Capítulo 4: Sombras del Pasado

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Lute volaba rápidamente, sus alas batiendo con fuerza mientras seguía de cerca a la misteriosa mujer de alas negras. A su alrededor, el aire en el Barrio Caníbal se sentía pesado, cargado de muerte y desesperación. Mientras avanzaba, los infectados deambulaban sin rumbo, pero lo que más la sorprendió fue cómo la ignoraban por completo. Eso solo aumentaba su tensión, obligándola a empuñar su espada con más firmeza, lista para cualquier ataque.

Finalmente, vio cómo la mujer de alas negras guardaba sus alas y entraba en una casa vieja, algo deteriorada por el tiempo. Lute dudó un momento, pero su misión la empujaba a seguir adelante. Ingresó en silencio, cuidando cada paso para no hacer ruido, hasta que sus oídos captaron una conversación. La mujer estaba hablando con alguien... su líder, al parecer.

Lute avanzó lentamente, moviéndose entre las sombras hasta llegar a una puerta entreabierta. Desde su posición, podía ver cómo la mujer entregaba un paquete al hombre que estaba sentado en un trono, pero no podía distinguir quién era. Entonces, la mujer se apartó, despejando su visión. Lo que Lute vio la dejó sin aliento. Era imposible... soltó su espada por el impacto.

Allí, sentado en el trono, con una expresión seria pero familiar, estaba Adam. Su líder, su mentor... aquel que ella creía muerto. Su cuerpo parecía haber cambiado, con marcas negras surcando su piel, pero no cabía duda de que era él.

Lute dio un paso hacia atrás, su mente incapaz de procesar lo que estaba viendo. ¿Cómo puede ser? Lo vi morir...

Adam no dijo nada al principio, pero su mirada se encontró con la de Lute. Había algo en sus ojos, una mezcla de dolor, arrepentimiento y resignación.

En el Hotel Hazbin, Charlie finalmente había salido de su habitación, aunque su rostro mostraba signos claros de agotamiento emocional. Al llegar al vestíbulo, vio el arsenal de armas celestiales que Vagguie había logrado conseguir de las hijas de Carmilla. Todos los residentes del hotel estaban tensos, pendientes de las noticias y las barricadas que mantenían a raya a los infectados.

—Han rodeado el Barrio Caníbal —comentó Vagguie mientras observaba las noticias—. Han aislado a los infectados, pero eso no significa que estemos a salvo.

Charlie apenas escuchaba, su mente reviviendo los acontecimientos que habían llevado a esta catástrofe. Esto es culpa mía... pensaba, sabiendo que la infección había comenzado poco después de que los cadáveres de los exorcistas fueran llevados al Barrio Caníbal.

—Esto no es tu culpa —dijo Vagguie, tratando de consolarla—. No podíamos saber lo que iba a pasar. Nadie podía.

—Pero yo lo provoqué —replicó Charlie en voz baja—. Dejé que sucediera. Fui demasiado blanda... y ahora, todo esto...

Antes de que la conversación pudiera continuar, un aviso en las noticias llamó la atención de todos. Los infectados que atacaban las barricadas se estaban retirando. La noche caía sobre el Infierno, pero había algo inquietante en ese repentino retiro.

—¿Por qué se están retirando? —se preguntó Vagguie, frunciendo el ceño.

Charlie, por su parte, solo pudo mirar por la ventana. Aunque las barricadas estaban resistiendo, el verdadero peligro aún estaba por descubrirse.

De vuelta en el Barrio Caníbal, Lute despertó desorientada. Su cabeza dolía y sus pensamientos estaban nublados. Mientras parpadeaba para enfocarse, notó que alguien estaba cuidándola.

—¿Gabi? —murmuró, creyendo que era su hermana exorcista.

Pero no, al recobrar plenamente la conciencia, se dio cuenta de que no era Gabi quien estaba a su lado. Era Rosie, la líder de los caníbales, mirándola con una sonrisa socarrona.

Pecado Z: El AlzamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora