Capítulo Especial 1/?

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En pleno día en la gran ciudad cerca del pueblo, específicamente en el "Río azulejo". Por una calle pasaban con cautela dos hombres misteriosos con sus batas blancas con capuchas que ocultaban sus identidades.

Las personas de la gran ciudad se detuvieron en sus quehaceres diarios al ver a los dos hombres misteriosos. Sus miradas se entrecruzaron, y un murmullo inquieto se propagó por las calles. Algunos mostraron curiosidad, mientras que otros, temerosos, se alejaron. Los niños señalaban con asombro, y los comerciantes dejaron de regatear y observaron desde sus puestos. La calle entera estaba en silencio a excepción de los murmullos, preguntándose qué propósito tenían aquellos dos hombres al llegar a su hogar.

El más alto entre los dos, Kurogane, observo curiosamente a su alrededor, y después pregunto...

—¿Esta es la ciudad?—

—Si, el pueblo a donde nos dirigimos se encuentra a norte de aquí. Llegaremos en pocas horas—

Responde obviamente su compañero, Céfiro, el más bajo entre los dos, y el más siniestro. Lo único que se puede ver bajo de su capucha, son sus ojos luminoso de color blanco.

—Es bueno escuchar que estemos cerca.

De repente kurogane se detiene y olfatear un olor a carne asada, dejándose llevar por su hambre, voltea su vista a su izquierda y encuentra un local de comida. Su compañero noto que dejó de seguirlo, así que en voz alta le dice...

—No te quedes parado ahí, ¡Vam...!

Pero el fuerte rugido de tripa de kurogane lo interrumpe inesperadamente. Los dos se miran fijamente entre ellos por unos segundos, hasta que Céfiro rompe el silencio diciendo...

—Vamos, tenemos que seguir.

—Sigue tú si quieres, pero yo no pienso morí de hambre.—

Sin importarle lo que le dijera su compañero, fue a local de comida a satisfacer su apetito. Céfiro como tal se vio obligado a seguir a kurogane, hasta esperar que terminará de comer.

Al dentro del local, se olía el cálido aroma de pan recién horneado junto con estofados. Las paredes están adornadas con tapices desgastados que narran hazañas de los aventureros que lograron cazar algunos de los 10 monstruos legendarios.

Kurogane y Céfiro se sentaron en unas de las mesas que están talladas con símbolos únicos. Como es típico siempre había murmullos de conversaciones entre varias personas de raza, niasgaz, humano y elfos en otras mesas. Fueron atendidos por un camarero y a los minutos después, Kurogane comenzó a comer como un auténtico zorro, sin modales y sin importarle lo que dijeran los demás.

Pero en otra mesa, había un grupo de elfos con las miradas clavadas en los dos hombres misteriosos. No por la forma que come kurogane, si no por algo que le inquietaba. Céfiro noto las miradas fijadas en el, por lo que en susurro le dice a su compañero sobre los elfos quienes los observan.

—Sí, ya lo sé. Creo que deberíamos encargarnos de ellos.—*Responde*

—Dudo que sea necesario.—

—¿Y cómo?—

—Solo sígueme.—

Céfiro sacas unas monedas y lo deja en la mesa, para luego levantarse y salir del local junto con su compañero. El grupo de elfos también pagaron sus comidas y salieron para seguir a los dos hombres que les parecieron sospechosos.

Ya los hombres misteriosos salieron de la ciudad, ahora estando en un largo recorrido de tierra rodeado de unos bosque. Pero el grupo de elfos, que son en total de 5 hombres, seguían siguiéndolo.

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⏰ Última actualización: Oct 02 ⏰

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Mi segunda vida como RaissaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora