera, eso me hizo sentir un poco mejor.

Cuando se fue, me quedé solo, estaba de pie casi ocultándome entre los fríos muros. Agradecía que la academia estuviera casi desierta, no podía soportar la idea de que alguien más me viera en éste estado.

Tenía que poner en orden mis pensamientos.
Lo que sentía por Saihara era un caos, una mezcla de dolor, anhelo y esperanza. Necesitaba hablar con él, aclarar las cosas.

Él podía tener la peor opinión sobre mí ahora, pero no me rendiría. De alguna manera, lograría que me escuchara.

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⏰ Última actualización: Oct 02 ⏰

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- ¡Hey Delta! - Saiouma/OumasaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora