¿ Cómo podía estar tan seguro de que era su hija ? Su madre se pasó entre las piernas a medio pueblo, incluido a las mujeres, pero era de suponer que su padre no era una chica. Se rió de su razonamiento mientras el agua terminaba de quitarle el jabón del cuerpo; y no pasaron ni cinco segundos sin que se imaginara a Tony tras ella, sobándole las nalgas y metiendo su lengua entre ellas. Tony recapacitaría, no podría estar una noche sin ella, lo sabía de sobra. Desde que durmieron juntos la primera vez lo supo; siempre recibía una llamada a las dos, tres, cuatro de la madrugada, regalándole mucho amor...tal vez sería ella la que no aguantaría más de una noche sin su compañía.
Salió envuelta en la toalla y se sentó en el borde de la cama para secarse los pies; Tony se los hubiera secado a besos. Suspiró, tenía que esperar, a veces los hombres necesitaban demostrar y convencerse de que tienen el poder, y la noticia que le reveló era un mazazo mucho más fuerte que decirle: « Tony, estoy embarazada ». Ojalá hubiera sido esa la noticia, pero quizás lograra entender algo con claridad : si le entregó tal secreto, era porque lo escogía como el hombre con quien lo compartiría eternamente. ¿ Pero acaso no sería demasiado pedirle que soportara también sus salidas nocturnas para asistir al aquelarre del bosque ? Si eso le llegaba a incomodar, dejaría de cumplir con sus tareas de bruja. A penas barajó esta idea, los libros en su estante de lectura se precipitaron contra el suelo, como si su madre la hubiera escuchado desde el infierno y queriendo llamar su atención los derribara con furia. Sacudió la cabeza de un lado a otro, se levantó y recogió los libros del piso, colocándolos de vuelta a su sitio con cuidado. El último que tomó en sus manos narraba la historia de una bruja que fue quemada viva por el hombre que se atrevió a amar. Suspiró, lo puso frente a los otros, y se despojó de la toalla. Al verse en el espejo se ruborizó. Tenía los senos medianos y los pezones estirados, la cintura curva y las caderas anchas, el pubis rasurado y la silueta de sus muslos en una redondez perfecta. De perfil era todavía más sexy, porque el volumen de sus nalgas era pronunciado y su largo cabello dorado adornaba su espalda como una capa. Todo aquello, más que suyo, era de Tony. Se cuidaba el cuerpo solo por él, para que al verlo, se excitara tanto que no pudiera controlar su simiente. De lo contrario sería como las demás brujas de su aquelarre: descuidadas y veyudas.
Sacó del armario un vestido rojo, cálido, sin tirantes, que le llegaba a los tobillos y hacía brillar como ningún otro su talante de mujer. Peinó su cabello hasta que quedó bien planchado, y arremangándose las faldas se subió al marco de la ventana, caminó hasta el tejado contiguo y de ahí al siguiente. Andaba y saltaba veloz, con gracia, cualquiera que la viera la confundiría con un murciélago o alguna otra criatura de la noche; mas pocos prestaban atención a lo que ocurría sobre los tejados; los gatos y los murciélagos no le importaban a nadie; eso lo empezó a entender de niña, cuando se fugaba con su hermana, eterna guía, a los bosques, para poder asistir a los ritos y festividades de las brujas. Aquel recuerdo le trajo el triste presentimiento de que jamás volvería a ver a Índigo...ya habían pasado demasiados meses y su hermana no era de las que desaparecían sin avisar, y lo peor era que esa conexión que solía sentir, esa energía total que le susurraba a sus aentidos que seguía con vida, ae esfumó hacía ya varios días; lo que le indicaba dos cosas: la primera era por supuesto que estaba muerta, y la segunda era que se encontraba demasiado lejos para que su radar natural la percibiera. Esperó con toda su alma que fuera la segunda.
El bosque la recibió con un aullido impresionante. « Si querido amigo, yo también te extrañaba y me alegro de verte ». La oscuridad se apartaba en girones y le mostraba desnudo los pinos que la escoltaban en hilera hasta donde bailaban las brujas. Vivo todo a su alrededor; lentos repiqueteos de los pies cansados de las sabandijas diminutas; las halas de lo cazadores nocturnos golpeando contra el aire; el grito de los muertos bajo tierra, chocando con fuerzas en su interior, como pidiendo que se abriese el infierno para ellos. A su carrera, a su compaz, cientos de fantasmas oscuros chocando a través de los árboles. El aroma de la brujería se sentía en la sangre y era capaz de inquietar hasta los muertos.
Las brujas estaban de pie alrededor de un círculo, y a la vez, los pinos le servían de barrera, protegiéndolas sobre la llanura que olía a muerte: allí murió su madre, su reina, una lágrima cayó en el suelo y antes de que los granos de tierra pudieran filtrarla, todas sus hermanas la miraron a una vez. Pronunciaron su nombre alzando los brazos al cielo, y repiquetearon golpeando el suelo con sus pies. Gabrielle se incorporó con altivez; las demás dejaban su sitio para tocarla, rosarla, olisquearla. Cuando estuvieron satisfechas, la dejaron en paz y regresaron a sus sitios. En uno de los bordes del círculo estaba Grace, hermosa, deslumbrante; hablaría con ella luego de la sesión.
— Padre del bosque, ser sin igual, mira a tus hijas frente a ti que van a rendirte pleitesía hoy, en tu noche — bramó una bruja voluminosa, de cabellos enmarañados y gestos torpes — Esperamos que este sacrificio sea suficiente para calmar tu hambre.
Volvieron a repiquetear en la tierra, Gabrielle era quien más fuerte lo hacía. De pronto, todas calleron de rodillas, y con sus manos, cavaron en el suelo, como si fueran locas histéricas. Casi todas se destrozaron las uñas y le sangraban los dedos; pero ninguna se detuvo, hasta que Grace gritó con fuerza con una voz quebrada.
— ¡¡ Soy yo, lo tengo yo !!— estaba asombrada y alegre; una mezcla que Gabrielle pudo verle en su cara y sus gestos.
Las demás, incluso, ella misma, aullaron ubicándose alrededor de Grace, que eufórica, no dejó de cavar mientras sus hermanas cantaban con ira y amor, una alabanza al Dios Astado. Grace sudaba, lloraba, sangraba, babeaba, sin detenerse, y su sonrisa era un portento de belleza; hasta que por fin, saliendo del hueco que dejaban sus uñas rotas en la tierra, pudo verse una nariz, luego un rostro, una pequeña cabeza llena de pelos, y entonces la demás también la ayudaron a escarbar. En pocos minutos ya desenterraban a un niño que respiraba con agitación, viendo como aquellas locas mujeres lo tocaban mientras le salía arena por la boca y los oídos. Lo despojaron de la ropa a tirones, asustándolo más y lo acostaron en la dureza de donde lo sacaron. Grace se paró frente a él, con todas sus bellezas de mujer a flor de piel. Mira que su madre se lo dijo miles de veces: « no te acerques al bosque; pueden atraparte las brujas y hacer contigo un pastel de carne ». Pero él era valiente, así que salió esa tarde a desafiar a las malditas brujas, encontrándose solo a unas mujeres que no eran tan feas y horrendas como en los cuentos nocturnos. Así que las ayudó a recoger moras entre sonrisas y lo último que recordaba era a esa niña con rostro de princesa sacándalo de la tierra. Debía tener la misma edad que su estúpido hermano mayor. Si Albert estuviera allí se enfrentaría a ellas y lo ayudaría a escapar, o al menos quería creerlo.
Grace le extendió los brazos a un lado, en forma de cruz. Se montó encima de su flexible pene de niño y se sacudió como desquiciada en bandolera. Había visto hacer a su madre exactamente lo mismo con su padrastro. «¿ Acaso su mamá era también una bruja ?». Pensó el niño mientras unas leves cosquillitas le levantaron el miembro de la entrepierna. Las brujas aullaban de un lado a otra, haciendo chocar las manos contra sus caderas y aquella bella joven ponía cara de loca y gemía con delicadeza. «¿ Le estoy haciendo daño ?» pero lo que él sentía en su pito era demasiado agradable, y de pronto todo cesó; Grace se sacudía con contracciones, apretándole el cuello al niño con las manos temblorosas; hasta que este perdió la capacidad de respirar. La propia Gabrielle la ayudó a ponerse de pie. Sus hermanas demoníacas se le arrimaron y le besaron por todos lados. Pero Grace solo tenía ojos para observar el cadáver del niño, con la boca abierta y los ojos vacíos clavados en ella. Todas las brujas debían iniciarse en su primer asesinato infantil...el próximo sábado era el turno de Gabrielle.
La peor parte era matar; abrir el cuerpo y sacar los órganos una ardua tarea. No se desechaba nada, todo servía. Luego se invocaba al demonio que habitaría en él. Esta era la parte más complicada, porque convocar a un diablo no terminaba ni por asomo como se predijera: los habitantes del averno no podían pasear por la tierra a su antojo y una vez lo conseguían, nadie les podía ordenar que hacer.
Grace estaba lista. Se documento durante meses con la colección de grimorios de su madre, que si bien no explicaba la gran cosa, le proporcionaron la comprensión de que los demonios eran débiles en el mundo humano, pero que su orgullo los hacía fuerte, así que mejor no se les provocaba. Cuando presentó a sus hermanas el nombre del demonio que convocaría, todas coincidieron con que no sería ni fácil ni rápido. La Madre Oscura poseía un poder inigualable. Grace la estudió bien, sin darse cuenta que aunque los artículos que revisó fueron sacados de leyendas celtas creibles, estaban escritos por humanos y los humanos no conocían ni la cuarta parte de las capacidades de un demonio. Tal vez tendría que haberse conformado con llamar a un Hoyo, como hicieron todas las demás; pero para ser como Stephanie LaRiberand tenía que hacer lo que ella, que en su noche de iniciación infantil, invocó a Crassmov, un verdadero demonio; y su hija Índigo a uno llamado Iddimu.
La Madre Oscura fue creada de carne podrida y troncos quemados que se depositaron en un lago putrefacto donde murieron cientos de personas. Era una criatura tan orgullosa que en cuanto percibía que el cuerpo que habitaba no la soportaba, pudriéndose con lentitud, cambiaba a la fuerza de morada. Se alimentaba de los recuerdos de los niños y cuando no eran más que vegetales inservibles, le consumía con rapidez sus órganos. No era uno de los demonios más viejos, de esos que vivieron con Asmodeo en el Mar Negro, sino que su juventud demoníaca se remontaba a los tiempos en que las brujas celtas dominaban los bosques de Noruega y se emparentaban con vikingos. La leyenda decía que una hechicera la creo para espantar a las ordas de chupa sangres que diesmaban a su pueblo; que un demonio hubiese sido creado por una bruja le daba cierta ventaja.
Cuando por fin el cuerpo del niño estuvo abierto y los órganos recolectados. Sus hermanas dibujaron el símbolo de La Madre Oscura, en la tierra, con la sangre del niño. Una A invertida , alrededor del cadáver. Entonaron cánticos ordenados mientras sus energías se fusionaban con el bosque entero y el ser de Grace. Jamás sintió esa cantidad de poder invadiendo sus entrañas, entrando y saliendo, fluyendo de ella hacia el universo en expansión: era hora de aprovecharlo; alzó los brazos al cielo y gritó con todas sus fuerzas:
« ¡¡¡ Moeagasssi Uossaussse cao cheae cai elelemoe !!! ¡¡¡ Moeagasssi Uossaussse cao cheae cai elelemoe !!! ¡¡¡ Moeagasssi Uossaussse cao cheae cai elelemoe !!! ».
De pronto todas estaban aullando lo mismo mientras Grace escribía con sus dedos en el suelo unos extraños símbolos que ni ella entendía. Y desbordando todo con su energía hizo que el cuerpo del niño se prendiera con un fuego negro que ardía sin quemarle la piel y el símbolo del demonio ardió igualmente. Aquello se prolongo por dos horas sin resultado aparente. Las fuerzas mermaron, las energías también; sudaban, muchas se habían desnudado porque ensoparon sus vestidos, veíanse horribles y demacradas, en especial Grace, pero ni un solo instante dejaron de invocar, ni cuando comenzó a sangras de la nariz y los oídos.
No lo conseguiría; queriendo parecerse a La Gata quedaría en ridículo frente a todo el aquelarre, sería el hasme reír, la insultarían y peor...Jamás sería considerada candidata para reina. Golpeó el suelo con los nudillos, arrepentida por no considerar haber llamado a un simple Hoyo; ya era tarde...haría el ridículo. Lloró con pesar, observando el cadáver abierto; dentro, la oscuridad que guardaba era siniestra, ancestral, como si algo descomunal y aterrador se moviera en sus entrañas, y de pronto, unos ojos redondos y amarillos le sacudieron el alma desde el interior. Sus hermanas pudieron ver como uno dedos alargados, de uñas verdes y filosas, musgosas ; apretaban los bordillos de la panza abierta, cerrándola hacía dentro, para que la piel muerta se cociera por si sola. Grace sonrió...lo consiguió...un demonio, como Stephanie LaRiberand. Se puso de pie, viendo a su alrededor ; abundaban también las sonrisas. El cadáver se levantó, y los ojos del niño, de un amarillo redondo, le penetraron sin permiso.
— Disfruta de nuestro pueblo — susurró Grace, pero todos pudieron escucharla, incluso el demonio — Eres nuestra invitada durante trece días.
El espectro no respondió; giró de espalda y salió corriendo a una velocidad espeluznante. Grace sintió un alivió reparador...luego de dos horas de sesión al fin conseguía traer a un demonio ; estaba tan feliz. Pero ni la felicitación de su aquelarre, ni el escalón que subía en la nigromancia la pusieron más satisfecha que la invitación de Gabrielle LaRiberand a platicar a su casa.
El cuarto de Gabrielle tenía la misma tonalidad roja del infierno. Las paredes exhibían palabras y frases escritas al carbón, mensajes, el nombre de Tony y colgando del techo, una colección de peces de papeles coloridos que revoloteaban por todos lados como mariposas. En su closet había una pegatina de un emoji sonriente y una gigantería de Tony haciendo una jugada inmensa de fútbol. Olía a rosas y galán de noche, a bosque y a mujer sexy en temporada de apariamiento. Algunos calsoncillos de él amontonados en el cesto para la ropa sucia, y el jazz que salía del estereo de luces azules , adormecía y llenaba de vida.
— Es Janis Joplin — susurró Gabie desvistiéndose de espaldas, como si hubiese adivinado que" Summertime " había enamorado a Grace, que en realidad, quedó más pasmada con la redondes de sus nalgas que con la canción; aunque en si, disfrutaba de todo el ambiente del cuarto — Todos decían que era una bruja.
Se dio la vuelta hacia su invitada, y la levantó de la cama halándola con suavidad de las manos. Le sostuvo la cintura con una mano y con la otra la entrelazó con la de ella, llevándola por toda la habitación en un baile que las animó de carcajadas. Sus sonrisas únicas se fundían con el rojo del lugar y le daba pasión también a sus cuerpos. La vista de Grace caían una y otra vez en los pechos desnudos de Gabie, hasta que esta le pregunto porqué no se quitaba la ropa. Cuando lo hizo, Gabrielle la guió hasta el baño, prendió la ducha con agua caliente, y se metió junto con ella. El agua estaba deliciosa; les masajeaba el cuerpo con una sabiduría inaudita, que solo podía pertenecer a otro tipo de magia que la gente llamaba placer. Sus cuerpos mojados se rosaban de tanto en tanto, sonrojando a Grace que nunca antes compartió una ducha con otra chica al mismo tiempo.
Gabrielle se enjabonó las manos con una pastilla de fresa y frotó toda la espalda de su invitada. Los veyos de Grace se erizaron al contacto; las caricias de su anfitriona eran deliciosas; recorrían su cuello, los hombros, el centro, los costados y la espalda baja ; la hacían sentir en un cielo abierto, llano, repleto de paramos donde descansar. Gabrielle le entregó el jabón y la puso de frente a ella, bebiendo de sus ojos la timidez que todavía guardaba. Grace se enjabonó torpemente, mientras la otra le observaba recostada a la pared de azulejos mientras el agua se deslizaba por todas sus curvas ; haciéndola semejante a un lienzo desbordado de colores irremediables.
— Mi hermana solía decirme que si quería hacer una buena amiga, debías compartir el baño con ella— dijo Gabrielle sin despegar los ojos de los de Grace; esta soltó el jabón sin querer y cayó al piso, pero Gabrielle no le permitió recogerlo, la ubicó bajo el chorro y cerrándole los ojos, le vacío un poco de champú en el cabello, y le aplicó un relajante masaje — ¿ Crees que mi hermana tenía razón ?
— Nunca había echo esto — confesó Grace asustada, el corazón le latía a mil revoluciones.
