El Asalto y el Destino

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Dentro de la vasta fábrica de armas de Carmilla, las máquinas trabajaban incansablemente, produciendo sin pausa las letales herramientas de guerra que alimentaban el conflicto en el infierno. A las afueras, dos figuras imponentes, Lute y Gabi, descendieron con suavidad, sus alas negras plegándose mientras avanzaban hacia la entrada principal.

—¡Alto ahí! —gritó uno de los guardias mientras levantaba su arma—. ¡Este es un lugar restringido!

Las dos mujeres no se detuvieron. El guardia, nervioso, hizo un gesto a sus compañeros, quienes desenfundaron sus armas y dispararon. Pero Gabi, con una velocidad que desafió la vista de los guardias, apareció frente a ellos. Las balas se desviaron al chocar contra sus alas, y en un abrir y cerrar de ojos, ella había doblado los cañones de sus rifles con una facilidad aterradora.

Los guardias intentaron atacarla cuerpo a cuerpo, pero sus intentos fueron inútiles. Gabi los detuvo con una sonrisa, bloqueando cada golpe con desdén. Luego, con una mirada de superioridad, los arrojó al suelo. Mientras yacían aturdidos, Lute se acercó lentamente sacando unas garras.

—Se nota que tienen algo de fuerza —comentó Lute mientras trazaba una ligera línea en el cuello de uno de los guardias. La pequeña herida apenas dolió, pero en cuestión de segundos, sus ojos se oscurecieron y su cuerpo comenzó a retorcerse bajo la influencia de la infección que ella había sembrado.

Los guardias se levantaron, ahora convertidos en sirvientes fieles de Lute. Sin decir una palabra, se inclinaron ante ella, esperando órdenes.

—Sigan adelante —ordenó Lute, y los infectados obedecieron de inmediato.

Lute y Gabi continuaron su avance por la fábrica, derribando a cualquiera que intentara detenerlas. Los guardias caían uno tras otro, mientras los infectados, liderados por las dos mujeres, aseguraban las áreas por donde pasaban. Pronto, llegaron a una sección de almacenamiento, donde varias cajas grandes con armas aguardaban.

—Aquí está lo que vinimos a buscar —dijo Gabi, abriendo una de las cajas y examinando las armas dentro—. Esto servirá para nuestro propósito.

Lute asintió mientras observaba a los guardias infectados comenzar a cargar las cajas. Sin embargo, ella tenía otros planes. Sus ojos recorrieron la sala hasta que encontró un panel de control cercano. Sin dudarlo, caminó hacia él y activó la alarma general de la fábrica.

Un estruendo ensordecedor inundó el edificio, y el caos no tardó en desatarse. Los infectados, atraídos por el ruido, comenzaron atacar el edificio y inundar los pasillos, aplastando a los pocos guardias restantes que intentaban mantener el orden. Lute miraba el caos que había desatado.

—Es hora de irnos —dijo, y comenzó a avanzar hacia la salida.

Sin embargo, justo cuando estaba por cruzar el umbral, el suelo bajo sus pies comenzó a vibrar. Un sonido ominoso llenó el aire, algo que ni siquiera los infectados pudieron ignorar. Gabi se volvió hacia Lute, pero antes de que pudiera hablar, una explosión estremecedora sacudió la zona y Lute desapareció en esta.

 Gabi se volvió hacia Lute, pero antes de que pudiera hablar, una explosión estremecedora sacudió la zona y Lute desapareció en esta

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Pecado Z: El AlzamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora