TEACHER'S OBSESION-Gojo Satoru X Oc-

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Capítulo N.5: El más fuerte

Estaba en la sala de entrenamientos, luchando con cada fibra de mi ser para que mi mente dejara de repetir las palabras que él me había dicho la noche anterior. Eran como un eco incesante, retumbando en mi cabeza. Traté de convencerme de que no significaban nada, que solo lo había dicho para molestarme. ¿Pero era eso lo que realmente quería creer? Porque, por mucho que él insistiera en que lo de la última vez fue un error, no podía negar lo que sentí, lo que ambos sentimos. Había deseo entre nosotros, aunque lo negáramos, aunque el orgullo se interpusiera.

Intenté concentrarme, pero mi pecho estaba oprimido, y cada vez que recordaba su mirada, el nudo en mi garganta se hacía más fuerte. Sabía que no podía permitirme este caos interno ahora. Tenía que prepararme, destacar en ese maldito evento de intercambio. A pesar de sentirme patética, una principiante entre expertos, no podía rendirme. No cuando todos sabían tanto sobre sus técnicas y yo apenas podía descifrar la mía. Y para colmo, no podía mostrar lo poco que sabía; el clan Kamo y sus asuntos lo complicaban todo. Estaba atrapada entre el deber y el deseo, entre lo que debía hacer y lo que sentía.

De pronto, esa voz inconfundible resonó en la sala, haciéndome girar de inmediato. Y allí estaba él, Satoru Gojo. Alto, imponente, con sus mechones blancos cayendo desordenadamente sobre su frente. No llevaba la venda negra, y por primera vez en mucho tiempo, pude ver sus ojos. Esos ojos... Hermosos, profundos, capaces de desarmarme con solo una mirada. Sentí que el aire me faltaba. El mundo pareció detenerse. Mi corazón se aceleró, y aunque traté de recuperar la compostura, por un instante no pude hacer otra cosa que contemplarlo. Todo en él irradiaba una fuerza abrumadora, una atracción que no podía ignorar, y mi mente, traicionera, divagó más de lo que quise admitir.

—Parece que te estás esforzando mucho. No te explotes a ti misma, eso podría ser un problema en el futuro —dijo con su sonrisa usual, despreocupada, pero siempre encantadora.

Intenté mantener la calma y no dejar que mis nervios se reflejaran en mi voz.

—Lo dice quien se la pasa matándome con entrenamientos —respondí, tratando de sonar casual, casi bromista, aunque por dentro sentía que el corazón me latía en la garganta.

Él me observó, esa chispa traviesa brillando en sus ojos.

—Aun así, el entrenamiento ya acabó. Y aquí sigues —comentó, con una sonrisa de lado que solo aumentó mi nerviosismo—. ¿No querrás quedarte atrás, verdad?

Suspiré, secándome el sudor con una toalla, intentando distraerme del hecho de que quería verme bien... para él. No podía evitarlo.

—Pronto será el evento, y estoy más que atrasada. No sé nada de hechicería y, además, ni siquiera puedo usar mi técnica. Si el clan Kamo se entera de que existo, probablemente intenten secuestrarme. Es ridículo —mi voz sonaba cansada, una mezcla de frustración e incertidumbre.

Él me miró con una confianza tan natural que casi parecía irreal.

—Mitsuri... no tienes que preocuparte por eso. Después de todo, yo soy el más fuerte. Eso significa que no dejaré que nadie te haga daño —dijo, su tono tranquilo, pero cargado con una certeza tan aplastante que me hizo sentir un inexplicable alivio.

Lo miré, curiosa. Algo en esa afirmación me hacía cuestionarme cómo podía estar tan seguro, tan convencido de su propia fuerza.

—No sé mucho de este sistema —admití, ladeando un poco la cabeza—, pero... ¿cómo puede estar tan seguro de que es el más fuerte? —pregunté, con un toque de curiosidad genuina. La verdad es que apenas sabía nada sobre él, más allá de lo que todos decían.