— Invocas un demonio y te da miedo que una amiga te bañe— le sonrió quitándole la espuma de la cara y de la cabeza.
— ¿ Eres mi amiga ? — preguntó Grace abriendo los ojos. Un poco de espuma se le escurrió por el lagrimal y Gabie tuvo que secarle los ojos con la toalla, pero no consiguió detener la irritación.
— La pregunta es: ¿ Si tú eres mi amiga ? — Grace tragó saliba y la otra pegó más su cuerpo — Gracias por defender así a Tony...pero no debiste esponerte así.
— Me dio rabia que ese gordo lo humillara y...
— Y Tony sabe defenderse —le cortó Gabie; apagó la ducha y le entregó la toalla para que se secara — Además, yo bien me puedo ocupar de eso, ¿ no crees ?
— Lo siento, no debí meterme así— lamentaba no poder ser más valiente, tendría que haberle explotado la cabeza a ese gordo.
— Te acabo de dar las gracias y de ofrecerte mi amistad— le explicó ella con tranquilidad — Esto no es un regaño.
— ¿ Por qué querrías ser mi amiga ?
— Porque ayudaste a mi novio y él es lo que más me importa luego del Dios Astado — Gabrielle sacó de su closet un deslumbrante vestido rojo, de lentejuelas y se lo colocó entre los brazos — Yo no lo utilizo; y lo vas a necesitar cuando te inviten al baile de " La noche de Stephanie ".
Conversaron hasta muy tarde de las fribolidades que las chicas de su edad suelen discutir a muerte ; cuando Grace notó que eran las tres de la mañana; se disculpó por su larga estadía y casi se deja el vestido sobre la cama cuando buscó la puerta apresurada. Durante el camino de vuelta, iba riéndose y saltando de la alegría de haber compaginado tan bien con Gabrielle LaRiberand ; no le importaba si quiera el regaño y el castigo de su madre por llegar tarde a casa; además, últimamente su madre ni hablaba, no peleaba, ni mucho menos se quejaba; y aún si lo hacía no podría matarle la felicidad instantánea de tan espléndida noche.
En cambio, Gabrielle pensaba recostada en su cama en cómo una chica tan introvertida como Grace Letter había sido capaz de convertirse en una bruja tan poderosa y atractiva. Se aprendió todo su cuerpo durante el baño, cada curva, cada pedacito de piel y la testura de sus veyos ; y no pudo sacar otra conclusión que no fuera la que terminarían eligiéndola reina por encima de ella; a menos que se armara de valor y demostrara frente a toda su congregación que ella también era capaz de invocar a un demonio y servirle de anfitriona por trece días. Su hermana también trato de invocar a un demonio llamado Iddimu, pero algo impidió que el ser de azufre permaneciera hasta el último día. Aún así Índigo se ganó el homenaje de su aquelarre. Ella tendría que hacer lo mismo. Hablaría con las principales del covens para pasar su iniciación infantil al día en que murió su madre. Sería un gran honor para todas y le dejaría mucho más tiempo para estudiar los trucos y mañas del ser que llamaría. Diecinueve días faltaban, tiempo suficiente para prepararce a la perfección.
¿ Qué estaría haciendo Tony ? Sonrió al pensar que soñaba con ella, que la violaba deliciosamente en su gimnasio y que luego le hacía ver la magia y sus delirantes orgasmos sobrenaturales. Estaba irremediablemente enamorada, y si lograba demostrar su poder en diecinueve días, le pediría matrimonio de rodillas frente a toda la escuela. Se carcajeó a todo pulmón...tal vez hasta lograba convencerlo de hacerse miembro del aquelarre de cual pronto reclamaría el reinado...no podía pedir nada más.************************************
¿ Qué opinan? ¿ Sus parejas les aceptarían conociendo el secreto más oculto de sus vidas? ¿ Les apoyaría o simplemente huiría ?
Lo bueno es que Gabie es persistente, no se va a rendir.
No sé si yo aguantaría 🙄
ESTÁS LEYENDO
Grace
HorrorDarco Town, un pueblo a las afueras de Maine, ha sufrido muchos eventos misteriosos por causa de las brujas que hace siglos, decidieron acentarse en su territorio. Cuando la reina muera, otra bruja debe alzar la corona del aquelarre, pero si el mist...