Música de violín entre melodías de cuchillos

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Aiko:- Espero, que no te haya incomodado este conejo con rabia...¡oh! que maleducado soy, me presento, soy el actual dueño de este antro maloliente...ajam, así  es, soy tu jefe, he he.- proclamó tan orgulloso que no fue consciente de la arcada que me provocó, de lo arrogante y egocéntrico que había sonado.

A su vez, el menor que lo miraba un tanto incómodo por su actitud, echó sus orejas blancas hacia atrás, no fui el único que le molestó aquello de este susodicho. 

Podría decirse que Aiko estaba intentando...¿asombrar al algodoncillo?.

Un escalofrío recorrió todo mi ser de imaginar a estos dos juntos como...¡ugh!, como pareja. Un nuevo sentimiento se hizo presente, se había apoderado de mí, aunque, no sabía de qué se trataba, pero algo se había removido dentro de mí, incluso mis orejas se tensaron cuando el más bajito mostraba sus intenciones con cada paso quedaba para intentar acercarse al orejas blancas.

Seunho:- oh...emm, ya lo sabía...tú eres Kam Aiko, ¿No es así? te habías presentado antes...- Cuando el contrario dijo aquello, Aiko, el color de su cara se había vuelto de color rosa, sintiéndose avergonzado por haberle recordado lo despistado que es.

Aiko:- ¡Si si! ha ha ha, que torpe soy...-Disimuló este con esa sonrisa tan inquietante que tenía, se le daba fatal ocultar su nerviosismo.

¿Yo? yo estaba siendo testigo de toda la escena delante de mi, intentando controlar mis ganas de reírme por lo patético y arrogante que había quedado delante del nuevo.

Aiko:- Bueno, querido será mejor que nos vayamos de aquí antes de que pillemos pulgas...- Soltó, entrelazando su corto brazo con el fino y delicado del menor, dispuesto a irse, pero antes me dedico una mirada recelosa de reojo, haciéndome sentir repugnado, acordándome de como él se acercó a mi de la misma manera cuando era más pequeño, se supone que esto jamás lo contaría, pero supongo que es necesario...

Cuando Aiko tenía 15 años y yo 10 años, por ese entonces yo era mucho más inocente, débil y bajito que Aiko. Así pareciendo le a este, divertido aprovecharse de aquello y hacer de las suyas.

Una tarde de aquella época, me llevó a su caravana, pensando que jugaríamos como siempre.

Para cuando fui consciente, estaba en su cama sin darme cuenta de lo que hacía, puso sus manos en mí y me empezó a tocar, como si el mundo fuese a acabarse en ese mismo momento, como si supiera que estaba haciendo algo horrible. Solo fui capaz de darme cuenta, cuando quiso matar sus hormonas de conejo de 15 años en mí, aquel día el dolor que me causó se quedó grabado en mi mente hasta entonces...me quejé y él simplemente seguía.

Al poco de aquello, mi padre falleció, de algo estoy seguro y desde ese entonces mi corazón se convirtió en fantasma, estaba y no lo sentía. Incluso el llorar, se me hace complicado.

Volví de mi viaje astral, de aquellos horrorosos recuerdos que me siguen visitando cuando duermo.

Mire a mi alrededor y fui consciente de que esos dos ya se habían ido, solo estaba yo, mi alma, mis animales y la carpa enorme por encima de mi cabeza y mis orejas de conejo.

Dediqué una mirada de conmoción a cada uno, por como mi cabeza me pasaba malas jugadas, sintiendo mi pecho doler y presionarse como si alguien me hundiera las manos, impidiéndome respirar bien.

Sacudí mi cabeza, queriendo que se esfumaran esas imágenes y aquella sensación de repulsión y suciedad que sentía ahora mismo en mi cuerpo.

Cooky:- ¿Debería...advertirle?...¿Antes de que sea tarde?- les pregunte, a los seres vivos que me miraban sin entender, como si esperara una respuesta que claramente jamás recibiría.

𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐀𝐆𝐈𝐂 𝐜𝐨𝐦𝐞𝐬 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐚 𝑷𝑹𝑰𝑪𝑬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora