¡Tan Lindo Ese Castaño!...

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Habían pasado dos semanas y aunque Erick tenía la leve ilusión de que Damián volviera no pasó, solamente lo veía de vez en cuando por la preparatoria y tuvo que quedarse con eso, aunque no le hiciera feliz.

Sus pensamientos estaban calcomidos de preguntas, ¿Y si tuvo un problema y esa era la razón por la que tuvo que irse sin decír nada, y sabiendo que él se mostró tan duro tuvo pena de regresar para aclarar las cosas? No podía dormír con sólo imaginarse futuros alternos dónde las cosas hubieran sido diferentes.

Si se hubiera tratado de una relación vacía la historia sería otra, pero, ellos se conocían ya hacía un año y siete meses y no era posible que todo terminara así nada más.

Obviamente tenía en mente que Damián fue el que pospuso las cosas a más no poder y eso lo enojaba pero también en sus ratos de tristeza lo extrañaba tanto que estaba dispuesto a quedarse con él sin presionarlo, sin ponerle más trabas duras.

Sollozó inevitablemente y una lágrima cayó sin aviso, Erick se espantó, ¡Recién había pensando y ya lloraba así! Ni una presión en el pecho antes, directo al llanto.

Sin embargo quien más se exaltó fue el castaño a su lado en el sofá; las cosas con Christopher estaban bastante mejor, seguía teniendo esos arranques de modesto y "No te importa" aunque debía recalcar que eran menos las veces que se encerraba en su cuarto, pasó de ser todo el día a sólo una o dos veces y tampoco podía dejar fuera que era él quien lo buscaba para pasar el rato cuando yacía en su habitación y recordaba con alegría la semana pasada donde lloró por Damián y el mayor golpeó, ¡Golpeó, Christopher!, su puerta para regalarle un chocolate.

Ahora estaban mirando televisión mientras comían palomitas preparadas por el menor.

—¿Erick estás bien? —consultó amablemente, algo que aún le molestaba, no entendía muy bien por qué tanta preocupación por ese chico y esos deseos en su corazón de llevarlo a casa después de la universidad cuando tenían los mismos horarios, se prometía a sí mismo que simplemente era lástima por lo duro que fue Damián con Erick y una vez que el ojiverde pueda superarlo volvería tranquilo a su rutina agria y solitaria de siempre, ¡Sí, sí, señor!, porque Christopher podía ser duro y tener su espacio, ¡Pero jamás un monstruo!

—Sí, no sé por qué empecé a llorar. —rió apenado limpiando sus lágrimas.

—Oh. —aunque quisiera ser un mejor apoyo o al menos darle una charla alentadora a Erick no tenía madera para eso, ¡Era un pobre tímido, Dios!

—C- Chris... —llamó avergonzando, el nombrado alzó una ceja como respuesta, ese apodo aún no le cerraba pero lo aceptaba por la lástima que tenía por Erick, ¡Sí, eso era! —, sé que nunca te pedí ningún favor pero... ¿Podrías alcanzarme en tu motocicleta a una heladería? Quiero comprar para ambos.

El mayor arrugó su nariz desconforme. Pasaban tiempo juntos en el departamento pero eso sólo era porque vivían juntos, ni siquiera cruzaban palabras en los recesos de la universidad y mucho menos salían a pasear fuera, él no quería formar algo estrecho, estaba bien con que nada más eran compañeros de piso.

Erick entristeció al ver cómo bajó la mirada, entonces se preguntaba, "¿Por qué Christopher es así?"

Y el castaño no sabía qué sería lo mejor para su bienestar, comenzar a confiar en Erick completamente o mantener esos límites que le traían paz. En su corazón, quería abrirse a confiar en su compañero aunque aquello no haya sido bueno en su pasado pero también le aterraba apartar la línea divisora y salír lastimado.

—No pasa nada, Chris —le sonrió —. Voy a dormír, buenas noches. —despidió sacudiendo su mano y se adentró a su cuarto.

Christopher sintió cómo la sangre subió a su cabeza, estaba molesto consigo y también confundido por Erick, en su mente, si el ojiverde tenía suficiente interés en estar con él entonces habría insistido un poco más, tal vez decirle que le importaba su presencia y quería compartír su tiempo con él, que era alguien especial. Sacudió su cabeza al instante, él necesitaba un interés extremo para entender que había algo honesto entre medio, no le bastaba un simple "Entonces me voy, si no quieres", quería que esté dispuesto a todo por quedarse allí, que luche...

Entristeció rápidamente, pensamientos cruzados se enredaban en su cabeza; pero Erick no es un robot para adivinar qué es lo que yo necesito, mucho menos si yo nunca le dije nada al respecto. Ni siquiera tiene por qué luchar por mí si en su mente yo no lucho por tener un mejor vínculo por él, no me esfuerzo en confiar, además de que él está atravesando una separación y no tiene por qué rogar por mí, mas, eso no tenía por qué hacer que yo tenga que ír a rogar por él.

Tiró de sus cabellos sintiéndolo todo perdido, de nada importaba cómo reaccionó Erick y cómo quería él que fueran las cosas, la realidad era que el menor ya estaba encerrado en su cuarto, ya se había terminado todo.

Sin nada más que hacer, caminó a su habitación y cerró, se tiró debajo de las sábanas y lloró silenciosamente, desesperanzado.

Sabía perfectamente lo complicado que era él con las relaciones nuevas, con la simpleza de confiar pero tampoco quería retarse por eso; había sufrido tanto que quería asegurarse de que nada malo vaya a pasar, su error era querer controlarlo todo.

Erick en su habitación se relajó contra la cómoda tratando de averiguar qué era lo que Christopher quería, en su cabeza, el castaño sólo lo usaba para estar un rato y cuando se aburriera se iría a su cuarto sin más, no era nada especial en su vida, eso parecía estar claro.

Ninguno era capaz de hablar y tratar de entenderse, fuera de todo, eran unos tercos creyéndose adivinos.







Dulces Latidos : ChriserickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora