La Sinfonía de las Bestias

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En un rincón olvidado del mundo, donde la luna parecía siempre asomarse con un brillo inquietante, se alzaba un circo siniestro que desafiaba la lógica y la moralidad. Su carpa, desgastada y descolorida, se erguía como un monstruo adormecido, esperando ansioso el próximo espectáculo. Entre sus sombras, un chico de orejas de conejo negras, largas y puntiagudas, se preparaba para el acto más arriesgado de su vida. Ese era yo.

Su nombre era Jeon JunSeo pero era reconocido por el apodo de Cooky, su habilidad para comunicarse con los animales era tan extraordinaria como su apariencia. Los espectáculos del circo, macabros y fascinantes, no solo entretenían a la multitud; también desataban los miedos más profundos de los espectadores elegidos. Aquella noche, Cooky se convertiría en el domador de bestias, un título que llevaba con orgullo, aunque a veces sentía que lo vinculaba más a un carcelero que a un amigo.

A su lado, la majestuosa leona Kenna lo miraba con una inteligencia inquietante. Su pelaje dorado brillaba bajo la tenue luz de los focos, y su presencia era tan imponente que cualquier susurro se ahogaba en su cercanía. A su alrededor, el tigre de rayas intensas se movía con elegancia, y el enorme oso Balloo, un verdadero coloso de pelaje marrón, se desperezaba, listo para seguir las órdenes de su joven maestro.

Junto a ellos, una pantera negra acechaba en la oscuridad, sus ojos verdes destellando con una intensidad casi hipnótica. A su lado, dos lobos, uno blanco como la nieve y otro negro como la noche, esperaban con una lealtad inquebrantable. Cada uno de ellos era una extensión de Lúcio, un compañero en su danza entre el peligro y la maravilla.

El público, compuesto por rostros ansiosos y miradas curiosas, estaba formado por personas atraídas por la promesa de lo desconocido. Entre ellos, un chico de pelo blanco, el nuevo acróbata del circo, observaba con fascinación y un ligero temor. Su agilidad era innegable, pero aquella noche su destino se entrelazaría con el de Cooky, de maneras que ninguno de los dos podría prever.

El dueño del circo, Kam Aiko un hombre pequeño y astuto, más bien un adulto con mentalidad de niño pequeño, se movía entre la multitud como un gato en la oscuridad, su voz chillona resonando con la autoridad de alguien acostumbrado a manipular. Su estatura baja no restaba poder a su presencia; al contrario, su astucia lo hacía más temido que respetado, ya que por parte de los trabajadores solo temían que los dejara sin trabajo. Los murmullos entre el público se intensificaron cuando hizo un gesto hacia Cooky, indicando que era el momento de comenzar.

Cooky tomó aire, sintiendo la mirada penetrante de Kenna, el suave roce del pelaje de Balloo, y la energía vibrante de los lobos. Se adelantó, llevando consigo la atmósfera pesada de expectativa y suspenso. Con un leve movimiento de su mano, Kenna avanzó hacia el centro de la pista, su andar elegante contrastando con el rugido del tigre que la seguía. La pantera, deslizándose en las sombras, esperaba la señal.

El espectáculo comenzaba, pero no era solo una actuación; era una prueba. Cada movimiento de Cooky era seguido por sus animales, formando una coreografía peligrosa que capturaba la atención del público. Pero, en el fondo de su mente, Cooky sabía que en el circo nada era tan sencillo. Cada espectáculo era un juego de poder, donde el espectáculo y el temor se entrelazaban.

Mientras los espectadores contenían la respiración, el chico de pelo blanco,Kim Seunho, atrapado entre el asombro y el miedo, notó algo en los ojos de Cooky. Era una chispa de desafío, un grito silencioso que decía que él también era parte de este juego, que no era solo un domador de bestias, sino un niño atrapado en un mundo que nunca había elegido.

La música empezó a sonar, marcando el ritmo de la actuación. Cooky levantó los brazos, y sus animales se movieron al unísono, convirtiéndose en un torrente de movimiento y poder. En ese momento, el chico de pelo blanco comprendió que la verdadera magia del circo no era solo la exhibición de habilidades sobrehumanas, sino la conexión profunda entre un joven con orejas de conejo y las criaturas que lo acompañaban, en una danza entre la libertad y el cautiverio, entre la luz y la oscuridad.

La noche prometía ser larga, y los secretos del circo aún estaban por revelarse.

𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐀𝐆𝐈𝐂 𝐜𝐨𝐦𝐞𝐬 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐚 𝑷𝑹𝑰𝑪𝑬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora