Capítulo 4

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- ¡Eres tú!.- Él me señala mientras yo me levanto.

- No se de que me hablas.- Me sacudo el pantalón para no mirarlo a los ojos.

- Claro que si, eres la chica que entró a mi camerino y me vio desnudo y luego se marcho corriendo.- Su voz suena neutral, pero juraría que es la voz mas sexy que he escuchado en mi vida. Lo miro mejor y me doy cuenta que tiene tatuajes hasta en la cabeza, me fijo en la flor de loto del cuello y me imagino como será tocarlo. Aparto enseguida esos pensamientos de la cabeza.

- Perdón, no fue mi intención.- Él busca mi mirada, me hace sentir incomoda y miro al suelo.- Bueno, encantada de conocerte, me voy.

- ¿ Cómo que te vas? ¿ sola?.- Lo miro con diversión.

- Es verdad, se me olvidaba esperar al príncipe azul para que me viniera a salvar de las violadores, ¿ sabes si hay algún dragón cerca? por decirle que traiga la espada.- Me río un poco y niego levemente mientras comienzo a correr otra vez.

- Muy graciosa.- Me agarra del brazo y me obliga a parar.- ¿ De donde eres?.

- De canarias, de Gran Canaria mas concretamente, ahora que ya lo sabes, adiós.- Comienzo a correr pero no llego muy lejos antes de que me agarre y me obligue a parar otra vez. Lo miro a la cara y tengo que elevar bastante mi cuello, aparte de guapo, alto, dios, sácame de aquí.

- Me llamo Stephe.- Me mira otra vez a los ojos y yo bajo la mirada.

- Genial, bonito nombre, me tengo que ir Stephen.- Esta vez corro mucho mas rápido para que no me alcance pero mis esfuerzos son en vano, al final de la calle me agarra y me obliga a parar otra vez.

- ¡ Quieres parar ya!, solo quiero hablar contigo mujer.- Suspiro cansada y me agarro las costillas.

- Me ha dado flato por tu culpa, ¡¿me quieres dejar en paz maldito capullo tatuado?!.

- ¿ Cómo me has llamado rubia blanquecina?.- Frunce el ceño y yo lo imito enfadada, debo admitir que da respeto enfadado pero yo no me amilano.

- ¡No soy blanca!

- No, eres translucida.- Esta vez dibuja una sonrisa chulesca en su cara. Dios es que así es aun mas guapo. Niego con la cabeza y saco esos pensamientos de mi mente.

- Y tu tienes mas tinta en el cuerpo que la libreta de un friki.- Él abre los ojos asombrado y ahora soy yo la que le sonrío con chulería y le guiño un ojo.

- Dime como te llamas.- Habla con tranquilidad y yo niego con la cabeza mientras comienzo a caminar calle a bajo.- Si no me dices como te llamas te acompañaré hasta tu casa.- Resoplo y me encojo de hombros.

Sigo caminando en silencio, siento sus pasos detrás de mi pero decido no hacerle caso. Cruzo la calle y me acerco a mi casa,camino hasta parar frente a mi casa y me viro mirándolo, levanto una ceja y pongo mis brazos en jarras.

- ¿También quieres entrar y tomarte la última en mi casa?, por que aviso que soy muy romántica y al menos deberías haberme invitado ya a una cita.- Le hablo con voz de pito y muevo las pestañas con gracia. Él niega con la cabeza con una sonrisa divertida en la cara y mira mi apartamento.

- Es bonito, pero ya que se que estas a salvo en tu casa me voy, aunque voy a descubrir como te llamas.- Me guiña un ojo y comienza a bajar tranquilamente por la calle. Me fijo en su forma de caminar y decido que no puede ser mas sexy, miro su culo y sonrío, ya he visto ese culo desnudo y no me importaría volver a verlo. Me imagino volviendo a entran en su camerino pero esta vez concienzudamente para verlo otra vez desnudo. Me río levemente y aparto esos pensamientos de mi mente.

- Me llamo Comoati.- Él se da la vuelta encarnando una ceja extrañado y yo meto la llave en mi puerta.

- ¿ Comoati?.- Asiento y me río a la vez que abro la puerta.

- Comoatinoteimporta.- Le guiño un ojo y cierro la puerta detrás de mi, pero escucho su risa y comienzo a reír yo también.

Voy hasta el salón y dejo las llaves en el sofá, voy hasta mi móvil que esta vibrando y lo descuelgo.

- ¿ Si?

- !!!Gorda¡¡¡.- Las voces incomparables de mis amigas hacen que comience a reír. Cuando estaba en Canarias mis amigas y yo nos llamábamos gordas para luego mirarnos al espejo y darnos cuenta que estábamos mucho mas buenas, lo llamamos el efecto rebote.

- Hola gordas, ¿ qué tal todo por ahí?.

- Todo genial pero te echamos de menos.

Nos pasamos hablando dos horas, y para cuando cuelgo ya son las doce de la noche. Enciendo la tele y me pongo a escuchar cualquier cosa en lo que hago algo de cena.

Después de quemarme tres veces por fin hago una hamburguesa y me siento en el sofá a ver cualquier cosa. Me levanto, pongo el despertador para las nueve y media y me voy a la habitación. Me voy durmiendo recordando el encuentro con Stephen y acabo soñando con penetrantes ojos azules y cuerpos sexys totalmente tatuados.

MírameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora