Se veía muy feliz en todas las fotos y entrevistas que le hacían, no podía dejar de imaginar en cómo hubiese sido si nosotras nos hubiésemos casado, ¿nuestro amor no fue tan grande e intenso cómo lo imaginé?, quizás solo debimos ser amigas siempre, no cruzar la línea, yo no me hubiese separado de Heng, probablemente ya tendría hijos, viviría en Tailandia, tendría a Nam cerca mío, no estaría tan sola... Pero no fue así y no había otro camino, no amaba a Heng de ese modo, siempre fue Becky quien me robó el aliento, con quien sentía que nada más importaba, ella hacía latir a mi corazón y con ella se quedó, todo sentimiento de amor que pude tener en mi vida se quedó en Tailandia con ella, nunca más en mi vida amé, en el sentido romántico.
El tiempo siguió avanzando y yo volví a mi país natal, me había cerrado a la idea de estar con otra persona, pero conocí a Saint, un hombre muy atento y cariñoso, nos hicimos muy cercanos en poco tiempo, dedicado a la industria televisiva, le conté mi gran y corta historia de amor, él igual la suya, había estado enamorado desde la niñez de una joven que estudiaba con él, se casó con ella y al poco tiempo falleció en un accidente, también creía que jamás estaría con otra persona, más con el hecho de ser padre viudo, quería lo mejor para su hija que tan solo tenía 7 años, tenía mucho miedo de que la lastimen o que ella sienta que alguien quería ocupar el lugar de su madre.
Conocí a la pequeña y tuvimos una conexión única, tanto así que ella le pedía a Saint que se case conmigo y así fue, luego de un año y medio juntos, nos casamos, fue una linda boda, invité a mis padres, pero no asistieron, solo estuvo Nam para mí.
Cuando Fay cumplió sus 10 años decidimos mudarnos a Corea, a Saint le habían ofrecido una muy buena oferta laboral y yo podía escribir en cualquier parte del mundo, Fay fue muy feliz con el cambio total, amaba el idioma, los paisajes, la cultura... todo del país le encantaba.
Éramos tan unidas que ella me decía mamá, aunque siempre le dije que mi intención no era reemplazar a su verdadera madre. Me sentí la mujer más feliz del mundo la primera vez que lo dijo, ella siempre fue y será mi hija, mi única hija.
Cada vez que tenía una gira por libros la llevaba conmigo, deseaba que Fay conozca el mundo y quería aportar lo más que podía en ello.
Supe de Becky en varias ocasiones, estaba triunfando en su mundo laboral, nuestro pasado juntas había quedado justo ahí, en el pasado, ya nadie recordaba la infidelidad ni nuestro momento juntas como pareja, Saint sabía que ella había sido mi gran amor, nunca se molestó por eso, es más, siempre que salía alguna noticia importante sobre ella me preguntaba cómo me sentía y así sucedió el día en que salió a la luz la noticia de que ella y su esposo habían adoptado a un niño, era como de la edad de Fay y junto con eso la noticia del embarazo, Becky se veía hermosa con su vientre, al parecer en ese momento ya tenía 5 meses.
Las lágrimas comenzaron a correr en el instante que escuché la noticia, estaba sola en casa y eso me ayudó para liberar ese peso a través del llanto.
Cuando Fay cumplió 16 volvimos a Tailandia, le mostré los lugares más lindos, con Saint la llevamos a la tumba de su madre y al menos dos veces al mes íbamos ahí, cuando ella tenía un mal día o sentía la necesidad de ir, me pedía que la acompañe. Muchas veces fui sola a su tumba, me gustaba tenerla al día con la historia de vida de nuestra querida Fay y de nuestro querido Saint.
Comencé a ir nuevamente a la cafetería para escribir, el lugar ya no era igual a como lo vi por última vez, el diseño, el orden y hasta el personal había cambiado.
Con Nam nos reuníamos varias veces por semana, nuestras hijas eran muy amigas así que eso nos mantenía aún más cerca.
Un día como cualquier otro, estaba en la cafetería escribiendo este libro (porque si querida o querido lector, este libro fue escrito por muchos años), ella entró al lugar, yo no prestaba atención a las personas que entraban o sabían, pero el aroma se me hizo conocido, intenté ignorarlo para seguir concentrada, hasta que la escuché.
-Sigues teniendo aroma a vainilla. -Mi cuerpo se tensó, sentí un frío recorrer por todo mi ser, no era capaz de girar me un poco para verla, pero sabía que estaba ahí, con su hermosa sonrisa y su café en la mano. -Han pasado muchos años Chakimha.
-Becca... -Me costaba hilar las ideas, me giré para verla a los ojos, iguales de hermosos como la primera vez, reflejando paz, cariño, dulzura, ella siempre se ha expresado con su mirada, otra cosa que me cautivó de Becky. -Siéntate, por favor. -Le señalo la silla frente a la mía.
-¿Qué es de tu vida?, supe que seguías escribiendo, pero me costaba seguirte el rastro, viajábamos mucho. -No deja de mirarme y eso me pone tensa.
-Volví hace muy poco tiempo a Tailandia.
-¿Por trabajo o te vas a quedar?.
-Me quedo, de hecho... voy a dejar de escribir, este será mi último libro. -Abre sus ojos impactada.
-¿Por qué?, ¿qué harás ahora?.
-Me ofrecieron trabajo como maestra de literatura y lo he aceptado, el comunicado oficial será pronto, Nam lo está planificando todo.
-Al menos sigues en contacto con Nam...
-Por supuesto, jamás dejamos de hablar y ahora pasamos gran parte de nuestro tiempo juntas, ya que nuestras hijas son mejores amigas.
-¿Hija?, ¿eres mamá?. -Su cuerpo se tensa y su voz cada vez demuestra más asombro.
-Sí, es una jovencita hermosa. -Digo con una gran sonrisa pensando en Fay.
-¿Cuántos años tiene?, ¿quién es el padre?, ¿te volviste a casar?. -Su cerebro parecía ir a mil por hora.
-Mi hija tiene 16, su padre se llama Saint y si, me casé nuevamente hace ya... 7 años.
-No entiendo...
-¿La edad de Fay y el tiempo de matrimonio?. -Alzo una ceja.
-Si, o sea, perdón si re estoy incomodando con tantas preguntas.
-No te disculpes, Fay no es biologicamente mi hija, cuando conocí a Saint ella era pequeña, tenía 7 añitos, su madre biológica murió antes de que yo llegue a sus vidas, pero es mi hija, la amo como tal y daría todo por ella.
-Es hermoso como sonríes por ella, estoy feliz por ti Freen. -Su sonrisa y mirada no decían lo mismo.
-Supe que te casaste y que ya tienes dos hijos, a diferencia tuya... yo jamás te perdí el rastro Becbec.
Hubo un pequeño silencio entre ambas, ese apodo nos llevó a ambas a recordar viejos tiempos.
-Si, adoptamos a Non y nuestra pequeña se llama Marissa, ambos han llenado mi mundo de felicidad y amor.
Me muestra una foto de sus hijos, son bellísimos.
-Marissa se parece mucho a ti...
-Si.
-Son muy lindos ambos Becky... me alegro que tengas una familia hermosa, que tu trabajo va muy bien, en fin, encontraste tu paz... -Le doy media sonrisa.
-Igual tú... -Acaricia mi mano. -Freen yo...
-Yo igual te he extrañado Becca. -Sus ojos se humedecen.
-Encontré paz, pero no el amor, mi corazón aún te pertenece. -Baja la mirada para que no la vea vulnerable.
-Y el mío a ti. -Levanta su mirada quedando atónita. -Le tengo mucho cariño a mi esposo, pero nunca podré amar a alguien más.
-¿Por qué no pudimos estar juntas?, ahora podríamos tener una hermosa familia...
-No fue el momento indicado, ni la vida probablemente... solo espero que en la siguiente si logremos estar juntas, te buscaré en ella y esperaré por ti.
-Haré que nos encontremos, es una promesa. -Ambas estamos llorando mientras sonreímos. -Lamento que no haya sido en esta... aún así...
-¿Aún así?. -Alzo una ceja.
-Espero poder estar juntas nuevamente antes de morir, espero que el momento indicado llegue y así tener nuestro final feliz... -Siento mi corazón latir nuevamente.
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Un Amor Eterno.
أدب الهواة"Todos tenemos un gran amor en nuestras vidas, esa persona que nos marca, que cambia nuestra forma de pensar. A ti, que cambiaste mi mundo y que nunca podré olvidar." -Sarocha.