Capítulo 14: Ecos de Guerra

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Era una noche densa en el círculo de la ira. El aire estaba cargado de una tensión insoportable, mezclada con un frío amargo que envolvía el campamento. Los demonios y almas que poblaban este círculo descansaban en sus tiendas y refugios, agotados después de una jornada violenta. Solo Loona permanecía despierta, con los ojos entrecerrados, mirando hacia el horizonte, mientras la estática de la radio zumbaba de fondo, una constante e incómoda melodía que parecía coincidir con el ambiente.

De repente, la estática dio paso a un ruido estridente y molesto. Loona, visiblemente irritada, giró para apagar la radio, pero antes de que pudiera hacerlo, Blitzo irrumpió disparando a bocajarro, destruyendo la radio en mil pedazos.

—¡¿Qué demonios, Blitzo?! —gritó Loona, molesta, mirando el humo que salía de los restos de la radio.

—No soporto ese ruido, Loona. Era insoportable, —replicó Blitzo con indiferencia, volviendo a acomodarse cerca de las brasas que apenas mantenían el fuego encendido.

Loona estaba a punto de responder cuando un escalofrío recorrió su columna vertebral, una sensación que no podía ignorar. El aire a su alrededor cambió, volviéndose más espeso, y un olor conocido sintio, un olor que no pertenecía a ese lugar. Se puso de pie de inmediato, olfateando el aire como un sabueso, rastreando la fuente de ese hedor. Sin dudar, salió corriendo hacia la fuente.

Blitzo, desconcertado por su repentina reacción, la llamó:

—¡Loona! ¿A dónde demonios vas?

Pero Loona no se detuvo. Blitzo, suspirando exasperado, se levantó para seguirla.

Loona corría rápido, con sus sentidos afilados, guiándola hacia lo que sabía que era peligro. Llegó a un claro en medio del bosque, donde vio una escena que la dejó en shock. Moxxie estaba allí, hablando con una figura encapuchada. Al principio, Loona no podía ver bien, pero cuando la figura se movió hacia la luz de la luna, reconoció unas alas negras desplegadas sobre su espalda.

Era una chica de alas negras. Loona se escondió entre los árboles, observando. Moxxie parecía estar en una conversación tranquila, pero había algo en su postura que era diferente, algo que la hacía sentir incómoda. Agudizó el oído para escuchar mejor la conversación.

—Ya están bajando a los infectados, —dijo la chica de alas negras en un tono frío—. ¿Conseguiste la ubicación de los Goetia?

Loona sintió su corazón acelerarse. ¿Infectados? ¿Qué estaba tramando Moxxie? ¿Qué demonios estaba ocurriendo aquí?

Antes de que pudiera actuar, escuchó pisadas a su espalda. Blitzo había llegado, jadeando por el esfuerzo de seguirla y el noto a Moxxie.

—¿Qué demonios está pasando aquí, Moxxie? —gritó Blitzo, al ver a su compañero hablando con la misteriosa figura. La chica de alas negras dio un salto hacia el cielo, alejándose velozmente mientras Blitzo sacaba su arma, apuntando a Moxxie.

Moxxie, sin embargo, no parecía sorprendido ni preocupado por la huida de la chica o la amenaza de Blitzo.

—Dispara si te atreves, Blitzo, —dijo Moxxie en tono calmado pero desafiante—. Vamos, quiero ver si realmente tienes el valor.

Blitzo, con la mandíbula apretada, no bajó el arma.

—¿En qué te has metido, Moxxie? —espetó Blitzo, su voz llena de confusión y rabia—. ¿Estás colaborando con esos monstruos?

Moxxie lo miró con una mezcla de lástima y frustración, y respondió con amargura:

—Nunca entiendes, Blitzo. Eres un líder débil, incapaz de enfrentarte a tus propios miedos. Nos cargas con tus problemas, nos haces llevar el peso de tus fracasos. Yo no voy a seguir jugando tu juego.

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