Condujo su auto hacia el grill, que en aquella hora debía de estar muy tranquilo, así que pediría una mesa y una jarra de cerveza ; estudiaría con detenimiento el verdadero caso que investigaba toda su vida: la muerte de su padre, el detective Pablo Fundora. No existían circunstancias más extrañas que en las que murió, justo el mismo día en que Stephanie LaRiberand fue encontrada muerta en el bosque mientras Jane Letter cavaba una tumba para ella. Otras dos personas también murieron de rara manera. Los más supersticiosos hablaban de que La Gata se vengaba de quienes la trataron mal en vida; mas la inconsistencia en esos argumentos eran que luego de esa noche nadie más salió herido...ecepto aquellas dos monjas cuyos cuerpos aparecieron destrozados en el ático del orfanato. Ni el destripador más frío hubiera ejecutado un desmembramiento tan deshumanizacdo.
El Grill estaba efectivamente vacío; pero en una de las esquinas oscuras, un tipo bebía whisky y se reía en alta voz en compañía de un montón de chicas que bailaban al compás de una canción country. Luna pidió la jarra de cerveza, pagó y se sentó a la mesa con los documentos del caso ya cerrado; ,también repasaba anotaciones que su padre hizo en el caso de La Gata y apuntes de colegas que también tuvieron la oportunidad de estar presentes en la escena. No pudo concentrarse si quiera; las ruidosas risas de las jóvenes que bailoteaban y la música a todo dar, le comprimían la cabeza con demasiada fuerza. Y como no era mujer de callarse lo que sentía, se levantó de la mesa, irritada, y avanzó hacia donde se divertían las risueñas muchachas. Se abrió paso entre las que sacudían el culo con esmero, apretándose unas contra otras, y quedó de frente al chico, que a pesar de sonreír y besuquearse con dos a la misma vez, no emitía tanto ruido como aquellas atrevidas.
— Ujum — carraspeó para ganarse la atención del joven, y lo logró, pero en cuanto este la miró, sintió claramente como se le quebraba algo bien a dentro, y las palabras le costaron en salir; para cuando lo hicieron, ya le costaba despegar los ojos de los de él— ¿ Pueden hacer más silencio, por favor ?
Él, sin hablar, le echó una mirada fría a las que bailaban ruidosas y se detuvieron de inmediato, sin protestar si quiera, tomaron asiento y el más cálido silencio lo cubrió todo. Lo raro era que Luna había percibido que los ojos de él- que no pasaría de los dieciocho años- se tornaron de un color rojo amapola. Se convenció que la jarra de cerveza le trastornó la cabeza, y dando las gracias, se dispuso a regresar a su tranquilo rincón cuando la voz sensual y con retazos de timidez del muchacho la frenaron.
— ¿ Por qué no te sientas con nosotros y bebemos un rato ?— le preguntaba; Luna lo escudriñó.
Si, a penas debería tener diciocho años, quizás menos, pero la barba tupida y aquel bigote poblado lo disimulaban bien. El cabello largo, negrísimo con hebras plateadas, lo peinaba hacia adelante; su rostro era un portento de belleza iluminada, porque aún y en la semioscuridad del local, su piel morena brillaba. Tenía una nariz sin tachas, con un lunar provocativo en la aleta isquierda y los trazos de su simetría se extendían hasta los labios: aquellos labios eran los más deliciosos que vio en su vida. Con un parpadeo se borró la imagen perfecta de la cabeza, y se negó a la invitación con la mayor educación de la que era capaz.
— Mi oferta sigue en pie— le dijo él mientras se alejaba ruborizada — Estaré en Darco Town durante unos días; espero verte por ahí.
En realidad ella esperaba que no. Un joven tan apuesto supondría una distracción en sus deberes, y es que ese era su problema: la curiosidad que llegaba a sentir por las cosas que le llamaban la atención solían sacarla del camino; y ya se estaba preguntando cómo podría sacárselo de la cabeza después de ver eso labios.
El sueño que tuvo esa noche fue tremendo. Se vio dejando toda la casa abierta para que el desconocido entrara y la violara, pero pasaron varias noches sin que ocurriera nada; él no aparecía; hasta que perdió las esperanzas y comenzó a trancar la casa de nuevo. Y fue allí que el chico apareció; rompió una ventana y se coló a su habitación; la sacó de la cama, arrastrándola del cabello hasta la sala, le sacó la ropa de dormir a aruñasos, la mordió por todos lados, y arrodillándola en el suelo, se la violó por el ano y la vagina, alternándolas a la vez que le jaloneaba el pelo rubio.
Amaneció empapada; tuvo que bañarse dos veces y en un segundo, comprendió que toparse con el muchacho de nuevo sería sucumbir a sus deseos. No se engañaba: estaba enamorada irremediablemente de aquella criatura; y cuando amaba- al menos en su mente - era todo un desorden incorregible. Y todo el mundo lo notó esa mañana en la comisaría. Andaba despistada, lenta, con el rostro largo. Tres características impensables en ella; de momento también sonreía o se mordía los labios; perdiéndose en un punto inalcanzable del paisaje citadino que entraba por la ventana. ¿Cómo era posible enamorarse con solo verlo una vez ?
Fue a trabajar esa tarde al grill, pero no lo vio, no apareció nunca, y en un arranque de torpesa extrema le pidió la dirección del lugar dónde se quedaba, al cantinero. Claro, cómo no lo pensó antes: se hospedaba en el hostal de la Señora Stewart, una de las que siempre fue señalada como bruja. Allá lo fue a buscar. Tal vez tuviera algo que ver con la muerte de ese niño, se convenció. No creía en las coincidencias; todo en el universo estaba sincronisadamente planeado.
El hostal de la Señora Stewart llevaba tres siglos en pie, o eso se comentaba, y pertenecía a la familia Stewart desde 1915, cuando se lo ganaron en apuesta singular a los dueños anteriores que luego de perder su única casa y con él su negocio, fueron ahorcados por sospechas de brujería. Aunque la verdadera bruja era Rita Stewart; una negra alta y corpulenta, de espejuelos cuadrados y faldas coloridas, y que se adornaba la cabeza con una pañoleta púrpura. Se comentaba que Rita fue quien le sembró los delirios de la magia a la mayoría de los miembros del aquelarre, incluso a La Gata, que la quería como una madre esencial. Aparentaba cincuenta y tantos años, y un reuma que casi no la dejaba caminar; pero las leyendas la ubicaban con una edad superior a los noventa.
Luna la quería mucho, en especial porque cuando se peleó de su marido y no tuvo donde vivir, la Señora Stewart la acogió gratis en su hostal. Así que al llamar a la puerta y ser la propia Rita quien la atendió, se reconocieron con un abrazo y luego una tasa de café negro, de los que desquisiaban a la detective. Todo seguía como lo recordaba: los muebles con sus tapices rojiamarillos; el suelo alfombrado con retazos de pompones coloridos; las velas de olor en sustitución a las lámparas; incluso el aroma a hogar que tanto la hacía sentir a gusto. Disfrutó del café calmadamente, no se relajaba tanto en meses.
— ¿ Estás investigando la muerte de ese niño, mi Luna ? —le preguntó Rita mirándola por encima de sus espejuelos cuadrados.
— Si — respondió a secas; sorbió el último trago de café y colocó la tasa vacía en la mesita que las separaba — Fue un trabajo de...una bestia.
— De un demonio, cariño— le corrigió Rita abriendo los ojos, bajó la voz y apuntó con un dedo delgado y firme hacia arriba— Lo tengo viviendo aquí— Luna se interesó — Todos los días mete cientos de mujeres en esa habitación, y no salen nunca. Tiene los ojos rojos de un demonio y el apetito de la muerte.
— ¿ Cuánto tiempo lleva hospedado ?— le preguntó sabiendo que eso de las « cientos de chicas » no era más que una exageración.
— Una semana — resopló la dueña — y es como si lo conociera todo, lo sabe todo...es un demonio.
— ¿ Cuál es su nombre ?
— Los nombres de los demonios no se pronuncian — apreció Rita extendiéndole el libro de registros: Gabriel Orosma, ese era su nombre.
Fue todo un martirio subir las escaleras hasta la habitación que él ocupaba, y peor aún el momento en que se debatió si tocar a la puerta o no; mas no tuvo que cuestionárselo por mucho tiempo, una chica desnuda la invitó a pasar reciviéndola en el umbral. Avanzó en la oscuridad, no supo porqué lo hizo sin pensarlo si quiera, y al mismo tiempo que la puerta se cerró tras ella la luz de las lámparas se prendieron. Luego de que sus ojos se acostumbraron a la intensidad de la luz repentina, lo visibilizó: sentado en la cama parecía el rey de aquel harén de chicas desnudas que se restregaban entre si, chupándose todas, y entonces él la miró solo a ella.
— Adelante, detective — dijo con aquella voz sensual; con una mano acariciaba un lado vacío junto a él en la cama, para que la rubia se sentara allí — Si son mis amigas lo que la molestan, puedo hacer que paren.
Y todas dejaron de moverse a una vez, quietas como estatuas. Luna se sentó. La habitación olía a galán de noche, a sexo fogoso, pero sobre todo a sangre, a mucha sangre.
— Son pocas las detectives que valen la pena en este país — comentó el chico bebiendo de un vaso.que contenía un líquido rojizo:« sangría seguramente » — No recuerdo haber conocido a ninguna tan temperamental; todas se someten a recibir y acatar ordenes.
— ¿ Qué haces en Darco Town ?— le preguntó con suavidad sin dejar de verle a los ojos.
— Un paseo turístico — sonrió él — con un poco de sexo y rock and roll.
— ¿ Estás pagando por todas estas chicas ?— ahora ella lucía ofendida.
— Claro que no — murmuró él, lo suficientemente bajo para que solo ellos dos escucharan — El placer que les estoy dando...ese es mi pago por su compañía.
— Dudo que puedas solo con tantas chicas — había una docena de muchachas quietas en su lugar; el gesto de peinarse el cabello tras la oreja la desconcertó a si misma.
— Voy una a una, no tengo apuro ; todo el tiempo del mundo está a mi favor — se le colocó a un palmo del rostro; a penas faltaron centímetros para que le besara la boca — Y en realidad, no tengo muchas otras cosas que hacer.
— Invades mi espacio personal — le hizo ver Luna sin apartarse; él respondió sin que le temblara un músculo de la cara.
— Estamos a quince centímetros de un beso...— entornó los ojos y ambos pensaron en lo mismo — o de algo más.
— Tu estancia en el pueblo coincide con el asesinato de un niño de primaria — refutó ella con su acostumbrada seriedad; pero no perdió el contacto visual con él — Se metieron a su casa a la fuerza y le abrieron el estómago con un cuchillo...y no creo en las coincidencias.
— ¿ Estás queriendo decir que soy tu principal sospechoso ?— se echó para atrás, apoyando las manos en la cama; tampoco perdía los ojos de la bella rubia.
— Estoy diciendo que tu comportamiento es digno de temer — señaló con un gesto amplio de la mano a las chicas quietas a su alrededor — Todos los psicópatas no son capaces de hacer esto.
— Tampoco todos los psicópatas se enamoran de una detective, ¿ o sí ?
Luna copió el gesto de entornar los ojos; arqueó la espalda para peinarse el cabello con las manos, y sus grandes y bonitos senos quedaron con las ganas de que los agarraran.
— ¿ Qué es lo que estás buscando realmente aquí ? — interrogó peinandose aún, disimulando en vano toda su sensualidad.
— Ya te lo dije querida, soy solo un turista — el muchacho se deleitaba con su silueta y belleza; su piel clara combinaba con su cabello laxio y rubio; sus ojos cafés eran tiernos y seguros; la nariz extirada y en la puntica se formaba una bolita de carne lo bastante deliciosa para ser pasada por alto; su boca pequeña, de labios hinchados y rosados, y aunque su complexión era la de una persona obesa, conservaba muy bien la forma sin ir ni si quiera al gimnasio. Era una mujer exquisita.
— ¿ Dónde estabas ayer de ocho a diez de la mañana ? — colocó sus manos en la cama, muy cerca de los muslos de él.
— Pues me encontraba en el grill, emborrachandome con estas bellas chicas. Puede preguntarle al cantinero, el corroborara mi versión de los hechos.
Luna echó un suspiro largo y sensual; agarró el vaso de sangría que el estaba bebiendo, pero no se atrevió a darse un trago, lo colocó donde lo tomó y se puso en pie.
— Anda con cuidado chico — le advirtió, y se fue hacia la salida contoneando las nalgas.
En cuanto se dio la espalda, todas las chicas continuaron con el baile apretado que mantenían antes de que ella interrumpiera. Él la acompañó hasta la puerta, con los labios presionados y un rictus floreciendo en su rostro a medida que los ojos marrones se tornaban a un rojo demoníaco. Sólo existía una cosa que le gustara más que una mujer delicada y débil...una fuerte e indomable.
Esa noche soñó con él otra vez, que sus labios deliciosos le atormentaban el sexo con ganas, mientras con las manos le exprimía los pechos con ansiedad. Despertó ensopada otra vez, con el corazón acalorado y el cuerpo a mil revoluciones. Esta vez si lo sintió todo exacto, justo como si en verdad hubiera sucedido. Su cuerpo flotaba, ese chico le acababa de hacer el amor con una pasión irrepetible. Incluso aún sentía el dolor en los senos y la saliba en su vagina. Se descubrió los pechos y los tenía colorados...quizás en sueños se apretó a si misma...no se le ocurría otra explicación razonable. Nunca le ocurrió aquello con alguna persona, ni con su ex esposo, a quien le debía- además de unas cuantas palisas indevidas - el mejor sexo que podía recordar...hasta aquel momento.
El amanecer llegó sin que se diera cuenta; seguía sentada en la sala, con un vaso de vino en la mano y la mente perdida, vagando por el mundo. Se levantó en cuanto la alarma que solía poner media hora antes de ir al trabajo, sonó. Y en cuanto subió las escaleras, alguien le tocó a la puerta; se apresuró a atender con un solo pensamiento golpeándole la sien: « tenía que ser él...y venía a buscar del resto que disfrutó en la noche ». En vez de eso, se topó con su ex marido. Un metro setenta de hermoso porte masculino y ojos azules, cabello castaño, y una mirada alucinante; pero al verlo lo único que pudo sentir Luna fue asco, un asco que su cara no pudo disimular, y que la obligó a casi cerrarle la puerta en la cara.
— ¿ Qué haces aquí ?— preguntó de mala gana; él no se merecía ni sus palabras más frías.
— No tengo dónde vivir —dijo con la voz apretada — y esta también es mi casa— al ver que Luna solo emenaba frialdad, tuvo que ceder algo — Solo será por unos días.
— Una semana — especificó ella y él tuvo que tomarlo.
Se pasó la mañana con dolor de cabeza, tratando de asimilar que en cuanto llegara a casa aquel estúpido estaría allí y peor, tendría que aguantarle la incomoda expresión del rostro durante siete días. La felicidad que tuvo toda la madrugada ya no existía, había sido suplantada por una migraña terrible que de paso le provocaba un escozor insoportable en las axilas y el cual debía disimular para que no dijeran que tenía pulgas. No soportaba más el estrés, y justo iba a fumarse un cigarro cuando llegó la noticia : la madre del chico asesinado aparecía muerta en el puente del pueblo. Luna suspiró irritada, tomó su cazadora de cuero y condujo su auto hacia allí.
El cuerpo de la mujer estaba contorcionado sobre el asfalto, desnudo, y con las extremidades dobladas y quebradas. Su posición era boca bajo, pero el rotro miraba hacia arriba, con la mirada perdida y los sacos bajo sus ojos despellejados, arrugados y negros. Las muñecas cortadas con surcos profundos, sin que hubieran dejado rastro de sangre. La pestilencia que le pudo sentir antes, había desaparecido. Sacó otro cigarrillo y se alejó a fumar mientras los otros detectives compartían ideas sobre lo que ocurrió en el lugar. No se tenía que conferenciar tanto : « la víctima fue asesinada lejos de allí, traer el cuerpo al puente era sólo el despiste. Podría ser ». Pensó Luna absorbiendo el humo por la nariz. Pero no tenía marcas en su cuerpo que no fueran los surcos en la muñeca, abiertos con un arma punsocortante...o eso pensó... cuando levantaron el cuerpo para llevárselo a la morgue, las tripas se le salieron por un enorme hueco en la pansa. Luna vómito en el río...ya no tenía dudas...algo de otro mundo los había asesinado, y al poner más atención en las aguas verdosas, pudo ver flotando el cadáver de...si...de su ex. ¿ Pero que coño estaba pasando ?************************************
¿ Qué coño está pasando? 😱
Nuestra detective está súper irritada, primero esa pobre madre algo rara y luego su ex pareja. Demonios 😈solo puede ser eso, ¿ tendrá que ver con las brujas? Seguro.
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Grace
HorrorDarco Town, un pueblo a las afueras de Maine, ha sufrido muchos eventos misteriosos por causa de las brujas que hace siglos, decidieron acentarse en su territorio. Cuando la reina muera, otra bruja debe alzar la corona del aquelarre, pero si el mist...